Oscar Wilde: sus mejores frases 117 años después del fin de su condena

1900 fue el año que se llevó a Oscar Wilde. Con solos 46 años y una condena de vida que le llevó a dejarnos en las calles de París. Hijo de 'Speranza', el seudónimo que utilizaba su madre, Jane Francesca Elgee, cuando comenzó a escribir poemas revolucionarios en el semanario irlandés 'The Nation', y de William Wilde, un médico especializado en enfermedades de la vista y del oído, Oscar Fingal O'Flahertie Wilde llegó a este mundo el 16 de octubre de 1854.

Su única novela, 'El retrato de Dorian Gray', fue blanco de durísimas críticas. Publicada sin la carga homoerótica de la versión original de la obra, 'El retrato de Dorian Gray' de Wilde fue calificado de nauseabundo, afeminado y sucio y su protagonista, de personaje satánico, corruptor y corrompido. A pesar de que Wilde vivió una buena etapa de éxito, todo cambió cuando demandó al padre de su amante, Alfred Douglas, por acusarlo de homosexualidad. Pero este presentó las pruebas que lo llevaron a ser condenado a dos años de trabajos forzados por sodomía. Por aquel entonces la homosexualidad estaba castigada.

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Al terminar su condena ya era una persona condenada. Viajó a Francia, trató de salir del pozo en el que él mismo se había metido hasta que la muerte le llegó el 30 de noviembre de 1900, de lo que se creía entonces que era una meningitis pero que, décadas después, se dijo que podría haber sido sífilis. Además de todas las letras que salieron de sus manos, muchas frases célebres salieron de su mente. En El Confidencial os recordamos algunas de ellas.

- Ningún hombre es lo suficientemente rico como para comprar su pasado.

- Estoy harto de las mujeres que aman. Las mujeres que odian son mucho más interesantes.

- Un beso puede arruinar una vida humana.

- La vida es demasiado importante como para tomársela en serio.

- La gente tiene una insaciable curiosidad por saber todo, excepto todo aquello que vale la pena saber.

- A dia de hoy, todos los hombres casados viven como solteros y los solteros, como vasados.

- Me encantan los hombres de más de 70 años: siempre le ofrecen a uno la devoción de su vida.

- No me gustan los elogios, y no veo por qué un hombre debería pensar que complace enormemente a una mujer cuando le dice un montón de cosas que no quiere decir.

- Somos cada uno nuestro propio demonio, y hacemos de este mundo nuestro propio infierno.

- Los jóvenes quieren ser fieles y no lo son, los viejos quieren ser infieles y no pueden.