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Javier Cercas viaja en 'Independencia' a una Cataluña futura sin covid... y sin 'procés'
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Javier Cercas viaja en 'Independencia' a una Cataluña futura sin covid... y sin 'procés'

La segunda entrega de las aventuras del mosso Melchor Marín se sitúa en un futuro próximo, más o menos, a mediados de los años veinte del siglo XXI

Foto: Detalle de portada de 'Independencia', de Javier Cercas en Tusquets
Detalle de portada de 'Independencia', de Javier Cercas en Tusquets

Hay un punto ventajista y arriesgado, si se piensa en el futuro, en 'Independencia' de Javier Cercas, su nueva novela en Tusquets tras ganar en 2019 el Premio Planeta con 'Terra alta', inicio de su serie del mosso Melchor Marín. La trama se sitúa, más o menos, a mediados de los años veinte del siglo XXI. Cataluña no es una balsa de aceite, pero el 'procés' y el coronavirus parecen episodios históricos superados, de recuerdo o resaca verbal.

Empieza así esta reseña por un capricho lector. Mientras transcurren las páginas del volumen de Cercas es casi inevitable pensar en un pariente muy lejano del protagonista, Pepe Carvalho, no sólo por su parecido con la personalidad de Melchor Marín, sino por un propósito de enfoque y contenido. Vázquez Montalbán escribía desde su presente con ojo atinado, que mostraba a través de la visión de su investigador. Cercas lo hace escudándose en un momento próximo, aún no acaecido para así, identificarse con su Melchor Marín a lo Madame Bovary, exprimir su punto de vista en torno a los últimos años a través de sus personajes, algunos de ellos grandes titiriteros de la Ciudad Condal.

Las comparaciones, huelga decirlo, son odiosas. Por otra parte Cercas tiene una virtud esencial: sus libros suelen devorarse, e 'Independencia' no es la excepción. El relato avanza solvente, no tanto por intriga y misterio, sino por eficacia en el uso de recursos, desde los abundantes diálogos, un constante toma y daca bien aliñado de política y secretismos, hasta la intercalación de un interrogatorio con una pieza clave del caso de 'sextorsión' a Virginia Oliver, alcaldesa de Barcelona, más bien conservadora tras un pasado populista en defensa de los migrantes y azote de reemplazo al independentismo durante su mandato.

Los libros de Cercas suelen devorarse, e 'Independencia' no es la excepción

Cercas suele abordar temáticas contemporáneas, sumas de chispazos sólo asimiladas mucho después de cerrar el volumen hacia derroteros plagados de pliegues, como, por ejemplo, ocurre con 'Anatomía de un instante' o 'El monarca de las sombras', donde la documentación bien insertada y un estilo fluido son, en cierto sentido, trampas sólo percibidas a posteriori, cuando emergen otros matices del discurso, más controvertidos.

El hombre y la trama

Encartar a Marín en 2025 posibilita dar otro marchamo a su existencia tras 'Terra Alta', citada en 'Independencia' como una broma privada demasiado efectista como para deslumbrar. El policía he enviudado y quiere abandonar el cuerpo para ser bibliotecario como su mujer. De este modo vivirá más tranquilo, cuidará de su hija Cosette, llamada así ante la idolatría del héroe de los atentados de Cambrils hacia 'Los miserables' de Victor Hugo, y olvidará los sinsabores de su oficio, el mismo que tiene tatuado en todos los poros de su piel. Nadie al verlo puede dudar de su profesión, como le espeta Rosa Adell, una de las secundarias del asunto, otra memoria de episodios de antaño.

placeholder Javier Cercas (EFE)
Javier Cercas (EFE)

La reconstrucción ansiada por Marín se resquebraja con una llamada de viejos camaradas, urgidos de su colaboración para resolver, desde Terrassa, central de los Mossos, el chantaje a la máxima autoridad de la capital catalana. Los delincuentes le piden trescientos mil euros a cambio de un vídeo sexual de su juventud donde, por si no hubiera bastante barullo, practica sexo con su ex marido, su teniente de alcalde Vidal y el regidor Llorente, los tres miembros de las célebres trescientas familias catalanas, licenciados en ESADE y herederos de las perpetuas tradiciones clánicas, tanto en métodos como en su arrogancia de indiscutibles dominadores del país. El segundo aviso reclama más dinero y la dimisión de la lideresa, una actriz excepcional, perfecta al siempre quedar bien con su interlocutor, y una amenaza hipotética para quienes controlan los hilos.

