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Nacho Carretero, después de 'Fariña': "Una sociedad madura tiene que saber ofenderse"
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ENTREVISTA

Nacho Carretero, después de 'Fariña': "Una sociedad madura tiene que saber ofenderse"

El periodista publica un libro sobre el preso español Pablo Ibar, que pasó 16 años en el corredor de la muerte; Bambú ya planea una producción

Foto: El periodista acaba de publicar 'En el corredor de la muerte' (Miquel González)
El periodista acaba de publicar 'En el corredor de la muerte' (Miquel González)

“Mi vida se paró en 1994”. Se lo dijo Pablo Ibar a Nacho Carretero, al otro lado de una mampara de cristal. Ibar, español nacido en Florida, es sobrino del mítico boxeador José Manuel Urtain y lleva 24 años preso, dieciséis de ellos en el corredor de la muerte. El caso que lo mantiene encerrado entre cuatro paredes se remonta a junio del 94, cuando se encontraron sin vida los cuerpos del dueño de un local nocturno de Florida, Camisir Sucharski, y de las jóvenes Sharon Anderson y Marie Rodgers. Una investigación policial terminó señalando a Ibar y a Seth Peñalver como culpables. Fue el inicio de un denso proceso judicial, de juicios anulados, de una “tragedia griega” con una falta de pruebas que se sujetaban en un vídeo borroso, y una defensa ineficaz por parte de un abogado de oficio que terminó esposado. Peñalver fue absuelto. Ibar continúa aislado del mundo exterior, pero siempre se declaró inocente.

placeholder 'En el corredor de la muerte' (Espasa)
'En el corredor de la muerte' (Espasa)

En el corredor de la muerte’ (Espasa, 2018) es el nuevo trabajo de investigación del periodista Nacho Carretero, autor del bombazo ‘Fariña’ y que recorre la rocambolesca odisea en la que se ha convertido la vida detenida de Ibar. Carretero se sumergió en el caso en 2012. Charló con su padre, con su mujer Tanya y visitó al propio Ibar, que narró su historia enfundado en el mono naranja que le identificaba como condenado a muerte. Cuando el periodista regresó a España, siguió en contacto con él, recibiendo la correspondencia que enviaba desde las prisiones de Broward o Raiford. Todo ello le ha valido a Carretero para engendrar un nuevo libro, ensamblado fielmente con los recuerdos y palabras de Ibar y sus familiares, y con un lenguaje “parco” con el que no quiere permitirse licencias para opinar.

La prisión de Raiford fue el único mundo conocido para Ibar desde que en el año 2000 fuera condenado a muerte. En el pueblo es habitual encontrar carteles que advierten de la presencia de presos trabajando. En verano la temperatura supera los 40 grados, algo “insoportable” en el corredor de la muerte. En 2016, el Tribunal Supremo de Florida decretó que Ibar no había tenido un juicio justo y fue trasladado. El próximo mes de octubre, el español podría ver una puerta abierta tras el nuevo juicio.

PREGUNTA: Dices que la vida de Pablo Ibar es una historia digna de ser contada, ¿por qué? ¿Qué te atrae de él?

RESPUESTA: Desde un punto de vista periodístico hay vidas que a los periodistas nos hacen saltar el chip. En el caso de Pablo es una historia muy rocambolesca, con unos giros tremendos, que no es habitual. Entré en contacto con esta historia por una conversación con Tanya, su mujer, a través de Skype, hace unos años, cuando trabajaba en el diario Qué. Encaré un poco con desgana al principio esa conversación. A priori, no tenía nada de especial, hay muchos casos así. Pero cuando empezó a contar lo que había ocurrido con su abogado, la indefensión, un poco como era su vida y el carácter de esta familia, me convencí de que era una buena historia y que se podía contar de una forma casi novelesca.

P: Tu forma de acercarte a este caso es totalmente diferente, pero me recuerda mucho a la devoción por la figura del asesino o recluso que tiene club de fans, como Jeffrey Dahmer. ¿Qué te parece ese morbo por lo malo?

R: Es que es un género en sí mismo en los últimos años. Es lógico que genere fascinación, porque estamos hablando de una persona que se enfrenta a una tragedia definitiva, su vida. Una tragedia en el sentido griego. Además, son historias que constantemente invitan a la reflexión sobre la muerte, la justicia, la redención, el castigo, la venganza… Eso atrae mucho.

placeholder Pablo Ibar charla con Nacho Carretero en el corredor de la muerte, en 2012 (Emilio Navarro)
Pablo Ibar charla con Nacho Carretero en el corredor de la muerte, en 2012 (Emilio Navarro)

P: Has entrevistado en dos ocasiones al propio Ibar en el corredor de la muerte en la cárcel de Florida. ¿Cómo es un hombre que ha vivido 24 años encerrado?

