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El pacto del capó: el apaño chapucero que une el 23-F con el 'procés'
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El pacto del capó: el apaño chapucero que une el 23-F con el 'procés'

El periodista Martín Prieto -muerto hace unos días- escribió un libro sobre el juicio a los militares golpistas del 23-F con extraños ecos sobre la actualidad

Foto: La presidenta del Congreso, Ana Pastor, muestra los disparos del 23-F a un grupo de guardias civiles. (EFE)
La presidenta del Congreso, Ana Pastor, muestra los disparos del 23-F a un grupo de guardias civiles. (EFE)

Ver el mundo en un grano de arena: se podría escribir una historia secreta de España solo con performances en capós de coches. En serio.

Arrancamos con una analogía histórica tan recurrente como polémica: el 'procés' es tan grave como el 23-F. Todo el peso de la ley debería caer, por tanto, sobre los independentistas catalanes. ¿Se sostiene la comparación entre ambos juicios? Como diría un gallego: se sostiene si uno quiere que se sostenga, y no se sostiene si uno no quiere que se sostenga, que para algo existe el sesgo ideológico… Lo que es seguro es que se está opinando sobre un juicio de 1982 del que probablemente nadie se acuerde, así que no está de más refrescar la memoria. Eso sí: dado que las comparativas entre épocas siempre son resbaladizas -por lo que tienen de enmiendas a la totalidad- quizá lo mejor sea ir a los detalles en busca de inspiración.

¿Rebelión o sedición? Una de las claves del juicio al 'procés' es demostrar si hubo o no violencia. Siempre se recurre a la misma imagen icónica para dilucidar la cuestión: 20 de septiembre de 2017, Barcelona, concentración frente a la Consejería de Economía, los Jordis arengan a las masas desde el capó de un coche tuneado de la Guardia Civil (sí, probablemente a Tarantino no le parecería una imagen suficientemente violenta para una de sus películas, pero Tarantino no es -todavía- magistrado del Tribunal Supremo. ni España -de momento- el plató de ‘Kill Bill’).

Pues bien…

Truco o trato

Hace unos días murió el periodista Martín Prieto. Un histórico. En 1982, cubrió para ‘El País’ el juicio (militar) a los golpistas del 23-F. Luego volcó sus crónicas en un libro de culto: 'Técnica de un golpe de Estado', que se vende a 700 euros de segunda mano.

Ocurre que la imagen clave del juicio al tejerazo transcurrió también en un capó. Hacia las 10:30 de la mañana del 24-F, Tejero pactó las condiciones de su rendición: exigió, entre otras cosas, que los asaltantes con rango inferior a teniente no fueran juzgados. El papel se firmó sobre el capó de un vehículo militar, un Land Rover, fue bautizado como el "pacto del capó" y casi nadie supo de él hasta tiempo después (y sí: como demostró la ruta del bakalao, todo lo interesante en este país sucede en los capós de los coches).

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De los 288 hombres que asaltaron el Congreso diecisiete eran oficiales. El resto burló toda responsabilidad penal. Pero hay más, la redacción del pacto del capó vino con chapuza sintáctica: debido a un error, los tenientes de la Acorazada que participaron en la asonada se libraron de la quema, no así los tenientes de la Guardia Civil.

Lo contó Martín Prieto en sus crónicas y columnas sobre el juicio:

1) “El testigo teniente coronel Eduardo Fuentes Gómez de Salazar, de la división de Inteligencia del Estado Mayor del Ejército, es el hombre que en la mañana del 24 de febrero se ofrece voluntario para extraer de su impasse el pudrimiento del Congreso secuestrado. Busca de Pardo Zancada y de Tejero condiciones negociables de rendición, toma notas para su propio recordatorio en un papel del Congreso, que luego sería firmado por los secuestradores y por el general Armada sobre el capó de un jeep y tenido como documento de capitulación. Gómez de Salazar aparece dolido: acaso su nerviosismo le hizo equivocar su sentido de la sintaxis, hasta el punto de que en tal documento aparecieran los tenientes de la Acorazada como exentos de culpa y los de la Guardia Civil implicados”.

