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Albert Einstein contra Henri Bergson: el choque de gigantes que cambió el tiempo
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Albert Einstein contra Henri Bergson: el choque de gigantes que cambió el tiempo

Un estupendo libro de la profesora de Harvard Jimena Canales se ocupa de uno de los grandes debates intelectuales de la contemporaneidad

Foto: Albert Einstein y Henri Bergson
Albert Einstein y Henri Bergson

Aquella conferencia no tenía por qué haber acabado tan mal. El joven físico alemán era ya muy famoso cuando llegó a París para explicar su teoría en el Collège de Francia el 6 de abril de 1922 en un acto que se esperaba académico y cordial. Después de que una legendaria expedición y un eclipse parecieran confirmarla, se había expandido a tal velocidad que los cocheros discutían acaloradamente en las calles, mientras esperaban clientes, sobre la Relatividad. Pero algo se torció en aquel auditorio parisino donde una eminencia de la filosofía tan célebre o más que Albert Einstein, escuchaba atentamente entre el público. El sexagenario Henri Bergson no quería intervenir pero, azuzado por sus discípulos, acabó por pedir la palabra para elogiar durante media hora la nueva teoría y apostillar que, con todo, la relatividad no cerraba el debate sobre el tiempo al que él mismo había dedicado toda una vida de reflexión filosófica. El joven Einstein le respondió desdeñoso en un minuto: "El tiempo de los filósofos no existe". La guerra acababa de empezar.

La física e historiadora de la ciencia de la universidad de Illinois, Jimena Canales (Ciudad de México, 1973) acaba de publicar en español traducido por Àlex Guàrdia un ensayo apasionante: 'El físico y el filósofo: Albert Einstein, Henri Bergson y el debate que cambió nuestra comprensión del tiempo' (Arpa). En sus páginas asistimos a las consecuencias cruciales de aquel choque de gigantes que abrió la brecha definitiva entre las dos culturas elevando a la ciencia a la posición de privilegio para la comprensión del mundo, relegando a las humanidades a una posición vicaria y avivando un desprecio mutuo que aún perdura. Parece fácil dar hoy por ganador al icónico Einstein en su pelea contra el hoy casi olvidado Bergson y observar con irónica condescendencia las pretensiones de la filosofía en nuestro mundo hipertecnológico. Y, sin embargo, la ampliación del conocimiento humano no parece haber aplacado un ápice nuestra búsqueda de sentido.

placeholder 'El físico y el filósofo'
'El físico y el filósofo'

"Si, estoy totalmente de acuerdo", contesta Canales por correo electrónico. "También tenemos que preguntarnos qué ciencia estamos creando y para que propósito. Me encanta la respuesta de Bergson cuando le aseguraban que el tiempo se podía reducir simplemente a lo que medían los relojes. Él entonces recordaba que los relojes no servirían si no fuera porque nos interesan ciertos eventos y otros no. Sin esta motivación primaria que nos llevó a inventarlos y usarlos, serían solo simpáticas 'piezas de maquinaria'. La ciencia trata de problemas suaves de manera dura, y la filosofía de problemas duros de manera suave. Es peligroso enfocarnos solo en una".

Las consecuencias de aquel día histórico en que "el ímpetu fanfarrón de un joven puso a prueba, la fama, sabiduría y cautela de un hombre mayor", se extenderían durante varias décadas y distintos países en un conflicto encarnizado entre la vieja filosofía y la nueva ciencia, entre la razón y la intuición, involucrando a la mismísima Iglesia católica, influyendo en movimientos tan dispares como el pragmatismo, el positivismo lógico o la mecánica cuántica e involucrando a telégrafos, teléfonos, radio, películas o grabadoras automáticas. Tras el desaire, Bergson escribió un libro por completo dedicado -'Duración y simultaneidad'- a refutar la relatividad, "esa metafísica hincada sobre la ciencia que no es ciencia".

La ciencia trata de problemas suaves de manera dura y la filosofía de problemas duros de manera suave

Einstein, por su parte, pese a darse por vencedor y escribir aquella misma noche a su mujer que "todo ha ido como la seda", no dejó de albergar cierto temor tras el encontronazo que acabaría por confirmarse ese mismo año cuando recibió el Nobel de Física por su descubrimiento del efecto fotoeléctrico peor no por la relatividad porque, como explicó el presidente del comité Nobel: "No es ningún secreto que el famoso filósofo Bergson ha cuestionado esa teoría en París".

