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Una pirámide para enterrar a Franco: historia oculta de un proyecto maldito
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Una pirámide para enterrar a Franco: historia oculta de un proyecto maldito

El arquitecto Luis Moya diseñó en 1937 un enorme complejo funerario en Madrid que se adelantó al Valle de los Caídos

Foto: La pirámide de Luis Moya.
La pirámide de Luis Moya.

Toda buena historia debe tener un buen arranque, y la de la pirámide franquista del arquitecto Luis Moya (Madrid, 1904-1990) lo tiene: “Dos personas se encuentran en un momento de caos (diciembre de 1936). Son un escultor y un arquitecto. En febrero de 1937 se agrega un militar. Sienten la necesidad de combatir de un modo espiritual por un orden. También, de disciplinar la mente en un momento tan fácil de perderla. Y además, de hacerse un refugio interior donde pueda sobrevivir el pensamiento por encima del medio (El Madrid rojo)”.

placeholder Interior de la pirámide
Interior de la pirámide

Así empezaba el artículo publicado por Moya en ‘Vértice’, revista nacional de la Falange, en 1940. Moya pasó la Guerra Civil recluido en una embajada madrileña. Junto al escultor Manuel Laviada y al Vizconde de Uzqueta, el arquitecto mató los días diseñando uno de los proyectos más insólitos, malditos y excesivos de la arquitectura española del siglo XX, ‘Sueño arquitectónico para la exaltación nacional’, nada más y nada menos que un monumental complejo funerario -ciudadela, arco del triunfo y pirámide- para celebrar la futura victoria franquista y honrar a los muertos de la cruzada. Un Valle de los Caídos antes del Valle de los Caídos, con una pequeña gran diferencia: la pirámide de Moya debía construirse en pleno Madrid, en “el cerro que se extiende entre el cementerio de San Martín y el Hospital Clínico, lugar de los más altos dentro de la capital”, definió el arquitecto.

Hablamos del distrito de Chamberí, donde ahora están el Tribunal Constitucional o el Estadio de Vallehermoso, pero que a finales de los años treinta era una sucesión de solares y descampados.

“El carácter abstracto del ‘Sueño’ no le impide pensar en su situación concreta: un sector al borde norte del ensanche de Arguelles -terrenos entonces no construidos- al que el proyecto pretende dar límite mediante un centro institucional y simbólico… El acuerdo con la topografía real, el estudio de las circulaciones de coches dispuestas a distintos niveles, los aparcamientos, la definición constructiva de la pirámide como si realmente fuera a realizarse, muestran el interés de competir con lo moderno en la voluntad de servicio y en demostrar el realismo de lo que, sólo aparentemente, se percibe como utopía”, escribió Antón Capitel en su tesis doctoral ’La arquitectura de Luis Moya Blanco’, dirigida por Rafael Moneo en 1976.

placeholder Planta del proyecto. (Archivo Carlos Sambricio)
Planta del proyecto. (Archivo Carlos Sambricio)

“Es un sueño perfectamente razonado, llegando hasta el más mínimo detalle. No se ha escatimado tiempo ni esfuerzo; ambos sobraban”, aseguró Luis Moya.

Imaginarse a Franco o a José Antonio enterrados en una pirámide, como un faraón o un dios inca pagano cualquiera, rompe los esquemas, pero Moya creía que el monumento no era ajeno a la tradición española. “En el siglo de oro se habla de ‘pirámides y obeliscos’: Herrera los hace en El Escorial como remates”, razonó el arquitecto, que también encontró rastros de pirámides en los trabajos de Goya y en el Monumento a los Héroes del Dos de Mayo, “pensado como pirámide y realizado como obelisco”, escribió el arquitecto, que años antes había visitado las pirámides de Teotihuacán en México.

La pirámide de Moya, que debía construirse en hormigón, guardaba dos sorpresas en su interior: una cripta y un monumento. “La pirámide tiene la misma forma dentro y fuera. La iluminación por medios puntos, bocas de nichos. La cripta se abre hacia la basílica superior por el centro y por los bordes; del centro sale como una llama... Y en el fondo, en el centro, el Sepulcro, no de un democrático soldado desconocido, sino de un Héroe único”, razonó el autor, que quizá tenía en mente a José Antonio Primo de Rivera, ejecutado el 20 de noviembre de 1936.

placeholder El arco del triunfo del proyecto de Moya.
El arco del triunfo del proyecto de Moya.

El arco del triunfo de Moya incluía un retablo de episodios épicos de la historia de España. “El arco de triunfo como decoración, adorno de una plaza. Sin categoría de edificio, desafía las leyes de la gravedad física y de la gravedad arquitectónica. Como un retablo madrileño, castellano, con columnas entre nubes, paños de piedra, trofeos. Las columnas sobre ménsulas. Santiago Apóstol en medio de una gran bandera de piedras de color rojo y amarillo. Bandera bordada en cuatro cuarteles con cuatro escenas en bajorrelieve: Covadonga, Las Navas, América, el Movimiento...”, describió.

