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Masha Gessen: "Putin ha creado en Rusia un Estado mafioso y totalitario"
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Masha Gessen: "Putin ha creado en Rusia un Estado mafioso y totalitario"

'El futuro es historia. Rusia y el regreso del totalitarismo' es la obra definitiva sobre el fenómeno Putin

Foto: Putin contestará a preguntas de los rusos en su tradicional "línea directa"
Putin contestará a preguntas de los rusos en su tradicional "línea directa"

En muchas ocasiones nuestra visión de Vladimir Putin está marcada por una serie de clichés fomentados desde la misma prensa. Lo observamos como un nuevo Zar capaz de resucitar la Guerra Fría, devolver a Rusia a la primera línea del panorama mundial y gobernarla con mano de hierro mientras inspira a políticos que van desde Matteo Salvini hasta Donald Trump. El problema es que nunca nos planteamos cómo planea su alargada sombra en Rusia, maniatada por su dominio. La escritora Masha Gessen (Moscú, 1967) ha dedicado a la cuestión infinitud de libros y artículos, pero quizá 'El futuro es historia. Rusia y el regreso del totalitarismo', editada por Turner, es la obra que siempre había buscado para comprender el fenómeno.

placeholder 'El futuro es historia'. (Turner)
'El futuro es historia'. (Turner)

A partir de cuatro voces cotidianas y tres afincadas en sectores clave desgrana la evolución del gigante euroasiático desde 1984, en la inminencia de la Perestroika y en consonancia con Orwell, hasta la actualidad mientras intenta comprender si la supervivencia del Homo Sovieticus explica la pervivencia reformada de determinadas formas políticas afines al totalitarismo, adaptado al siglo XXI desde sus eternos parámetros.

PREGUNTA: ¿Sólo podemos comprender la Rusia actual desde el punto de vista de personas normales y corrientes, desde su cotidianidad que muestra la gravedad de la deriva emprendida por Putin?

RESPUESTA: No creo que sea la única manera de escribir sobre Rusia. Es el modo en que lo intenté en este libro concreto porque me resultaba interesante y creo que el libro debe ser interesante para los lectores y asimismo debe serlo para mi, con un desafío que vaya más allá de lo temático para alcanzar una dimensión estética. He intentado transmitir algo que otros libros no consiguieron desde un punto de vista intelectual: comunicar la idea de trauma desde un punto de vista intelectual, hacerlo sin mencionarlo continuamente. Otra razón de la estructura es que no tengo los estudios, personas o lenguas para describir los acontecimientos de la trama desde una visión convencional. Al final la suma de lo dicho se resume es que escribí el libro como quería, pero habrá otras maneras.

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Masha Gessen

P: Y de este modo la trama evoluciona hacia el trauma a partir de los pequeños detalles de la existencia cotidiana.

R: Sí, esa es la idea. Cada uno cuenta su verdad. La vida de cada uno es una forma de contar que no encierra la verdad absoluta, pero al mismo tiempo la suma de voces configuran una manera de contar la Historia del país. No sabía mucho de mis personajes, simplemente tenía esbozos de sus vidas. Sabía que eran diferentes personalidades, pero no podía saber hasta que punto les habían cambiado las circunstancias. No sabía qué iba a encontrar, y lo que encontré fueron historias familiares que de un modo u otro eran traumáticas, y muy específicas para cada persona. Ignoraba por completo cuales serían los detalles particulares. Mis preguntas siempre estaban dirigidas. Ha sido un proceso colaborativo para cada relato.

P: A partir de conocer a estas personas te creas una nueva imagen de esta realidad. ¿Cuál era tu visión antes de escribir 'El futuro es historia'?

R: Viví en Moscú durante más de veinte años. Hay dos personas que me ayudaron mucho al principio del libro y a entender el concepto de trauma. Una es una psicóloga clínica que ahora vive en Nueva York. Me habló de la situación de las mujeres en la trata de blancas, explicándome el problema para estas personas y contándome el mecanismo de control de la trata observé su similitud, su coincidencia con los de los regímenes totalitarios. Hablé con ella, leí textos sobre la psicología del trauma y reconocí constantes propias de los campos de internamiento. No creo que fuera una casualidad que lo reconociera. En enero de 2014 publiqué un libro sobre las Pussy Riot y un hombre me comentó que en el libro la palabra trauma era omnipresente. Estaba ahí y a partir de ahí entendí que la condición post soviética es la condición del trauma.

En 1999, los rusos descubrieron que el Homo Sovieticus no sólo no había desaparecido sino que se había replicado

P: A lo largo de todo el libro sobrevuela el concepto Homo Sovieticus. A principios de los años 90 los sociólogos que aparecen en el libro, entre todos ellas Levada, parecen albergar la esperanza de su desaparición.