2) “Los abogados insisten en el hecho de que los tenientes de la Guardia Civil estaban siendo procesados, en tanto los tenientes de la Acorazada estaban en sus casas... Hacen muy bien desde el momento en que el asunto -ese supuesto agravio comparativo Guardia Civil/Ejército- está emponzoñado desde antes del inicio del proceso... El agravio comparativo no reside en la presencia como encausados de los tenientes de uniforme verde, sino en la ausencia de los tenientes de caqui con el anagrama y la tanqueta en la manga izquierda. Y, tampoco hay que olvidarlo, de los números de la Guardia Civil, protagonistas del asalto al Congreso y alegremente exonerados de cualquier responsabilidad. Pero éste parece ser el signo de esta causa: no sólo no se desvelan nuevos hechos, sino que se abren desagües para que por ellos desaparezcan presuntos implicados”.

3) “A pocos les cabe en la cabeza la validez jurídica del pacto del capó, firmado por otro encausado en representación de más altas instancias y, en cualquier caso, obtenido bajo presión de las armas… Como si el 23 de febrero este país estuviera en estado de guerra, diplomáticamente declarada, entre dos potencias: de un lado España, de otro Tejero, Pardo Zancada y Camilo Menéndez, como potencias derrotadas. Hasta como broma es excesivo. Las autoridades que el 23 de febrero bregaron por restablecer la normalidad en la nación utilizaron -como era su deber- todos los subterfugios a su alcance, pero ninguno puede obligarles -ni aún apelando a un honor militar del que los rebeldes empezaron por dimitir- a suscribir ahora en libertad lo que aceptaron bajo tan tremenda coacción… No hace faIta ser una lumbrera del Derecho para tener por enjuiciables a todos los que aquella noche vapulearon el honor del país vejando a sus representantes. Y tan dignos de juicio son los tenientes de este o de otro cuerpo castrense; a ninguno les libera el libre albedrío que reconocen las Ordenanzas Militares y que impide la comisión de delitos amparada en la cómoda manta de la obediencia al mando natural”.

Los perfiles

Pese a que estas crónicas judiciales están necesariamente llenas de detalles coyunturales que ahora no tienen interés alguno, el libro de Martín Prieto ha resistido bien el paso del tiempo. La clave son sus perfiles del melodrama golpista -Tejero, Armada, Milans- personajes inmortales de la España negra.

-Tejero según Martín Prieto:

Lo de Tejero es un intento kamikaze de llevárselo todo por delante en un proceso de siembra de sospechas del que nadie se libra

“De media estatura, sólido, provisto de una extraña mirada a ratos vacía, en ocasiones de una extrema dureza, saluda a taconazos al Tribunal y responde con voz gangosa, marcado acento de la baja Andalucía occidental y vocabulario arrabalero, en ocasiones fronterizo con la insolencia. … Oficial vehemente, impulsivo, acaso compulsivo, vivaz… El teniente coronel deviene en bomba volante incontrolable que va salpicando incardinaciones golpistas a diestro y siniestro… Un intento kamikaze de llevárselo todo por delante en un proceso de siembra de sospechas del que nadie se libra… Tejero parece: un hombre que aún ante un Tribunal quiere seguir pegando en la cara… Tejero ya lo dijo en el juicio: 'Yo soy de los que creo que si se golpea esa pared con la cabeza acabará por ceder'. Piensa ya en cómo abandonará su cautiverio y de qué manera urdirá su tercer golpe de mano contra este Estado”.

-El abogado de Tejero según Martín Prieto:

“Botarate, perillán, dicen que camorrista y, por lo escuchado ayer, historiador aficionado... En línea con su alteza de miras no pidió la venia a la Sala, sino a España. Este muchacho sólo informa para la patria y la posteridad… Dio comienzo a una pieza oratoria mentalmente mortal de necesidad. … Periodistas y familiares repetían en la Sala los ejercicios de ruptura de sueño del general Odre Wingate en Birmania para poder seguir avanzando por la selvática floresta argumental de este letrado. Escapadas generalizadas al patio exterior en procura de cafés y desafiando los elementos... para poder soportar la inclemencia de este martillo de demócratas”.

