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Teatros al límite, primeros en cerrar y últimos en abrir (en septiembre con suerte)
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Teatros al límite, primeros en cerrar y últimos en abrir (en septiembre con suerte)

Los centros dramáticos no abrirán hasta después del verano por seguridad. El sector de las artes escénicas pide un protocolo unificado al Ministerio de Cultura para poder organizar la reapertura

Foto: Butacas vacías, teatro en tiempos de Covid-19
Butacas vacías, teatro en tiempos de Covid-19

Fueron los primeros espacios culturales en cerrar. Antes del sábado 14 de marzo, cuando el Gobierno anunció el Estado de Alarma, las salas de teatro ya sabían que iban a tener que bajar el telón. Muchos estrenos se quedaron a las puertas, las giras se congelaron y cundió el pánico, como relataron entonces algunos trabajadores del sector a este periódico temiendo casi por un cierre definitivo. Algunos tuvieron un poco más de suerte, como reconoce ahora a El Confidencial, Marta Pazos, directora de la compañía gallega Voadora, que acaba de ser reconocida con tres nominaciones a los premios Max por la obra ‘Je suis narcissiste’: “Estábamos preparando una obra para el Centro Dramático Nacional y sabían la situación por lo que hemos tenido muchísimo apoyo. Pero si te pilla en gira, es catastrófico. Si a nosotros nos hubiera pillado seis meses antes cerramos el chiringuito”. El paraguas de lo público que, junto a medidas como los ERTE, a los que ha accedido casi el 90% de la profesión, ha ayudado a no pocas compañías durante el confinamiento.

Después de los peores momentos de la tormenta, tanto las salas de teatro como las compañías comienzan ahora a ver un poco de luz y algunos resquicios para el regreso. En algunas comunidades autónomas ya se ha llegado a la fase uno que, aunque todavía no permite abrir los teatros, pone camino hacia la fase II en las que ya se podrá abrir con un tercio del aforo. Para la fase III, que presumiblemente en algunas comunidades podría darse el 8 de junio, ya se podría llenar la mitad del patio de butacas.

Desde las salas y las compañías se quiere ir despacio. Por varios motivos: seguridad sanitaria, por el miedo que pueda tener el público y el de los propios trabajadores


Sin embargo, desde las salas y las compañías se quiere ir despacio. Por varios motivos: seguridad sanitaria, por el miedo que pueda tener el público y el de los propios trabajadores y por la falta de protocolos para una desescalada en la reapertura de los teatros. Una normativa que, según los agentes consultados, tendrían que preparar desde ya las administraciones públicas y particularmente el Ministerio de Cultura. Por esa razón, los teatros serán también los últimos espacios culturales en abrir y, como han asegurado a El Confidencial tanto desde el ámbito público como el privado, no se prevé su reapertura hasta septiembre (y si no hay ningún rebrote)

¿Besar en escena?

Las preguntas son sencillas, pero las respuestas no son fáciles. De hecho, aún no hay. ¿Se podrá besar en escena? ¿Tocar? ¿Estar a menos de un metro de un espectador, por ejemplo, en el pasillo del teatro? “El hecho escénico es incompatible con las medidas sanitarias”, sostiene Carlos Morán, presidente de la Red de Teatros de España de Titularidad Pública, que agrupa a 800 espacios, desde el Teatro Colón de A Coruña, al Jovellanos de Gijón o los Teatros del Canal de Madrid. “Lo que tenemos que tener son los teatros preparados y eso hasta septiembre no se va a poder dar. Ahora mismo la ley dice que el propietario del espacio es el responsable de las condiciones higiénico-sanitarias así que si una cosa no se puede garantizar no se debería hacer porque no te puedes arriesgar a una reinfección”, añade.

placeholder Obra en la Muestra de Ribadavia
Obra en la Muestra de Ribadavia


Desde la Red de las Salas Alternativas, hasta 47 espacios privados en las 17 comunidades autónomas -como la Cuarta Pared en Madrid, La Fundición en Bilbao o la Tantarantana en Barcelona - la opinión es parecida. “Hemos decidido por el protocolo (que no hay), por el miedo y por la estigmatización, no abrir hasta septiembre. Vamos a afrontar el verano cerrados. En cualquier caso, nos quedaría el mes de junio que es el último mes de la temporada y es cuando se hacen muchas muestras de escuelas, que tampoco están abriendo. Así que no abrir tampoco es perder mucho. La temporada ya se ha perdido”, reconoce Jacobo Pallarés, al frente de esta red y del Espacio Inestable en Valencia.