El retorno a Barcelona es una patada en el estómago de Marín

El retorno a Barcelona es una patada en el estómago de Marín, quien se hospedará junto a su hija en el domicilio de su amigo, el abogado Vivales, otra cadena para el reparto escalonado de pesquisas entre cenas informales y nebulosas con westerns de fondo. Las ubicaciones de los lugares de 'Independencia' propician un movimiento frenético, eso sí, sin voluntad de dar simbología a los sitios o conferirles un valor por sí mismos. Paseamos por toda Barcelona y nos suena a tópico emplazar las conversaciones con la trilogía de sospechosos, unidos por múltiples laberintos, en oficinas o restaurantes de la zona alta, así como las indagaciones criminales de mayor calado en el Barrio Chino, rebautizado como Raval tras las Olimpiadas para maquillar su imagen. La Barcelona de Cercas, es una pesadilla para Marín, obsesionado con el asesinato de su madre, con sus restos localizados en un descampado de Sant Andreu, y un reguero de direcciones como si jugáramos al pinball porque además, no es baladí mencionarlo, el marco geográfico de 'Independencia' quiere abarcar casi toda Cataluña, desdibujada en ese exterior por lo trepidante de los acontecimientos.

¿Independencia?

En varios instantes del relato se repite la frase “El catalán que no quiere la independencia no tiene corazón; el que la quiere, no tiene cabeza”, eco de “Cualquiera que no se arrepienta del fallecimiento de la Unión Soviética no tiene corazón, cualquiera que quiera restaurarla no tiene cerebro”, de Vladimir Putin.

La entrevista de Marin con Vidal, conspirador nato, resume, otra impostura de la ficción, la supuesta teoría del 'procés' según los mandamases catalanes, unos señores cínicos con las cosas muy claras: las ideas son para los intelectuales, los ideales para la gente humilde; la clase política no puede adoptar postulados tan irresponsables, sobre todo en Cataluña. El pueblo es una masa idiota arrastrada por los sentimientos y las emociones de las banderas, cautivados por poder desfilar, no manifestarse, de ahí la utilidad del evento. Según Vidal, portavoz de una casta castellana en el hogar y catalana de cara a la galería, es muy fácil sacar la gente a la calle, lo difícil es volver a meterlos.

placeholder 'Independencia' (Tusquets)
'Independencia' (Tusquets)

En este monólogo con breves intervenciones de Marín se desmenuza una operación urdida como una partida de cartas mal gestionada al irrumpir Carles Puigdemont, un provinciano de Girona creyente del MacGuffin, a diferencia de Artur Mas, un buen chico de los recados del amo para reivindicar más prerrogativas a la Moncloa. Al finalizar el 'procés', según estos pronósticos, de Madrid se viraría al Islam como antípoda, y esto, indirectamente, demostraría un vuelco hacia potenciar el área metropolitana como un poder independiente, una tendencia política no sólo palpable en la broma de Tabarnia, pues a lo largo del último lustro la dispar sensibilidad entre campo y urbe se ha agudizado en toda Europa.

Si uno quiere divertirse, con este Cercas tendrá entretenimiento asegurado

Esta intuición quedará tapada en el conjunto por otras minucias. Si uno quiere divertirse, con este Cercas tendrá entretenimiento asegurado. A veces, el modelo de Marín huele más a Clint Eastwood que a Pepe Carvalho, aliado con otros toques de aromas norteamericanos. Cada uno elige los mimbres de sus universos. El de Marín, normal desde sus tormentos y afectos, se desmorona en el último tercio de la novela por inverosímil, si bien antes, con sutileza, se nos ha advertido del fino hilo separador entre la verdad aceptada en la comunidad y la mentira haciéndole cosquillas en la superficie.

Dentro del parangón entre Montalbán y Javier Cercas hay una coincidencia muy traidora. Ambos ganaron el Premio Planeta. En 1979 'Los mares del sur' persistían en la edad dorada del galardón, otorgado durante ese segundo lustro de los setenta a referencias como Jorge Semprún o Juan Marsé. En 2019 el triunfo de Cercas, un combo junto al finalista Manuel Vilas, quiso devolver la reputación literaria al galardón. 'Independencia' suscita muchas preguntas sobre el curso de la carrera de su autor, quien quizá no haya dado con el sonido para reproducir los episodios nacionales del barcelonés, pues una cosa es desgranar en ficciones la intelectualidad esgrimida en artículos bajo el manto protector de la dramatis personae, y otra bien distinta sustentar un entramado negro, donde la credibilidad del todo es una premisa innegociable.

Hay un punto ventajista y arriesgado, si se piensa en el futuro, en 'Independencia' de Javier Cercas, su nueva novela en Tusquets tras ganar en 2019 el Premio Planeta con 'Terra alta', inicio de su serie del mosso Melchor Marín. La trama se sitúa, más o menos, a mediados de los años veinte del siglo XXI. Cataluña no es una balsa de aceite, pero el 'procés' y el coronavirus parecen episodios históricos superados, de recuerdo o resaca verbal.

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