-Armada según Martín Prieto:

1) “Como el protagonista de la fábula de Kipling, Armada quería ser Rey, (o presidente del Gobierno) en una estrategia de sobreentendidos, medias verdades, citas fuera de contexto o distorsiones de la realidad. Un hombre que aparece tentado por las brujas de Macbeth y al que se ve imperturbable, sentado hombro con hombro con Milans, con una cierta impasibilidad y resignación orientales en su expresión”. ".

Como el protagonista de la fábula de Kipling, Armada quería ser Rey, en una estrategia de sobreentendidos, medias verdades, citas fuera de contexto o distorsiones de la realidad

2) “Armada, quizá sinuoso por naturaleza, desarrolla una autodefensa basada en la práctica rural de marear a la perdiz… Raramente contesta sí o no, y aún menos con énfasis; sus construcciones verbales son curvilíneas, rodea constantemente el objetivo intelectual al que quiere acercarse, para, muchas veces, acabar huyendo de él. Conociendo su cultura no es difícil atribuirle una lectura sosegada de ‘La estrategia de la aproximación indirecta’, del coronel Liddell Hart, el mejor tratadista británico y acaso mundial de temas militares. Si a Armada se le preguntara en la sala si es autor directo de un crimen de sangre es harto probable que no contestara con una indignada y cortante negativa; comenzaría aduciendo que las cosas son en esta vida más complicadas de lo que parecen y que si se le permite procederá a un exordio previo”.

El Armada de Martín Prieto es, en definitiva, un enredador profesional. Por eso suena extraño lo dicho por el escritor Andrés Trapiello en una entrevista reciente: "[El 'procés'] Ha sido un atentado gravísimo, desde luego. Como lo fue el 23-F. Pero comparados con Puigdemont y Junqueras, Tejero, Armada y Milans del Bosch parecen hombres de honor; reconocieron su fracaso y aceptaron las penas impuestas". Un recordatorio amistoso para Trapiello: Armada se fue a la tumba sin reconocer haber participado en golpe de Estado alguno. Tal cual. Según él, lo único que hizo fue intentar salvar la democracia en nombre del Rey. He aquí uno de los problemas de las analogías históricas: A fuerza de comparar para subrayar la gravedad del 'procés', ¿no estaremos banalizando el 23-F?

El espía

El perfil favorito de este periodista es el de José Luis Cortina, el hombre del CESID en el golpe y uno de los últimos grandes misterios de la democracia: cuatro décadas después, las teorías sobre el rol de Cortina van desde que fue el verdadero cabecilla del 23-F... hasta que les tendió una trama a los golpistas para neutralizarlos. El caso es que Cortina fue procesado... y finalmente absuelto, quizá porque no había hecho nada, quizá por control de daños (que el juicio no salpicara demasiado al Estado), quizá por su despliegue verborreico durante el juicio. Cortina según Martín Prieto:

“Cortina, jefe de operaciones especiales de la inteligencia militar y presunto hombre-puente entre Armada, Milans y Tejero. Cortina: un hombre que despachaba directamente con Rodríguez Sahagún cuando éste era ministro de Defensa, tenido por inteligente, silencioso y sinuoso. Dos teorías extraprocesales: o aceleró el golpe por cuenta de esa trama civil que no se sienta en el banquillo o intentó provocarlo para desactivarlo, se pilló los dedos y ahora no puede contar lo que sabe… Ya se corre la voz, entre oficiales que han conocido a Cortina, de que éste es experto en transformismo”.