Hemos decidido por el protocolo (que no hay), por el miedo y por la estigmatización, no abrir hasta septiembre


Los propios artistas también quieren tener un poco de cuidado. Pazos, en Voadora, no quiere correr riesgos. “Primero tienen que existir unos protocolos sanitarios. Esa debe ser la prioridad. Las personas que saben de eso deben marcar estos protocolos. Y cuando nosotros lo tengamos lo aplicaremos. Con esos limones haremos limonada. Pero no es que digamos que no vamos a hacer teatro. Y es algo mucho más complejo que los besos y los abrazos. Hay que reordenar las fases y ahora se trata de la protección de lo vulnerable”, manifiesta esta creadora que, insiste en que su compañía ha seguido trabajando -”mucho por zoom, pero ya lo hacíamos antes porque trabajamos con mucha gente internacional”- pero que, obviamente, han tenido que dejar en stand by la parte del montaje en el escenario.

¿17 protocolos en 17 comunidades?

El asunto del protocolo no es baladí. Ahora mismo hay una mesa sectorial en el INAEM, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y Musicales, el organismo público que se ocupa del sector y que depende del Ministerio de Cultura, para tratar de crear un cierto protocolo que marque las pautas para poner una obra de teatro en escena en tiempos del Covid. Pero no hay nada concretado. Desde la Red de Teatros de Titularidad Pública se han hecho algunas propuestas, “pero que tienen que ser avaladas por el Ministerio de Sanidad porque no puedes hacer algo por tu cuenta”, afirma Morán.

Además, si no se aúna un cierto protocolo común desde Cultura, se teme que se caiga en que cada comunidad y municipio -muchos de ellos son titulares de salas de teatro- ponga en marcha su propio protocolo. “Ese va a ser un problema gordo. Muchos coinciden en las ideas maestras pero no es sensato que no haya unas directrices comunes claras para que todo el mundo camine por la misma vía en este sector. Sería trágico que una compañía que cuando haga la contratación en un nuevo contexto con cada protocolo tenga que mandar diferente documentación según las comunidades. Es añadir más lío al lío. Los espacios teatrales son siempre iguales, hay unas butacas, un espacio escénico, una representación y un público. No hay mucha variedad por lo que debería haber una única norma en cuanto a su utilización”, añade Morán.

Va a ser un problema gordo. Muchos coinciden en las ideas maestras pero no es sensato que no haya unas directrices comunes claras para todo el mundo


Para Pallarés, que también se encuentra trabajando en esta mesa sectorial, el Ministerio de Cultura debe empezar a pensar en este asunto en serio “para no obligar a las comunidades, pero sí recomendar que esa normativa sería conveniente aplicarlo para todos. Porque en cuanto empiece la movilidad de las giras, ¿en cada comunidad vamos a tener una normativa diferente? Va a ser un cacao, una locura para todos tener que adaptarse a las diferentes normativas que puede haber. Debería ser un protocolo con el consenso de las comunidades, pero uno solo. En eso consiste lo de la cogobernanza que dice el presidente”.

Un sector no rentable y muy vulnerable sin ayudas

Además de la falta de un protocolo, en las salas y compañías también se reconoce que abrir a un tercio del aforo, aunque lo marque la fase II, no es rentable. Sobre todo en el sector privado, ya que, como sostiene Morán, “el sector público puede aguantar porque incluso podrían abrir ahora en fase II con 30 personas una sala de 600 butacas. Yo no lo veo muy realista y no es atractivo para nadie, pero se podría hacer”. En los privados es inviable: “Imagina en una sala pequeña de 100 butacas, meter a 30...En el sector privado no es viable. Un 50% es habitual porque no siempre llenas, pero el 33%... no hay retorno de ingresos. Abrirlo con ese público sería un poco correr y no se sabe hacia qué lugar”, manifiesta este gestor.

“Es que… ¡cómo van a abrir! No es lo mismo un teatro público que está protegido, que un teatro privado que programa teatro contemporáneo. ¡Claro que no puede abrir! Porque ni las salas ni los artistas podemos actuar al 30%”, argumenta a su vez Pazos.

