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Eddie Van Halen, el guitarrista que plantó cara al punk bailando sobre un mástil
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Eddie Van Halen, el guitarrista que plantó cara al punk bailando sobre un mástil

Fue en ese momento, cuando nadie lo esperaba, cuando volvió a irrumpir un revolucionario de la guitarra eléctrica que consiguió resucitar a los grandes solos: su nombre era Eddie Van Halen

Foto: Eddie Van Halen en concierto (Reuters)
Eddie Van Halen en concierto (Reuters)

Hubo un tiempo en el que no solo había héroes de la guitarra, sino que, además, se renovaban cada poco. Manos como las de Eric Clapton y Jimmy Hendrix prendieron la mecha de los grandes solos en los 60. Aquello, como se sabe, acabó en la explosión del rock progresivo en los años siguientes. La respuesta a este movimiento, que se fue agotando durante los 70, fue pendular: la sencillez, brevedad y crudeza del punk. Fue en ese momento, cuando nadie lo esperaba, cuando volvió a irrumpir un revolucionario de la guitarra eléctrica que consiguió resucitar a los grandes solos. Su nombre era Eddie Van Halen y, como saben, ha fallecido este martes a los 65 años de edad tras una década lidiando con un cáncer de garganta.

Aunque nacido en Amsterdam, Eddie Van Halen se mudó con su familia a California cuando apenas tenía siete años. Al igual que su hermano Alex, batería del conjunto, tenían a su padre, músico de jazz, como referente musical en casa. Empezaron, de hecho, con los puestos cambiados. Eddie a los platos, Alex a las seis cuerdas, y cambiaron casi por casualidad. En 1972 fundaron la banda, pero el debut discográfico tardaría en llegar.

A mediados de los 70, “el futuro de la música agresiva y la adrenalina parecía pertenecer al punk”, explica Greg Renoff, autor de 'Van Halen Rising: How a Southern California Backyard Party Band Saved Heavy Metal' (no editado en castellano), que recuerda que el heavy metal ya entonces era visto como algo de “viejos dinosaurios”. En su blog recoge una anécdota que ilustra la tensión entre las escenas. Una noche de junio de 1977, los miembros de Van Halen acudieron al mítico Whiskey a Go Go de Los Ángeles, donde había una noche de punk. Se disfrazaron como una banda del género, se subieron al escenario, insultaron a los presentes, tocaron un par de temas a toda velocidad… Y les descubrieron, les cortaron la luz y les echaron del local.

Poco después, ya en 1978, grabaron su primer disco, el homónimo Van Halen. Fue gracias a Genne Simmons, de Kiss, que se ofreció a pagar la grabación y los había recomendado a Ted Templeman, cazatalentos de Warner Bros Records. Así recordaba la primera vez que los vio: “Nunca me había impresionado tanto un músico como él”. Los fichó de inmediato y, además, produjo el álbum, que arrasó gracias a cañonazos como 'Runnin with the Devil, Ain’t Talkin' 'Bout Love' o la explosiva versión de 'You Really Got Me' de los Kinks. También había un tema llamado 'Atomic Punk!', que sugiere cierta pulla sobre su pique con aquella escena.

Pero si hay algo que sobresale en ese disco es 'Eruption', una pieza de apenas dos minutos que cambiaría para siempre el mundo de la guitarra eléctrica… Y ni siquiera era una pista que se pensaba incluir en el disco, sino un ejercicio de calentamiento de Van Halen. Templeman ordenó grabarla en cuanto lo escuchó. Lo excepcional de 'Eruption' era el desarrollo del tapping, técnica que consiste en tocar la guitarra con las dos manos sobre el mástil, usando la derecha para percutir las cuerdas. Todo un bailoteo de dedos sobre los trastes. Van Halen no fue el inventor, como se recoge en muchos sitios, sino el que la tomó e hizo suya, llevándola al extremo. De hecho, existen registros de esta técnica décadas antes, pero su popularidad era residual.

A Van Halen le vino la idea viendo a Jimmy Page tocar el solo de 'Heartbreaker'. “Él estaba haciendo ligados descendentes de tres notas aprovechando la cuerda al aire, así que pensé, un minuto, cuerda al aire y ligados… Yo puedo hacer eso, pero, ¿qué pasaría si usara mi dedo como cejilla y lo muevo”, explicaba hace unos años en la revista Guitar World. Hay una leyenda urbana que dice que, en sus primeras actuaciones, el guitarrista tocaba la canción de espaldas para que no se descubriera su técnica. Incluso quien insinuaba que era playback y en realidad se trataba de un piano. Llegó a patentar una pieza para tocar la guitarra en horizontal mientras se estaba de pie, sin ningún éxito.

