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Marisco, coca y dominó: 'Fariña' no es 'Narcos' (ni falta que le hace)
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Marisco, coca y dominó: 'Fariña' no es 'Narcos' (ni falta que le hace)

Antena 3 emite el primer capítulo de la serie tras la prohibición del libro de Nacho Carretero. La audiencia respondió: 21,5% del share y líder de la noche con 3,4 millones de espectadores

Foto: Fotograma de 'Fariña'
Fotograma de 'Fariña'

"Si queremos que el sistema funcione, tenemos que darle de comer". No, no es un pinchazo del caso Gürtel, es la Galicia de principios de los ochenta, con sus contrabandistas de tabaco, sus partiditas de dominó y sus sobornos a la autoridad (de los picoletos a los alcaldes de Alianza Popular), es decir, con todo en orden: un microcosmos de economía sumergida suficientemente productivo como para que muchos en las Rías Baixas llegaran holgadamente a fin de mes, que no era precisamente poco en 1981...

Una gran labor social. Galicia Calidade. Hasta que llegó el momento decisivo al que se enfrenta cualquier negocio de éxito —innovar o perecer, renovarse o morir, tabaco o coca— empezó a llover el dinero y la cosa se puso cada vez más cruda. O cuando los bajos fondos meten el turbo y el Estado, incapaz de ofrecer alternativas atractivas, se hace el sueco...

Bienvenidos a 'Fariña', serie de Antena 3 basada en el notable ensayo de Nacho Carretero sobre la edad heroica del narcotráfico gallego, cuyo secuestro judicial cautelar —tras la denuncia de un alcalde— precipitó anoche el estreno del primer capítulo aprovechando el calentón (aún no hay fecha para el resto). La serie se ha estrenado liderando las audiencias de la noche con 3,4 millones de espectadores y un 21,5% de share.

Fiesta para todos

"Los jefes de los clanes eran conocidos por frecuentar los mejores restaurantes. Se concedían mariscadas apabullantes, entre otras cosas porque casi todas las empresas mariscadoras eran suyas... También las fiestas eran constantes. 'Recuerdo que montaron varias con la Guardia Civil', rememora un veterano agente. Cuando uno de los capos organizaba un sarao, allí no faltaba nadie: ni agentes, ni autoridades, ni políticos... Las fiestas se llegaron a celebrar hasta en la Cámara de Comercio de Vilagarcía de Arousa. Era de película, pero así era", escribe Carretero en su libro. En una palabra: impunidad.

La serie recrea un clima sórdido. No porque se peguen muchos tiros -ni esto es 'Narcos' ni Galicia fue la Colombia de los 80- sino por reflejar el mirar hacia otro lado de buena parte de una sociedad

Y ahí radica precisamente el espíritu de la serie: en la recreación verosímil de un clima sórdido. Pero no porque se peguen muchos tiros —ni esto es 'Narcos' ni Galicia fue la Colombia de los ochenta— sino por reflejar el mirar hacia otro lado de buena parte de una sociedad. Violencia soterrada más relacionada con un clima —intocables de Galicia untando hasta el apuntador— que con regueros de cadáveres.

Todo ello con un punto de inconsciencia social que resulta fascinante visto ahora, como si saltar del tabaco a la coca no tuviera mayores implicaciones que aumentar el volumen de negocio/los beneficios. Hasta que llegaron las madres contra la droga y mandaron parar.

El ensayo de Nacho Carretero —con sus fortalezas y sus debilidades— marcó un antes y un después en el nuevo periodismo cañí, al demostrar que no hacía falta irse a otras latitudes para encontrar historias propias que merecían ser contadas a lo grande.

La serie de Antena 3, por su parte, va camino de cumplir la misma función. Un nuevo paso adelante de la ficción televisiva española, que en pocos meses ha avanzado más que en los últimos diez años. La coca nostra.

"Si queremos que el sistema funcione, tenemos que darle de comer". No, no es un pinchazo del caso Gürtel, es la Galicia de principios de los ochenta, con sus contrabandistas de tabaco, sus partiditas de dominó y sus sobornos a la autoridad (de los picoletos a los alcaldes de Alianza Popular), es decir, con todo en orden: un microcosmos de economía sumergida suficientemente productivo como para que muchos en las Rías Baixas llegaran holgadamente a fin de mes, que no era precisamente poco en 1981...

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