La ciudadela, por su parte, quedaba de este modo: “En conjunto una ciudadela, acrópolis de este siglo. Ordenada a la española, como el Escorial. Un eje principal de triunfo; otro transversal para lo fúnebre. El primero desde una anteplaza, sigue entre bastiones, hasta una plaza de distribución circular. En ella un arco de triunfo, puerta de la gran plaza interior, para permanecer. Al fondo, suntuoso edificio enriquecido con un atrio de columnas dedicado a la conmemoración y a reunión en un inmenso salón cubierto a la española. Alrededor de la plaza, edificios porticados con balcones, teatro de esta ciudadela, cuya puerta es un arco de triunfo y cuya escena es el edificio del fondo. El eje transversal parte de la plaza de distribución y desciende hasta el atrio hundido de la pirámide”.

Para cuando Moya publicó su proyecto funerario, Franco ya había dado luz verde a la construcción del Valle de los Caídos. Aunque la pirámide no se hizo realidad, Moya sí pudo construir una obra aún más monumental, la Universidad Laboral de Gijón (1946-1956), que seis décadas después sigue siendo el edificio más grande de España. El arquitecto también ganó el concurso para diseñar la cruz del Valle de los Caídos, aunque se desestimó su diseño.

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¿Es la pirámide de Moya el ejemplo cumbre de un estilo arquitectónico fascista español? No exactamente. A diferencia del fascismo italiano y del nazismo alemán, los intentos del franquismo por crear un lenguaje arquitectónico propio fueron precarios y estuvieron repletos de bandazos, según Carlos Sambricio, catedrático de Historia de la Arquitectura y del Urbanismo en la ETS de Arquitectura de Madrid y autor de 'Madrid, vivienda y urbanismo. 1900-1969' (AKAL). Sambricio nos aclara el significado de la pirámide en el contexto español.

PREGUNTA. Dice usted que no existe una arquitectura fascista a la española...

RESPUESTA. El franquismo fue un golpe de Estado criminal, pero no tenía una ideología detrás, fue un movimiento cuartelero. El franquismo fue estéril culturalmente porque nadie pensó en serio, ni durante ni después de la guerra, en qué tenía que consistir todo aquello. Se trató básicamente de suprimir los privilegios que la República había dado a una clase ascendente, y al mismo tiempo, volvérselos a dar a la clase que los había perdido, que era la media/alta o alta, pero más allá de eso no había una ideología organizada detrás.

Los arquitectos se acostaron el 17 de julio de 1936 haciendo arquitectura moderna y se levantaron el 19 de julio... sin saber qué hacer. Algunos eran y siguieron siendo franquistas y de derechas, pero eso no significa que recibieran consignas sobre el tipo de edificios a realizar.

P. ¿No hubo un corte radical respecto a la arquitectura de la II República?

El franquismo fue estéril culturalmente porque nadie pensó en serio en qué tenía que consistir

R. Los arquitectos no hicieron ningún intento de continuar con la arquitectura de la República, pero no porque les ordenaran tal cosa, sino porque les importaba un carajo: para ellos, que no tenían gran formación intelectual, la arquitectura de la República fue una moda. La mayoría no tenía consciencia alguna de lo que estaban haciendo, se limitaban a satisfacer los gustos estéticos y arquitectónicos de su burguesía, y si la burguesía decía de pronto que en lugar de llevar chaqueta cruzada había que ponerse camisa azul y correajes, pues los arquitectos se la ponían.

Por otro lado, había muy pocos arquitectos en Falange antes de empezar la guerra… y se dedicaban a la arquitectura moderna. Arquitectos con pistola había muy pocos, y eran bastante malos.

P. O sea, que la mayoría se acomodó a lo que había, sin tener muy claro cómo plasmar eso sobre un plano...

R. Sí, el edificio que explica mejor la confusión ideológica es el Mercado de Mayoristas de Málaga de Luis Gutiérrez Soto. Se lo encargaron durante la II República, pero la Guerra Civil estalló con el proyecto casi acabado, y tuvo que inventarse un modo de convertir un edificio racionalista en franquista. Pues muy fácil: colocó en la fachada un águila con el yugo y las flechas y un mensaje con ‘Franco, Franco, Franco’ y ¡Arriba España!’… y el resto del edificio quedó tal cual. Fascismo de atrezzo y circunstancias.

placeholder Mercado de Mayoristas de Málaga de Gutiérrez Soto.(Archivo Carlos Sambricio)
Mercado de Mayoristas de Málaga de Gutiérrez Soto.(Archivo Carlos Sambricio)

Los arquitectos recondujeron sus carreras después de la guerra… hacia no se sabe muy bien dónde. Uno te hace el Valle de los Caídos, otro el edificio de los sindicatos... ¿En qué se parece la pirámide de Moya, la Casa Sindical de Asís Cabrero y el Ministerio del Aire y el Mercado de Mayoristas de Málaga de Gutiérrez Soto? En nada. Salvo que todos ellos simpatizaban con el franquismo y creían que debían hacer algún tipo de aportación arquitectónica al régimen.