R: Es muy difícil responder a eso porque es muy difícil llegar a conocer cómo es una persona que lleva 24 años encerrada, que se dice pronto. Hay que pensar lo que es estar encerrado un día tras otro y en lo que has hecho los últimos 24 años. ¿Dónde estabas hace 24 años?

P: Yo tenía un año.

R: Pues fíjate (risas). En tu caso ha pasado todo en 24 años. Este hombre no ha hecho nada, ha sumado cero. Ha estado en una celda de dos por tres metros de la que solo puede salir unas horas a la semana, esperando a morir. Pablo, en la correspondencia, me contaba que una de las cosas que más le impacta de allí es cómo la gente pierde la cabeza. Ver cómo entra alguien en el corredor, una persona con la que puedes hablar, que tiene su coherencia y su conversación, y que al cabo de un año o dos se le ha ido la cabeza y camina por el patio ida.

En el caso de Pablo, la primera impresión es que es una persona que tiene una idea fija como un ancla en su vida y va a por ella: que es inocente. Quiere demostrarlo, limpiar su nombre y salir libre. Eso es un motor que le hace atravesar una tormenta en la que la mayoría de la gente se ahoga. Ahora, es como atravesar una turbulencia: el avión sale pero igual sale con daños.

P: Por lo que se lee en tu libro, se le ve muy sereno.

R: El tiene su idea fija y además mucha fuerza mental. Además hay que tener en cuenta algo: cuando hablas con él o le lees, lees las palabras de alguien que se juega la vida. Cada palabra para él es importante y puede influir en su caso. Es un hombre calculador. Una declaración fuera de tono, una incoherencia o contradicción le puede pasar factura porque la Fiscalía podría utilizarlo. Si sabes que cada vez que hablas te juegas la vida, tu discurso se adapta a eso. Es muy difícil encontrar a un Pablo con naturalidad. Cuando salga, si sale, igual podemos descubrir a esa persona.

placeholder Pablo Ibar muestra su tarjeta de identificación de la prisión de Raiford (Emilio Navarro)
Pablo Ibar muestra su tarjeta de identificación de la prisión de Raiford (Emilio Navarro)

P: ¿Cómo se entiende que en EEUU la mayoría de la población esté a favor de la pena de muerte? Sobre todo, desde la mentalidad europea.

R: Es que es una pregunta muy compleja pero es súper interesante. Yo tampoco sé la respuesta. A esta historia me asomo como un narrador que captura esos hechos. A partir de ahí, toda la reflexión que viene derivada sobre la concepción de la justicia en EEUU, sobre el sentido del sistema o por qué un porcentaje tan grande de la población está a favor de la pena de muerte responde a factores históricos, ideológicos o culturales que a mí se me escapan. Pero está claro que allí una gran cantidad de gente considera la pena de muerte como algo necesario y la justicia como un castigo que hay que aplicar. Creo que ahí hay una confusión entre justicia y venganza. Puedo entender que los familiares de una víctima quieran que el asesino sea ejecutado, puedo entender esa pulsión humana. Es algo emocional. Pero no es justicia, precisamente la justicia debe estar por encima de eso.

Entró esposado y vio salir a su propio abogado también esposado. Imagino qué tipo de defensa tuvo Pablo

P: Pablo lamenta que la justicia estadounidense sea “un negocio”.

R: Él se refiere a que el abogado que tiene ahora cobra un millón y medio de dólares por su caso. Fíjate si es negocio. Su primer abogado era de oficio porque no tenía dinero para pagar uno. Para él resultó muy traumático ver como su abogado de oficio no le defendía. Estaba enfermo, se enganchó a medicamentos y acabó detenido por pegar a su mujer. Pablo se cruzó con él en la corte, entró esposado y vio salir a su propio abogado también esposado. Imagino qué tipo de defensa tuvo Pablo. Él pidió el cambio de abogado por indefensión y el juez se lo denegó. A día de hoy se sigue preguntando por qué.

