Es noticia
Indiana Jones en el cielo: los increíbles hallazgos de la arqueología espacial
  1. Cultura
libros

Indiana Jones en el cielo: los increíbles hallazgos de la arqueología espacial

Un libro de la investigadora estadounidense Sarah Parcak revela los descubrimientos inesperados de una nueva disciplina que usa los satélites para el estudio del pasado remoto

Foto: Detalle de portada del libro 'La arqueología espacial'. (Ariel)
Detalle de portada del libro 'La arqueología espacial'. (Ariel)

Artajerjes III, un "gran guerrero" persa —en palabras de Heródoto—, se abrió paso en el año 343 a.C. por un afluente del Nilo en dirección suroeste con destino a la rica ciudad egipcia de Ro-nefer ('la hermosa boca'), célebre por sus tesoros de oro, lapislázuli y vino de las islas griegas. Aquel era el último de la larga serie de ataques que el monarca persa había desencadenado sin éxito contra un Egipto faraónico ya en decadencia pero aún poderoso. Esta vez, lograría al fin sus objetivos tras reunir una flota numerosa y un ejército de más de 300.000 hombres. Ro-nefer sería completamente destruida aquella mañana. Hasta el punto de que el emplazamiento de aquella gran ciudad es hoy un montículo pardo que los locales llaman Tell Tebilla donde se levanta una pequeña aldea y en que los arqueólogos llevaban trabajando un siglo sin grandes hallazgos... hasta que llegó ayuda del cielo.

No, no fue la divinidad en ninguna de sus encarnaduras imaginables lo que ayudó a arqueólogas como la profesora de la Universidad de Alabama Sarah Parcak para dar con un descubrimiento inesperado sobre el terreno en el verano de 2003, sino unas fotografías tomadas desde el espacio hacía 40 años en el marco de un programa secreto del Gobierno de Estados Unidos en plena Guerra Fría. Aquellas imágenes satelitales permitieron a aquellos arqueólogos descubrir al fin los restos de la imponente muralla de adobe que había rodeado la malograda ciudad. Pero, además, su contacto con otras imágenes más recientes de satélites ofreció algo más: el conocimiento de los ramales fluviales ya desecados que en el pasado habían servido de vías privilegiadas para la invasión.

placeholder 'La arqueología desde el espacio'. (Ariel)
'La arqueología desde el espacio'. (Ariel)

"Hoy día", afirma la arqueóloga, fan de Indiana Jones y autora de 'La arqueología desde el espacio: una forma revolucionaria de acercarnos a nuestro pasado' (Ariel, 2021), "gracias al amplísimo desarrollo de la tecnología de los satélites, se están haciendo descubrimientos a un ritmo cada vez más rápido, a lo largo de extensiones cada vez mayores y en lugares en los que nunca lo creímos posible. Ahí fuera hay miles de historias ocultas que nos hablan de cómo las civilizaciones del pasado medraron, se derrumbaron y después renacieron". En su libro, que acaba de llegar a las librerías españolas traducido por Beatriz Ruiz Jara, Parcak levanta acta de todas las maravillas que la aún muy joven disciplina de la arqueología espacial ha ofrecido hasta el momento y advierte de las que están por venir.

¿Qué podemos ver?

Emplear datos e imágenes tomados desde el aire o el espacio con el fin de localizar ríos extintos o yacimientos ocultos, como hace la arqueología espacial, es una tarea compleja a medio camino entre la ciencia y el arte. Aprender el lenguaje de la llamada teledetección exige un conocimiento preciso de la naturaleza de la luz y su incidencia sobre distintos tipos de terreno, nociones avanzadas de química y materiales, matemática de algoritmos y, también, sentido común para interpretar los resultados adquiridos unos 300 kilómetros por encima de la Estación Espacial Internacional.

"La gente piensa", explica Parcak, "que la labor de teledetección está plagada de momentos 'ajá', ese momento en que, con solo pulsar un botón, todos los secretos se revelarán ante tus ojos. No es así. El típico especialista en teledetección se pasa cantidad de horas a la semana delante de la pantalla de un ordenador, maldiciendo cada poco tiempo porque se le ha colgado el programa. Cuando algo sí que funciona, los exabruptos se multiplican porque se te ha olvidado grabar los pasos exactos que has ido dando hasta llegar a ese punto. Y tienes que empezar de nuevo. Se trata de aprender, de afinar el procedimiento".

Se hallaron miles de yacimientos bajo la selva del Amazonas en los que podrían haber vivido más de un millón de personas en áreas hoy inhóspitas

Y sin embargo, admite la autora, los momentos ajá existen y los hallazgos obtenidos por la arqueología espacial se amontonan, sorprendentes, cada vez más rápido. Uno de los más recientes ha sido el increíble descubrimiento de miles de yacimientos precolombinos ocultos bajo la selva del Amazonas en los cuales podrían haber vivido entre 1250 y 1500 más de un millón de personas en áreas que hoy parecen claramente inhóspitas. Otro fue la primera aplicación en 2008 de una nueva tecnología de imagen por láser llamada 'lídar' que cambió la arqueología mesoamericana para siempre al sacar a la luz más yacimientos mayas antiguos de una tacada que en todo la historia anterior. Otro más fue el espectacular hallazgo en 2017 de la ciudad perdida de Qalatga Darband en el Kurdistán iraquí, y en cuyas cercanías tuvo lugar la batalla decisiva entre Alejandro Magno y Darío III.

Un asunto crucial y tal vez menos obvio que los anuncios de coloridos descubrimientos es que la arqueología espacial permite mitigar el temible daño que toda excavación por el propio hecho de serlo causa en los restos con que se topa. Concluye Parcak: "Nos jugamos nada menos que la suma total de la historia y el conocimiento humanos. Para limitar una destrucción innecesaria durante la excavación, y para que nuestro trabajo se ciña al plazo y al presupuesto, excavamos ajustando el foco al máximo. Bien utilizada, la arqueología espacial nos puede proporcionar una idea bastante acertada de las estructuras o elementos que hay en el yacimiento, o al menos justo debajo del primer estrato".

Artajerjes III, un "gran guerrero" persa —en palabras de Heródoto—, se abrió paso en el año 343 a.C. por un afluente del Nilo en dirección suroeste con destino a la rica ciudad egipcia de Ro-nefer ('la hermosa boca'), célebre por sus tesoros de oro, lapislázuli y vino de las islas griegas. Aquel era el último de la larga serie de ataques que el monarca persa había desencadenado sin éxito contra un Egipto faraónico ya en decadencia pero aún poderoso. Esta vez, lograría al fin sus objetivos tras reunir una flota numerosa y un ejército de más de 300.000 hombres. Ro-nefer sería completamente destruida aquella mañana. Hasta el punto de que el emplazamiento de aquella gran ciudad es hoy un montículo pardo que los locales llaman Tell Tebilla donde se levanta una pequeña aldea y en que los arqueólogos llevaban trabajando un siglo sin grandes hallazgos... hasta que llegó ayuda del cielo.

El redactor recomienda