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La increíble aventura de los refugiados que fundaron una nueva Barcelona en Serbia
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La increíble aventura de los refugiados que fundaron una nueva Barcelona en Serbia

'Cuando se vaya la niebla' es una novela que recupera la historia real de los exiliados catalanes de la Guerra de Sucesión que quisieron fundar una nueva Barcelona en Serbia

Foto: EFE/Alberto Estévez
EFE/Alberto Estévez

En el verano de 2014, la periodista Andrea Rodés (Barcelona, 1979) emprendió un viaje por los Balcanes hasta llegar a la región de Voivodina, al norte de Serbia, en la frontera con Rumanía y Hungría. Uno de los lugares quizá más multiculturales de Europa, donde conviven hasta ocho etnias distintas entre serbios, croatas, rusos, rumanos y eslovacos. Cosas del antiguo imperio austrohúngaro. Allí se topó con la sorprendente historia real de la ciudad de Zrejanin, a la cual en el siglo XIX este imperio envió a unos refugiados de la Guerra de Sucesión española que vivían en Viena, junto a los alemanes suabos, para repoblarla, ya que recientemente la habían conquistado a los turcos. Y estos refugiados, muchos de ellos catalanes y valencianos, decidieron fundar allí una Nueva Barcelona. La aventura salió mal, ya que era una zona devastada y llena de mosquitos. O murieron o regresaron a Viena. Pero Rodés se quedó con la historia y de ahí surgió la semilla de su nueva novela 'Cuando se vaya la niebla' (editorial Huso, 2019). Y justo en un momento en el que en la Barcelona original ya se escuchaban los tambores de lo que ocurriría en 2017.

placeholder Portada de 'Cuando se vaya la niebla'
Portada de 'Cuando se vaya la niebla'

"En aquella época ya estaba todo un poco caliente en Cataluña con todo el tema de 1714. Me cansaba mucho porque había mucha propaganda sobre este hecho histórico que en realidad formaba parte de una guerra europea y en su momento no se veía como algo nacionalista", cuenta Rodés a El Confidencial sobre su interés porque otros ciudadanos hubieran decidido montar otra Barcelona a varios miles de kilómetros de distancia. Y para que no haya dudas también señala: "Yo soy de lo más catalana que te puedas encontrar, pero se organizaron muchas cosas como una exposición en el Museo del Born sobre las ruinas de 1714 y sentía vergüenza y nada de orgullo". Aquel 2014 este museo lo dirigía Quim Torra.

Tras regresar de los Balcanes y buscarse la vida como periodista 'freelance', Rodés volvió a aquella región de Voivodina y entró en contacto con una población, "que siguen siendo los malos de la historia, porque están en Serbia", pero que sigue siendo muy pobre. "Aunque ya no haya guerra sí que viven como en una posguerra. Los matones del partido de Milosevic todavía andan por allí, pero lo cierto es que hay un ejercicio por intentar dialogar", sostiene. Además, se cruzó con toda la oleada de refugiados de la guerra en Siria, lo que también abundó en esa relación con los refugiados catalanes de un par de siglos antes.

Un parque temático con el 1714

Así fue como nació 'Cuando se vaya la niebla', la historia de Naiara, una joven de Calella (Barcelona) que llega a Zrejanin tras leer unas cartas de su familia y conocer que tiene familiares perdidos en Serbia de los cuales desconocía su existencia. Allí también contacta con los refugiados sirios mientras un profesor catalán le ayuda con la traducción de las cartas escritas en serbio. "El profesor está obsesionado con 1714 y lo de la Nueva Barcelona, y ella acaba descubriendo que la Generalitat está intentando crear un parque temático sobre este tema. Se quieren gastar mucho dinero para promover que los catalanes llegaron allí y crearon una Nueva Barcelona", explica Rodés. Esa es la parte de ficción. La broma y la parodia. "Luego me imaginé que habría gente que reaccionaría de forma enfadada, ya que hay problemas mucho más graves en Cataluña. Gente con carreras que no llega a fin de mes y que está perdiendo el tiempo con estas chorradas", indica.

placeholder Un centro comercial abandonado en Zrenjanin. (A. Rodés)
Un centro comercial abandonado en Zrenjanin. (A. Rodés)