Solo empezó a tener opciones cuando la Asociación Pablo Ibar se conformó y empezó a recaudar dinero para él. España, como país contrario a la pena de muerte, tiene también una partida presupuestaria destinada a ayudar a ciudadanos españoles condenados a muerte y Pablo también se benefició de ella. Por eso pudo contratar un abogado que garantice mínimamente salir del corredor de la muerte. Salir del corredor de la muerte es una de las cosas más difíciles que hay. Solo unos abogados especializados se encargan de eso porque cada vez que alguien sale es un daño al sistema. El coacusado con Pablo Ibar, Seth Peñalver, estuvo condenado a muerte, estuvo en el corredor y salió absuelto en 2012. Como eran piezas separadas, es lo que consideró cada juez.

placeholder Correspondencia de Nacho Carretero con Pablo Ibar (Emilio Navarro)
Correspondencia de Nacho Carretero con Pablo Ibar (Emilio Navarro)

P: El nuevo juicio empieza el uno de octubre, ¿intuyes por dónde irá el resultado?

R: Hay un asunto clave: la prueba más fuerte que tiene la Fiscalía es una captura de vídeo. Si la ves, es una persona que se parece mucho a Pablo. Solo faltaba que no se pareciese (risas). Pero a partir de ahí, hay que demostrarlo y para ello no hay pruebas físicas. De todo lo que se encontró en la escena del crimen, el ADN, en cinco pruebas, nunca coincidió. Después, todos los testigos fueron quedando invalidados. El único que quedó aseguró ver a Pablo por un retrovisor con el sol en contra y una luna tintada y empezó a demostrar la cantidad de irregularidades en su declaración o las presiones a las que lo sometió la Policía.

Finalmente, está el vídeo. A petición de Pablo y la familia, el abogado de oficio consultó a un experto forense para hacer un estudio facial y, desde una perspectiva científica, intentar decir si era Pablo o no. El forense dictaminó que no. Pero el abogado de oficio, por alguna razón que no se sabe, no llegó a contratarlo y no llegó a llevarlo a juicio. El vídeo quedó sin respuesta, pero fue lo que más impactó al jurado y acabaron condenándole. Creo que una de las claves ahora del abogado nuevo es invalidar el vídeo desde un punto de vista científico, invalidar al testigo y volver a insistir en que no hay evidencias de ADN.

P: Tiene mejor pinta.

R: Desde un punto de vista jurídico, tiene buena pinta, por decirlo así. Y desde el mismo punto de vista es difícil creer que se pueda condenar a alguien con este escenario. Es muy endeble. A partir de ahí, es una incógnita.

placeholder Tanya, la mujer de Pablo, con un retrato de su marido en la ciudad de Port St. Lucie, en Florida (Emilio Navarro)
Tanya, la mujer de Pablo, con un retrato de su marido en la ciudad de Port St. Lucie, en Florida (Emilio Navarro)

P: ¿Te consideras emocionalmente implicado con este caso? Ya te has hecho “colega” de Pablo.

R: Inevitablemente, emocionalmente te implicas. Cuando conoces a la familia, y además una familia como la de Pablo. Tanya es una persona increíble, súper fuerte, con una bondad y un corazón que llama la atención. Pocas personas me he encontrado así en la vida. Y Cándido es un señor paciente, bueno, con una desgracia encima… Cómo no. Es una reacción humana implicarte emocionalmente. Pero sí es verdad que uno de mis propósitos más claros era que esa vinculación emocional no se reflejase en el libro. Quise simplemente observar los hechos, intentar comprenderlos y explicarlos. Hasta el mismo lenguaje del libro es parco en ese sentido. Prácticamente todo lo que pongo viene de horas de entrevistas y de conversaciones, hasta los adjetivos. El hecho en sí parece una novela pero es un reportaje y yo intento no recrearme ni poner de mi parte para que los hechos hablen por sí solos.

P: Bambú vuelve a apostar por ti después de Fariña y ya te ha comprado los derechos de ‘En el corredor de la muerte’, ¿la historia en la que pones el ojo ya es un éxito asegurado?

R: (Risas) No lo sé, de momento lo que han hecho es comprar los derechos porque les ha gustado la historia pero ya sabes que puede traducirse en que el proyecto se produzca o no. El camino audiovisual es súper largo y complejo y es un primer paso por el que estoy súper feliz. Es verdad que cuesta creerlo, “¿otra vez? Qué maravilla”. Pero de ahí a que vaya a ser una serie o un éxito falta mucho camino.

El equipo de ‘Fariña’ será el que trabaje en el proyecto de 'En el corredor de la muerte'

P: ¿Algún avance que puedas contar?