P. ¿La pirámide de Moya sería la excepción que confirma la regla? Un ejemplo anómalo de arquitectura fascista a la española, lo que pudo haber sido y no fue…

placeholder Cruz de Asís Cabrero para el Valle de los Caídos.
Cruz de Asís Cabrero para el Valle de los Caídos.

R. No tanto, sería más bien un ejemplo de búsqueda de un modelo de arquitectura franquista, y digo franquista, no fascista. Hablo de proyectos disparatados como el Ministerio del Aire de Gutiérrez Soto o la cruz (no realizada) de Asís Cabrero para el Valle de los Caídos.

Dado que el régimen no emitía señales claras son los propios arquitectos los que se obsesionan con dar una respuesta al mismo, y salen con soluciones tan raras como el Valle de los Caídos, los proyectos de Víctor d’ Ors o el monumento a los Caídos de Pamplona.

Gutiérrez Soto se convirtió en un camaleón durante el franquismo: lo que quería era seguir construyendo obra, y obra gorda, como el Ministerio del Aire. Moya es el único que intenta ofrecer una declaración de principios más elevada. Su pirámide fue una de tantas propuestas de la época, la más culta, sin duda, pero formalmente tan disparatada como el Valle de los Caídos. El Valle de los Caídos fue un disparate de Franco que no tiene ni pies ni cabeza.

El Valle de los Caídos fue un disparate que no tiene ni pies ni cabeza

Pero dentro de este contexto, Moya es un personaje excepcional, porque tenía una gran cultura y era muy buen arquitecto. Quedó tercero en el concurso para el faro de Colón en Santo Domingo (1929-1931) y fue Premio Nacional de Arquitectura en 1934. Era un arquitecto joven reconocido por todos y un estudioso de la historia de la arquitectura.

placeholder Proyecto de Víctor d' Ors. (Archivo Carlos Sambricio)
Proyecto de Víctor d' Ors. (Archivo Carlos Sambricio)

P. ¿De dónde sacó la inspiración para la pirámide?

R. Yo tengo una teoría. Moya contaba que durante la Guerra Civil se dedicó a traducir un libro trascendental dentro de la arquitectura europea de la primera mitad del siglo XX: ‘De Ledoux a Le Corbusier’, de Emil Kaufmann, sobre la modernidad, la ruptura con el clacisismo y las nuevas formas que rompían con la historia. En este libro se habla del Monumento a Newton de Boullée, como ejemplo de arquitectura perfecta hecha con cuerpos puros, de la esfera a la pirámide. ​

placeholder Monumento a Newton de Boullée.
Monumento a Newton de Boullée.

El Monumento a Newton era una esfera disparatada de 300 metros de diámetro, imagínate el tamaño de la Torre Eiffel, una locura arquitectónica para homenajear al hombre que nos enseñó a pensar. Pues bien: mi teoría es que Moya, que era franquista y buscaba la opción estética adecuada al régimen, dio la vuelta a la idea de Boullée: dibuja una pirámide dedicada a la exaltación nacional.

Aunque Moya recaería en el disparate monumental máximo con la Universidad Laboral de Gijón, luego se pondría a hacer cosas normales y corrientes: su obra en Madrid es respetada y admirada, como la Iglesia de San Agustín o la del colegio del Pilar. Es un personaje reverenciado por la profesión, un gran maestro.

Política ficción

placeholder Detalle de la pirámide de Moya.
Detalle de la pirámide de Moya.

Tras el contexto histórico aportado por Carlos Sambricio, un poco de política ficción para acabar...

Es posible que el Valle de los Caídos sea la construcción más polémica del siglo XX español, pero podría serlo aún más si se hubiera construido en Madrid en lugar de un valle a 60 kilómetros de la capital.

Ahora imaginen ustedes que la pirámide de Moya se hubiera hecho realidad y que Franco y José Antonio hubieran acabado enterrados como faraones en uno de los lugares más altos de Madrid. La Transición podría haber sido aún más caliente y el skyline madrileño tendría un significado bien diferente al que tiene ahora.

Toda buena historia debe tener un buen arranque, y la de la pirámide franquista del arquitecto Luis Moya (Madrid, 1904-1990) lo tiene: “Dos personas se encuentran en un momento de caos (diciembre de 1936). Son un escultor y un arquitecto. En febrero de 1937 se agrega un militar. Sienten la necesidad de combatir de un modo espiritual por un orden. También, de disciplinar la mente en un momento tan fácil de perderla. Y además, de hacerse un refugio interior donde pueda sobrevivir el pensamiento por encima del medio (El Madrid rojo)”.

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