¡Claro que no puede abrir! Porque ni las salas ni los artistas podemos actuar al 30% del aforo


Además, tampoco hay tanta prisa porque lo peor ya ha pasado. Así lo ven desde la red de teatro alternativo, donde a día de hoy nadie se plantea el cierre, a no ser que las cosas no mejoren. “Se ha visto es que se podían aguantar estos dos meses. Si no, algo mal habríamos hecho; ahora bien, en seis meses podría ocurrir. En dos meses no se puede decir yo cierro y más con las medidas de apoyo que ha habido, pero en seis tendría más sentido”, mantiene Pallarés.

placeholder Tito Andrónico, el año pasado en Mérida
Tito Andrónico, el año pasado en Mérida

Lo que sí ha demostrado la pandemia es que, pese a que las salas y compañías han podido sostenerse -buena parte de ellas por los ERTE y las ayudas- apenas hay una industria teatral consolidada en España. Es decir, un tejido industrial. Se está a mucha merced de los subsidios. Así lo dicen los implicados, que reconocen que necesitaban las ayudas: “Es que las artes escénicas es un sector que vive de los bolos, de las giras, porque no hay compañías residentes en los teatros. Y sin representaciones la cadena de valor se detiene y no se reciben ingresos”, comenta Morán. “Todo esto ha demostrado la vulnerabilidad del sector. Estamos acostumbrados a vivir en la cuerda floja. Nosotros hemos estado trabajando en todo lo que teníamos en preproducción. Pero es un trabajo que no está pagado, porque este país no es como otros. Aquí solo se considera trabajo la materialización, pero no la creación”, admite Pazos.

Los festivales como salvación (a día de hoy)

Los teatros estarán cerrados hasta septiembre, pero hay festivales que sí se celebrarán. Al menos, a día de hoy, esa es la idea en festivales como Mérida, el Grec, Almagro y otros como la Muestra Internacional de Teatro de Ribadavia, en Galicia, el festival teatral más antiguo de la comunidad y que se celebra durante varios días en julio. Al menos, esa es todavía la intención cuando la región ya ha conseguido entrar en fase I. Como indica a El Confidencial Roberto Pascual, director de este último, estos festival no son como los macroeventos de música, muchos de ellos cancelados a día de hoy. “Aquí el público es más ordenado, espaciado en el tiempo. Esto va a servir de motor económico y tabla de salvación para la hostelería, comercio y hay que pensar en eso”, manifiesta.

En el teatro el público es más ordenado, espaciado en el tiempo. Esto va a servir de motor económico y tabla de salvación


La idea es que estos festivales no se celebren en espacios cerrados y que haya unas medidas de seguridad. Por ejemplo, “nosotros lo celebramos en un castillo y dentro del castillo es un espacio abierto para un aforo de 850 personas y manteniendo la distancia de seguridad tendremos que reducirlo a 500 personas Eso sería razonable. Ribadavia tiene una judería, plazas, que se pueden habilitar con sillas para presentar espectáculos de pequeño formato. Sería convertir el pueblo en un macroescenario con distintos puntos”, explica Pascual. También cree que las obras deberán estar más espaciadas en diferentes días.

Si fuera así, le salvaría el verano también a muchas compañías que se han quedado paradas. “Los festivales tenemos que ser la plataforma para que no se pierda todo el trabajo anterior, para aquellas que no han podido estrenar o que han visto sus ensayos cortados en el medio del proceso. Ahora que, se tendrán que estudiar nuevos protocolos para que se pueda acoger a las compañías”, afirma Pascual.

De nuevo el asunto de los protocolos cuando todavía está todo por hacer. Por eso, Pallarés, desde la red de salas alternativas alerta: “Ahora parece que ya hay esos brotes verdes de los que se hablaba en la crisis anterior, pero todavía hay que tener cuidado con las expectativas, y sobre todo, con las ganas que tenemos todos de volver”.

Fueron los primeros espacios culturales en cerrar. Antes del sábado 14 de marzo, cuando el Gobierno anunció el Estado de Alarma, las salas de teatro ya sabían que iban a tener que bajar el telón. Muchos estrenos se quedaron a las puertas, las giras se congelaron y cundió el pánico, como relataron entonces algunos trabajadores del sector a este periódico temiendo casi por un cierre definitivo. Algunos tuvieron un poco más de suerte, como reconoce ahora a El Confidencial, Marta Pazos, directora de la compañía gallega Voadora, que acaba de ser reconocida con tres nominaciones a los premios Max por la obra ‘Je suis narcissiste’: “Estábamos preparando una obra para el Centro Dramático Nacional y sabían la situación por lo que hemos tenido muchísimo apoyo. Pero si te pilla en gira, es catastrófico. Si a nosotros nos hubiera pillado seis meses antes cerramos el chiringuito”. El paraguas de lo público que, junto a medidas como los ERTE, a los que ha accedido casi el 90% de la profesión, ha ayudado a no pocas compañías durante el confinamiento.

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