R: Yuri Levada es uno de los grandes sociólogos del siglo XX y el que habló de la hipótesis del Homo Sovieticus. Desde los años ochenta se esforzó por abordar la cuestión y con el tiempo constató la imposibilidad de estudiar algo que con anterioridad no se había estudiado, más que nada porque no tenía con que compararlo. Además era utópico estudiar la opinión pública en un país donde esta era inexistente. Aún así logró sacar una serie de conclusiones. Pese a ello hizo un trabajo extraordinario y logró unas líneas de base para partir en su investigación. El Homo Sovieticus existió como un conjunto de ajustes para vivir en determinadas condiciones. Existió y su lógica es muy simple, cruzó generaciones y sus condiciones se insertaron en toda la sociedad. Al terminar la era soviética pensaron que todo esto terminaría, pero tanto sociólogos como psicólogos cometieron un error, y lo descubrieron cinco años después. Sobreestimaron la racionalidad de sus estudios. Hicieron las mismas preguntas y por primera vez tenían elementos para comparar. Vieron que el Homo Sovieticus no había desaparecido. Al cabo de un tiempo, en 1999, no sólo no había desaparecido sino que se había replicado.

placeholder Vladimir Putin. (EFE)
Vladimir Putin. (EFE)

P: 1999 es muy simbólico. El último día de ese año acaece el intercambio de poderes entre Boris Yeltsin y Vladimir Putin. ¿Existió durante los años noventa una verdadera posibilidad de modificar Rusia?

R: No alargaría tanto la cronología. La esperanza duró desde agosto de 1991 hasta octubre de 1993. El bombardeo de la Casa Blanca fue la ejecución o la cancelación del sueño democrático ruso. Sospecho de los eventos aislados de la Historia y también sospecho de ellos con relación al trauma. Sólo podemos verlo de forma retrospectiva. No creo que en 1993, con veintiséis años, tuviera verdaderas esperanzas de vislumbrar Rusia como un país idóneo para vivir y crecer.

P: El libro de hecho muestra la lenta y paulatina evolución hacia los puntos esenciales del totalitarismo. Tengo la sensación que nuestra época es dramática porque la mediocridad ha logrado aniquilar las partes pensantes e inteligentes de la sociedad. ¿Es este el caso ruso?

R: Es una muy buena pregunta. Pienso que ciertamente es así. Es una idea dominante. Putin y Trump son muy similares. Crean regímenes personalistas que buscan el constante deterioro de la conversación pública, de la estética pública, del espacio que habitamos, de la calidad del aire y es algo muy peligroso.

Putin y Trump son similares: crean regímenes personalistas que buscan el deterioro de la conversación pública y es muy peligroso

P: Hay una expresión que usas, no la recuerdo exactamente: el enérgico entusiasmo de la mayoría. Una contradicción, porque este enérgico entusiasmo de la mayoría que apreciamos en Putin, Trump y hasta aquí en Cataluña es una energía pasiva, conlleva una plena aceptación para con el poder.

R: Sé que quieres decir. La traducción exacta, porque lo pasé del ruso al inglés y ahora lo paso al castellano, sería la agresiva obediencia de la mayoría.

P: Es una obediencia agresiva al convertir la ciudadanía en la voz de su amo.

R: Convirtiéndose a partir de una serie de mecanismos en una especie de títeres. Generan esta actitud.

placeholder Putin y Trump. (Reuters)
Putin y Trump. (Reuters)

P: Y ello es consecuencia de la paulatina implantación de todos los puntos clásicos, esgrimidos tanto por Hanna Arendt como por Erich Fromm, del totalitarismo. ¿En el caso ruso estamos ante un nuevo tipo de totalitarismo, una evolución desde sus premisas esenciales?

R: Está bien precisar y decir Totalitarismo en vez de autoritarismo. El Totalitarismo, como cualquier concepto, es un cuerpo que evoluciona. Arendt describió las condiciones necesarias para implantar un régimen totalitario, basando sus premisas en el Terror. En su definición la ideología del Terror predomina y ahora los condiciones son diferentes. Ella escribió en 1953. El contexto era distinto. Resulta interesante la distinción entre Autoritarismo y Totalitarismo. En el primero nada es político, mientras en el segundo todo lo es. Creo que en este sentido Putin ha evolucionado por esta senda. Al principio nada era político desde la desmovilización, mientras ahora todo está impregnado por este concepto desde la movilización. Se ha pasado de la televisión a las concentraciones de masas a la plaza pública. Del Autoritarismo al Totalitarismo. Otra cuestión clave en esta evolución es la creación de un relato de régimen. Lenin, Stalin y Hitler lo hicieron con anterioridad. Putin ha creado un estado mafioso que controla poder y dinero. Lo ha hecho en Rusia, una sociedad donde ninguna persona viva sabe lo que es vivir en un campo ajeno al Totalitarismo. El Estado mafioso devino más personal en 2012, cuando se abandonó la mascarada de la alternancia presidencial. Las instituciones totalitarias se reconstituyeron a sí mismas. No son necesarias reglas concretas para el funcionamiento de un Estado mafioso, basta ver la actualidad de los Estados Unidos, donde en diferentes circunstancias se aprecian similares circunstancias que acercan el poder político hacia el Estado mafioso. No sé si he respondido a tu pregunta.