Pero detrás de la broma se oculta lo que esta periodista vio en esta región de Serbia que está muy ligada a Rumanía. De hecho, en un pueblo de Voivodina nació la escritora y premio Nobel Herta Müller, de nacionalidad rumana, pero de lengua materna alemana, una muestra de la mezcla de este lugar (que también ha contado con sus propias crisis). "Lo que quería contar es que las fronteras siguen siendo una mierda y espolearlas solo trae guerras y crisis de refugiados. Y yo pertenezco a una generación en la que nos han enseñado la Europa sin fronteras", sostiene Rodés. En su periplo por la zona recuerda que mucha gente le decía "no sé qué hacéis con tanta bandera porque es muy fácil encender la llama del sentimiento en la gente, ya que tan solo hace falta crear un conflicto y controlar a los medios de comunicación", afirma. Y lo más desesperante: "Aquello estaba lleno de refugiados y de gente muy pobre y me decían que cómo era posible con los lugares que hay en España donde se vive tan bien", añade.

El libro lo escribió en el verano de 2016 y poco tiempo después saltaría el 'procés'

El libro lo escribió en el verano de 2016 y poco tiempo después saltaría el 'procés'. "Yo pensaba que todo el mundo iba a reaccionar como los de Parlem, con el diálogo, pero entendí que hay un componente emocional en el nacionalismo que hasta entonces no era capaz de verlo. Yo soy muy racional y si veo una bandera o un himno me provoca rechazo. Me río de cualquier nacionalismo radical. Tampoco me gusta el discurso españolista del PP", comenta. No tiene miedo a que su libro sí produzca rechazo. "Si tienes sentido del humor no pasa nada. Hay gente de mi entorno muy independentista que se ha reído", sostiene, aunque también recuerda que durante el 'procés' observó algunos comportamientos que no se habían producido antes. "No pensaba que amigas mías se iban a enfadar conmigo y alguna se ha llegado a levantar de la mesa y se ha ido. También es que ahora hay gente muy enfadada con todo este tema porque han dado mucho dinero para eso. La ANC y Omnium se han dedicado a recaudar todo el tiempo. Han montado todo un tinglado para financiar esto y claro, toda la gente que donó se puede sentir mal al ver que no se ha conseguido nada", señala.

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Andrea Rodés

La periodista, que ha sido corresponsal en China y ha escrito otros libros como 'Por China con palillos', 'Lluny de Pequín' o 'Viaje al Ussuri'. Tras los pasos de Derzu Usala, ya tiene prevista otra próxima historia, aunque esta estará alejada del 'procés', aunque quizá no tanto. "Volví a China diez años después de los JJOO, y quería un tema de cuando llegas a los 40 y te replanteas muchas cosas. Durante el 'procés' mi padre estaba enfermo y pensaba, cómo no le puedan operar por una manifestación me los cargo. Me di cuenta de que la sanidad pública funciona de coña. ¡Y nos la queremos cargar! Así que la novela también va de eso y de qué pasa cuando nuestros padres se hacen mayores". Porque al final todo afecta, pese a que algunos solo vean sus propios intereses.

En el verano de 2014, la periodista Andrea Rodés (Barcelona, 1979) emprendió un viaje por los Balcanes hasta llegar a la región de Voivodina, al norte de Serbia, en la frontera con Rumanía y Hungría. Uno de los lugares quizá más multiculturales de Europa, donde conviven hasta ocho etnias distintas entre serbios, croatas, rusos, rumanos y eslovacos. Cosas del antiguo imperio austrohúngaro. Allí se topó con la sorprendente historia real de la ciudad de Zrejanin, a la cual en el siglo XIX este imperio envió a unos refugiados de la Guerra de Sucesión española que vivían en Viena, junto a los alemanes suabos, para repoblarla, ya que recientemente la habían conquistado a los turcos. Y estos refugiados, muchos de ellos catalanes y valencianos, decidieron fundar allí una Nueva Barcelona. La aventura salió mal, ya que era una zona devastada y llena de mosquitos. O murieron o regresaron a Viena. Pero Rodés se quedó con la historia y de ahí surgió la semilla de su nueva novela 'Cuando se vaya la niebla' (editorial Huso, 2019). Y justo en un momento en el que en la Barcelona original ya se escuchaban los tambores de lo que ocurriría en 2017.

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