La verdad es que no. Lo único que sé, que me lo comentó Ramón Campos, el productor ejecutivo, es que el equipo de ‘Fariña’ será el que trabaje en el proyecto a nivel de guionizarlo, dirigirlo o producirlo. Teniendo en cuenta que ‘Fariña’ salió bien… (risas). Yo también estaré implicado en la parte de guion. De momento es que es muy embrionario.

P: Dentro de lo preocupante que es que se secuestre un libro que es un trabajo periodístico, te han dicho muchas veces que ha sido un marketing brutal. ¿Tú lo ves así? ¿Te ha compensado?

R: Personalmente no me compensa porque es un capítulo desagradable. Como periodista, ver que tu trabajo está prohibido es muy frustrante. Ver que una jueza decide que tu trabajo queda secuestrado es algo que no le deseo a ningún periodista o escritor. Y cabrea que durante ese proceso la persona que lo pidió lo convierta en un show y parezca que se está riendo de ti. En ese sentido, ojalá no hubiéramos pasado por eso los editores ni yo, pero no somos hipócritas. Eso hizo un ruido tremendo y le dio una dimensión al libro que hasta ese momento no tenía. El libro estaba funcionando muy bien, llegó a diez ediciones y creo que a 40.000 ejemplares vendidos. La serie ya estaba hecha. La campaña no la necesitábamos. Pero una vez que ocurre, ‘Fariña’ se escapó de nuestro control. El propio libro se convirtió en una herramienta casi política que tenía que ver con la censura. Obviamente eso repercutió en las ventas y oye, bienvenido sea. No negamos que se convirtió en una campaña de marketing, pero si pongo en una balanza la frustración y la mejora de ventas, desde luego yo no lo hubiera cambiado.

placeholder Nacho Carretero posa con el libro de 'Fariña', secuestrado durante más de tres meses (EFE)
Nacho Carretero posa con el libro de 'Fariña', secuestrado durante más de tres meses (EFE)

P: ¿La vulneración del honor vale más que la libertad de expresión?

R: A ver, depende. Digamos que el caso de ‘Fariña’ formó parte de un momento en el que hubo un montón de casos que la gente percibió como una misma situación de represión. Coincidió en el tiempo con lo de Valtonyc, con lo de ARCO, y Fariña se metió en esa bola de censura. Pero desde un punto de vista legal, no es lo mismo. No tiene nada que ver con la ley mordaza, esto es la vulneración del honor. Ahora, no te puedo dar una contestación global. Si escribo una biografía tuya sin tener ni idea y con cosas gravísimas, estoy vulnerando tu honor. Pero cuando se demuestra que hay una investigación detrás, por supuesto que el derecho de información y de expresión vale más que el honor de la persona de la que se informa. Eso siempre ha sido así y sigue siendo así en España. Por suerte. Si con ‘Fariña’ se produjo ese efecto de indignación es porque en España no se secuestran libros.

P: ¿Cuál es tu opinión sobre lo que ha pasado con Rober Bodegas o Willy Toledo?

R: Me pillas recién regresado de vacaciones y no me enteré muy bien de ninguno de los dos casos. El caso de Rober Bodegas es un monólogo que entiendo que puede no hacerte gracia, crearte rechazo, puedes decir “Dios, qué racistada”. A partir de ahí, ¿qué más? El rechazo a un monólogo es personal. Hablaba con una pareja de amigos en la que ella es gitana y no le gustaba. Perfecto, pues si consideras eso jamás vuelvas a escuchar a Rober Bodegas o exprésate y di que te parece lamentable. Luego hay un línea que cruza la gente y que pide castigar, limitar o prohibir. Para mí eso es la neomoral, la neocensura.

P: Pero la Sociedad Gitana denunció a Rober Bodegas por “racismo”. ¿Entraríamos en lo que hablábamos de la vulneración del honor de ‘Fariña’?

R: La verdad es que no lo sé. Creo que no va a tener ningún recorrido y espero que no lo tenga porque en el marco de la sátira y el humor no podemos jugar a poner los límites según a quién ofenda. Primero porque siempre se va a ofender alguien y segundo porque hay que entender lo que es el terreno del humor y de la sátira. Ahí vale todo. Si no te gusta o te hiere, no lo escuches. Y si no, escúchalo y diviértete con ello. Lo demás es un juego peligrosísimo en el que se van censurando libertades. Yo creo que una sociedad madura tiene que aspirar a ofender y a saber ofenderse. Tiene que saber que la libertad se defiende cuando te ofende lo que escuchas, cuando te repugna y te genera rechazo.

Foto: Rober Bodegas en una reciente entrevista

P: ¿Nos estamos pasando con la censura?