El Cortina descrito por Prieto recuerda al comisario Villarejo que entrevistó Jordi Évole en ‘Salvados’: un hombre aparentemente confuso, que parece (muy) tonto pero que igual es (muy) listo; cuya (engañosa) incapacidad para expresarse con claridad solo es comparable a su (ingente) capacidad para embarrar el terreno de juego. Atentos:

1) “Interrogar, aún mediando tortura, al comandante Cortina tiene que ser un sufrimiento superior a las limitadas capacidades humanas de resistencia. La imagen de un feroz interrogador de Cortina acabando sudoroso y exhausto por confesar sus propias fechorías ante su indefenso interrogado no es del todo una historieta jocosa…. Por su inimiaginable capacidad para hablar, hablar, hablar y no llegar a ninguna conclusión, a ninguna aseveración concreta, al reconocimiento de alguno de los hechos que se le pretenden imputar... hay momentos en que lo que dice carece sencillamente de sentido lógico, hilación, sujeto, verbo y predicado. Ni siquiera puede en su caso escribirse de metalenguaje: el comandante Cortina abusa del pre-lenguaje, balbuciendo oraciones como el que traduce a un idioma mal aprendido. Los periodistas han tenido que echar el resto para traducir coherentemente el interrogatorio de este hombre que todo lo niega y, si queda algo, lo embarulla”.

Se ha abusado del vicio nacional de la tertulia de café, vivero de indiscreciones y despropósitos. Ya decía Azaña que la mejor manera de guardar un secreto era escribirlo en un libro

2) “Es un prodigio para las construcciones verbales derivativas y subordinadas; abre canales, acequias, desagües, ramales laterales a medida que progresa su pensamiento, hasta perder a su auditorio en frondosidades tales como la utilidad del Vip's madrileño de Velázquez o de las cafeterías de los hoteles Cuzco y Eurobuilding... Algo hemos sacado en claro: nuestros servicios secretos son asiduos del Cuzco y el Eurobuilding. Tejero dijo de él que en la entrevista que mantuvieron en casa del comandante -que este niega- lo encontró 'borracho de verborrea'. Por una vez Tejero resulta creíble y hasta puede decirse que se quedó corto en la calificación. Sea como fuere es obvio que el comandante Cortina está excelentemente entrenado; quienes le conocen se hacen lenguas de su habilidad y talentos y, obviamente, el jefe de operaciones especiales del CESID (inteligencia de la Defensa) no puede ser el hombre confuso y simple que parece hacer creer el interrogado”.

Mentira la mentira

El juicio, en definitiva, fue como la famosa canción de Manu Chao: Mentira la mentira. Mentira la verdad. Todo es mentira en este JUICIO. Todo es mentira la verdad. Todo es mentira yo me digo. Todo es mentira, ¿por qué será?... El juicio del 23-F es un juicio, y por tanto, se le pueden encontrar parecidos con el del 'procés' (y con cualquier otro) en un sentido: los acusados tratan de embarullar la verdad en defensa propia.

Tres píldoras de Martín Prieto sobre verdades y mentiras judiciales para rematar:

1) “Visto este juicio para su sentencia poco más que al principio sabemos sobre aquellos sucesos. Convencimientos morales (de los que tendrá que abusar el Tribunal para redactar los hechos probados), evidencias recabadas de la lógica de las cosas, deducciones traídas por los pelos del sentido común y un cúmulo de verdades a medias que enredan esta historia contada por un mentiroso antes que por un loco”.

2) “Podría decirse sin desdoro para nadie que ambos (Milans-Armada) dicen una serie de verdades, los dos ocultan otras y entre esas dos aguas buscan su resquicio de salida. Y, por supuesto, que aquí se ha abusado mucho del vicio nacional de la tertulia de café, vivero de indiscreciones, exageraciones y despropósitos. Ya decía Azaña que en este país la mejor manera de guardar un secreto era escribirlo en un libro”.

3) “Armada, todavía entero pese al durísimo castigo de la jornada, extrajo de la perpleja seriedad que hasta ahora le caracteriza una inédita ironía campesino-galaica. ‘Mire usted, con el permiso de la Presidencia voy a responder con un dicho de la sabiduría popular: En este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira’. Risas generalizadas, acaso por no llorar”.

¿Les recuerda a ustedes todo esto al juicio el 'procés'? ¿Es el 'procés' y el 23-F la misma cosa? Todo depende del color del cristal con que se mira. ¿Quieren una respuesta más clara? Como diría el Gran Wyoming: “Hasta aquí las noticias, ahora les contaremos la verdad”...

Ver el mundo en un grano de arena: se podría escribir una historia secreta de España solo con performances en capós de coches. En serio.

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