¿Por qué Einstein, que lo tenía todo para ganar y que guarda fama de 'amable', respondió con tan malos modos a Bergson en aquel encuentro con eso de que "Il n'y a donc pas un temps des philosophes"? Es probable que Bergson no entendiera realmente la relatividad pero, ¿era necesario tratarlo así? Pareciera como si el choque generacional fuera tan importante o más que el choque de ideas...

Una larga antipatía

Recuerda Jimena Canales que "la antipatía de Einstein contra Bergson empezó aún antes de que se conocieran. Cuando un amigo le sugirió leerlo en francés para practicar el idioma, Einstein respondió que le parecía 'flácido'. Cuando años después se juntaron en París, Einstein estaba dedicado a defender su teoría. Él consideraba que la filosofía le podía quitar mérito a su trabajo. Su postura aquellos años en contra de Bergson fue similar a la posición que tomó en contra de otro científico, el famoso matemático Henri Poincaré, que también consideraba como rival".

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Jimena Canales

PREGUNTA. Diría que el encuentro o encontronazo simboliza a la perfección el tiempo en que las "dos culturas" se separaron definitivamente para ya no volver a encontrarse hasta hoy. ¿Hay alguna remota posibilidad a estas alturas de una tercera cultura que vuelva a fusionarlas? ¿Qué forma tendría?

RESPUESTA. ¡Si! Soy optimista. Creo que es esencial que la educación no sea tan especializada. Me gusta ver que los científicos cuentan con una formación amplia que incluya las letras y humanidades, y a los humanistas verlos enfocarse también en la ciencia y en cuestiones técnicas.

P. Y luego cuando los filósofos han intentado comprarle el relato a los físicos, en fin, no parecene ntrearse de gran cosa como mostró Sokal con sus imposturas intelectuales. ¿No se ha alimentado de la "extraña" ciencia moderna esa posmodernidad que reniega de la posibilidad de comprender la realidad?

R. Es importante no reducir el valor de la filosofía y asociarla con la postmodernidad. No conozco ningún humanista que no considere su trabajo como una manera de comprender la realidad. Pero las batallas entre físicos y filósofos seguramente seguirán tanto en las universidades como en el espacio público.

Las batallas entre físicos y filósofos seguramente seguirán en las universidades tanto como en el espacio público

P. Por último, el fascinante irracionalismo de Bergson resulta también inquietante al tocarse con movimientos políticos nefastos del siglo XX y que de alguna forma regresan hoy con el auge de los populismos, las fakes news y las conspiraciones. ¿Forma parte de alguna forma el filósofo francés de esa constelación?

R. No. Bergson, al igual que Einstein, era judío y siempre estuvo en contra de los movimientos de extrema derecha. Tenía mucho orgullo de ser francés, mientras que Einstein renunció a su nacionalidad alemana. Cuando murió durante la ocupación alemana, Francia reconoció a Bergson como un ídolo nacional. Bergson creía que Liga de las Naciones podía solucionar los conflictos nacionalistas de su época, y trabajó allí para lograrlo, mientras que Einstein renunció a la Liga y se volvió sionista. Los dos tomaron posiciones políticas muy distintas. Bergson criticaba la racionalidad estrecha porque aspiraba a obtener una visión más completa.

Aquella conferencia no tenía por qué haber acabado tan mal. El joven físico alemán era ya muy famoso cuando llegó a París para explicar su teoría en el Collège de Francia el 6 de abril de 1922 en un acto que se esperaba académico y cordial. Después de que una legendaria expedición y un eclipse parecieran confirmarla, se había expandido a tal velocidad que los cocheros discutían acaloradamente en las calles, mientras esperaban clientes, sobre la Relatividad. Pero algo se torció en aquel auditorio parisino donde una eminencia de la filosofía tan célebre o más que Albert Einstein, escuchaba atentamente entre el público. El sexagenario Henri Bergson no quería intervenir pero, azuzado por sus discípulos, acabó por pedir la palabra para elogiar durante media hora la nueva teoría y apostillar que, con todo, la relatividad no cerraba el debate sobre el tiempo al que él mismo había dedicado toda una vida de reflexión filosófica. El joven Einstein le respondió desdeñoso en un minuto: "El tiempo de los filósofos no existe". La guerra acababa de empezar.

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