R: Creo que en realidad siempre fue así. Que antes era más, incluso, pero hoy en día es mucho más visible porque tenemos los canales para quejarnos. Probablemente, si lo de Rober Bodegas hubiera ocurrido hace 30 años, hubiera sido más difícil articular la queja. Ahora es más sencillo y de pronto ha brotado cómo somos como sociedad. Creo que está bien que sea visible porque nos permite reflexionar sobre ello. Yo creo que en realidad no estamos retrocediendo, sino que por primera vez nos estamos mirando al espejo, reflexionando. Hay una parte muy grande que dice que se acabó, que no podemos seguir lloriqueando y ofendiéndonos por todo.

P: ¿No se peca un poco de victimismo con esto del miedo a expresarte desde un altavoz, una columna o un tuit, por las respuestas?

R: Puede ser. Es interesante porque creo que cuando nos pasamos de críticos se genera algo contraproducente y llegamos a la incoherencia. Pasa lo mismo con la crítica política. Cuando la gente dice que vivimos en una dictadura encubierta porque no hay libertad de expresión ni libertad de prensa. Date una vuelta por el mundo, vete al país de al lado y luego vuelve y di si vivimos en una dictadura. Yo creo que hay muchas cosas que mejorar y hay que ser críticos y tender siempre a mejorar, porque llega un momento en el que me empezamos, como dices, a victimizar, a exagerar o a dibujar un escenario que no es real y mandamos el mensaje contrario.

Date una vuelta por el mundo, vete al país de al lado y luego vuelve y di si vivimos en una dictadura

P: ¿Cómo ves la situación actual del periodismo?

R: (Llora de broma) Yo creo que en el periodismo nos autofustigamos constantemente. Como decía Laporta, no estamos tan mal. El periodismo en España hace cosas muy buenas y hay periodistas muy buenos. Luego hay un montón de cosas a mejorar. El periodismo está saliendo de esa tormenta en la que se vio involucrado cuando empezaron las redes sociales. Quiso competir contra ellas, contra el tuitero que informaba desde su salón, y en esa mezcla cayó en la falta de consistencia que ahora intenta recuperar, pero está llevando tiempo y la gente está diciendo “aún no te creo”. Estamos en ese proceso, pero creo que está por buen camino.

P: En Netflix han estrenado ‘Internet y el nuevo periodismo’, que habla de redacciones como Buzzfeed. ¿Qué opinión te merece este “periodismo viral”?

R: Creo que en esta lucha por distinguirse del periodismo tuitero no podemos cerrarnos a unas formas de comunicación que están cambiando. El periodismo en España ha pecado de tener un corsé demasiado rígido que se está quitando ahora. También tiene que atraer visitas. Hemos demonizado el 'clickbait' y está bien, hay cosas que no se pueden hacer, pero un medio tiene que atraer visitas y hacerlo mediante un gancho y luego profundizar dentro, no está mal. No veo nada inmoral o ético. Creo que hay que buscar ese equilibrio, entre la rigurosidad y los valores de siempre pero dejar atrás parámetros que pertenecen a otra generación. No otra generación de edad, sino mental. Y empezar a entender que las formas de comunicación están cambiando. Yo tengo 37 años y ya me pierdo en algunas formas de comunicación. Atraer a chavales de 16 o 17 años es muy distinto y los medios tienen que estar a eso. Los millennials o los Z dentro de veinte años son tu grueso de lectores y no les estás haciendo ni caso. El periodismo en España ya lo está haciendo, pero tiene que espabilar urgentemente.

“Mi vida se paró en 1994”. Se lo dijo Pablo Ibar a Nacho Carretero, al otro lado de una mampara de cristal. Ibar, español nacido en Florida, es sobrino del mítico boxeador José Manuel Urtain y lleva 24 años preso, dieciséis de ellos en el corredor de la muerte. El caso que lo mantiene encerrado entre cuatro paredes se remonta a junio del 94, cuando se encontraron sin vida los cuerpos del dueño de un local nocturno de Florida, Camisir Sucharski, y de las jóvenes Sharon Anderson y Marie Rodgers. Una investigación policial terminó señalando a Ibar y a Seth Peñalver como culpables. Fue el inicio de un denso proceso judicial, de juicios anulados, de una “tragedia griega” con una falta de pruebas que se sujetaban en un vídeo borroso, y una defensa ineficaz por parte de un abogado de oficio que terminó esposado. Peñalver fue absuelto. Ibar continúa aislado del mundo exterior, pero siempre se declaró inocente.

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