Putin ha creado un estado mafioso que controla poder y dinero. Lo ha hecho en Rusia, una sociedad nada ajena al Totalitarismo

P: Putin, al igual que todos los populismos, tiene la virtud de crear grandes cortinas de humo para ocultar sus verdaderas políticas.

R: Es verdad, pero no sé si es algo específico de nuestra era. Putin usa estrategias sencillas. Domina los medios, pero Rusia no es muy sofisticada en su propaganda de control, es lenta en entender la importancia de estos fenómenos en la esfera pública. Creo que tienes razón, pero no creo que en el caso ruso esté relacionado con la tecnología.

P: Putin dijo que es lícito tener nostalgia de la Unión Soviética sin que pueda pensarse en su reconstrucción presente. Sin embargo recupera símbolos y sabe del impacto de ese pasado en el pueblo. ¿Crees que a partir de ese pasado quiere construir su propio edificio desde dinámicas de continuidad con lo soviético?

R: Me gusta esta mención porque Putin siempre dice lo que piensa, y eso es importante para contextualizarlo. Tiene una visión muy clara y honesta sobre el pasado imaginario, algo que comparte con Trump. Es el Make America Great Again. Hablan de una promesa de futuro a partir de un pasado que nunca existió.

P: En el libro hay un capítulo muy aclarador. Se titula Buduschego net, el futuro no existe, pero como los políticos han ocupado el papel de los historiadores tampoco existe el pasado, porque de este modo el Totalitarismo tiene en su haber el control del tiempo, pasado, presente y futuro. Quien controla el tiempo controla la información y la promesa del porvenir.

R: Sin duda, estoy de acuerdo, y además hay otra vertiente de control del tiempo. En junio de 2011 el por aquel entonces presidente Medvedev redujo los husos horarios rusos de once a nueve y firmó una ley que eliminó los horarios de verano e invierno. De este modo concretó este dominio sobre el tiempo, absolutamente crucial.

Putin no será eterno. Cuando muera es posible que se produzca una caída libre

P: En el imaginario ruso existe una omnipresencia de Stalin. Su dictadura duró veintinueve años y después llegó Kruschev, produciéndose una ruptura. ¿La única esperanza para acabar con lo labrado por Putin es que se genere en el futuro una situación similar?

R: Sería una opción esperanzadora. Putin no será eterno. Cuando muera es posible que se produzca una caída libre tal como ocurrió con Stalin, algo que se plasma bien en el libro 'The last days of Stalin'. Sin embargo no está de más decir que la actual sociedad rusa está profundamente herida por la experiencia totalitaria del siglo XX, que duró más de siete décadas, y eso me hace dudar de su capacidad de reacción, de la posibilidad de un cambio tras Putin.

P: ¿Entonces más que del hombre hablaríamos de la estructura como factor fundamental? ¿Es irrompible?

R: No es sólo la estructura, son los hábitos y convenciones. La lengua de siete décadas de Totalitarismo ha alterado la sociedad hasta pervertirla en la acepción más común del término, hacer que se adquieran vicios y costumbres que desde la normalidad consideramos reprobables. Putin ha vaciado las palabras de significado y eso hace que ignore si la sociedad puede recuperarse, se necesitan historias verdaderas del pasado para construir una hipótesis diferente de futuro.

En muchas ocasiones nuestra visión de Vladimir Putin está marcada por una serie de clichés fomentados desde la misma prensa. Lo observamos como un nuevo Zar capaz de resucitar la Guerra Fría, devolver a Rusia a la primera línea del panorama mundial y gobernarla con mano de hierro mientras inspira a políticos que van desde Matteo Salvini hasta Donald Trump. El problema es que nunca nos planteamos cómo planea su alargada sombra en Rusia, maniatada por su dominio. La escritora Masha Gessen (Moscú, 1967) ha dedicado a la cuestión infinitud de libros y artículos, pero quizá 'El futuro es historia. Rusia y el regreso del totalitarismo', editada por Turner, es la obra que siempre había buscado para comprender el fenómeno.

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