No es lo único que destacaba del guitarrista. También una obsesión milimétrica por el sonido. Él mismo se encargaba de operar a corazón abierto a guitarras, amplificadores y pedales para extraer lo que quería de cada uno y, claro, conseguir un sonido único que ha intentado de ser imitado hasta la saciedad. Para muestra, su guitarra, Frankenstrat, ideada por él mismo y que aunaba lo que más le gustaba de Fender y Gibson, las dos principales marcas de seis cuerdas. Le añadió un puente flotante -Floyd Rose, para los entendidos- que llevaba el efecto de palanca a un extremo mayor de lo que hacía una Stratocaster al uso. Y así conseguía imitar cualquier tipo de sonido, algo que ya había iniciado Hendrix y continuaría Tom Morello como máximo exponente de este tipo de experimentación.

A mediados y finales de los 70, la delgada línea que separaba el hard rock del heavy metal era ya del todo difusa. La banda impulsó la nueva popularización del género, con un carácter más festivo en su música que también la hacía más comercial (y viceversa). En Van Halen también se notaba la influencia del glam -hasta Led Zeppelin acabaron ahí en su última etapa-, como prueban los espectáculos que montaban para los conciertos. Al otro extremo, aparecían no muy lejos -en San Francisco- unos chavales que amenazaban con “matarlos a todos” en su presentación y se hacían llamar Metallica.

Virtuoso atento al temazo

Eddie Van Halen conseguía que las miradas se centraran más en la guitarra que en el cantante, al igual que ya hacía Angus Young en AC/DC. Todo, y en esto también coincide con los australianos, sin dejar de quitar protagonismo al conjunto. Era un virtuoso, pero también atento al temazo, vaya. Discípulos como Joe Satriani, Steve Vai o Yngwiee Malmsteem se quedaron solo con la primera parte.

Van Halen conseguía que las miradas se centraran más en la guitarra que en el cantante

Si bien el debut les consolidó a la primera de cambio, hubo que esperar varios discos -iban a álbum por año- hasta que pegaran otro pelotazo. Fue 1984 -del mismo año-, donde estaba 'Jump', 'Panamá' o 'Hot For Teacher'. En la lista Billboard se tuvo que conformar con la medalla de plata. Demasiada competencia aquel año: 'Thriller' de Michael Jackson podía con todo. Eso sí, participó en el álbum con el solo épico de 'Beat it'.

"En 1984 conseguí unos sonidos de guitarra que creo que marcaron un antes y un después de este disco. Es algo que no noté en su momento, y que sólo el paso del tiempo me ha permitido descubrir", dijo el propio Eddie Van Halen en una entrevista posterior. Un año después discutió con el cantante David Lee Roth, que fue sustituido por Sammy Hagar, que pasó una década en la formación. Las peleas con ambos han sido una constante en la historia de la banda, aunque no ha quitado que ambos hayan tenido idas y venidas en reuniones posteriores.

Ya en los 90 llegó el gran bajón de Van Halen, fruto de otro movimiento pendular a toda aquella parafernalia. El grunge de Seattle había llegado para apoderarse del mundo de las guitarras, eliminando sofisticación y ganando oscuridad y potencia. Aun así, Van Halen también tuvo una influencia en aquella escena. Mike McReady, guitarra de Pearl Jam, acostumbra a versionar Eruption en conciertos. “Empecé a tocar la guitarra un año después de que saliera Van Halen. Sonaba como si Eddie fuera de otro planeta y la energía era innegable. Eddie era como Mozart para la guitarra. Cambiaba todo y tocaba con el alma”, ha escrito en memoria del fallecido.

Ya en horas bajas, en 1995, acudieron a España por primera y última vez en una gira con extraños compañeros: Pretenders. En Madrid no llegaron ni a la mitad del aforo entre ambos. En Barcelona sí, pero porque Bon Jovi era cabeza de cartel. "Si quisiéramos triunfar a lo grande, podríamos hacer música más sosa, pero no nos interesa. Ni eso ni participar en concursos de belleza", dijeron entonces en entrevista con El País.

El guitarrista había tenido distintos problemas de salud desde los inicios del milenio, entre los que se cuentan los abusos de drogas, pero también un cambio de cadera o un cáncer de lengua que superó con éxito. Con una docena de discos publicados -y decenas millones de copias vendidas-, su último álbum publicado es de 2012. Ya entonces lidiaba con el cáncer de garganta que en 2015 le apartó de los escenarios y que, definitivamente, ha acabado con la leyenda viva del tapping.

Hubo un tiempo en el que no solo había héroes de la guitarra, sino que, además, se renovaban cada poco. Manos como las de Eric Clapton y Jimmy Hendrix prendieron la mecha de los grandes solos en los 60. Aquello, como se sabe, acabó en la explosión del rock progresivo en los años siguientes. La respuesta a este movimiento, que se fue agotando durante los 70, fue pendular: la sencillez, brevedad y crudeza del punk. Fue en ese momento, cuando nadie lo esperaba, cuando volvió a irrumpir un revolucionario de la guitarra eléctrica que consiguió resucitar a los grandes solos. Su nombre era Eddie Van Halen y, como saben, ha fallecido este martes a los 65 años de edad tras una década lidiando con un cáncer de garganta.

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