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"Los festivales rojos también explotan a sus trabajadores", el año negro del Marea Rock
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"Los festivales rojos también explotan a sus trabajadores", el año negro del Marea Rock

Sobre el escenario se escupen rimas críticas contra la explotación laboral, pero por debajo circulan currantes sin contrato, con retribuciones tirando a miserables, de siete euros la hora.

Foto: Imagen de esta edición del Marea Rock (Facebook Marea Rock)
Imagen de esta edición del Marea Rock (Facebook Marea Rock)

Elche. Finales de julio. Se celebra la duodécima edición del festival Marea Rock. El cartel, como es habitual, no puede estar más a la izquierda: Soziedad Alkohólika, Riot Propaganda y Lendakaris Muertos destacan entre la treintena de nombres invitados. La asistencia, según la organización, osciló entre las 3.000 y 4.000 personas por día. Sobre el escenario se escupen rimas críticas contra la explotación laboral, pero por debajo circulan currantes sin contrato, con retribuciones tirando a miserables, de siete euros la hora.

"En realidad, es algo típico de los festivales militantes. Se empieza haciendo todo en plan colegas y se sigue un poco por inercia, sin darse cuenta, ya que los más cercanos a la organización tienen buenas condiciones laborales o cuentan con otros ingresos fijos y ven esto como un hobby. Lo que no es aceptable es que se salten la normativa laboral. Los empresarios de derecha suelen exprimirte, pero cumpliendo las leyes. Es una pena que los festivales rojos también exploten a sus trabajadores", explica una de nuestras fuentes.

Foto: Jóvenes en la Pool Party del Arenal Sound (Efe)

"Decid que sois voluntarios"

La edición pasada estuvo marcada por los sobresaltos, hasta el punto de que los conciertos no pudieron arrancar el miércoles, como estaba previsto. El problema fue una firma ausente por parte del área de Cultura del Ayuntamiento. También se retrasó gravemente la entrega del aire acondicionado, que se había alquilado para el pabellón destinado a las tiendas de campaña. Algunos trabajadores de Marea Rock estaban subcontratados, otros no tenían más que un acuerdo verbal, como denunció el diario digital 'Alicante Plaza'.

Especialmente dura fue la la tarea de los empleados de limpieza y salubridad, que trabajaron cuatro días seguidos, "en turnos de diez horas, de seis de la mañana a cuatro de la tarde". Por supuesto, había miembros de la organización que sabían que no estaban haciendo las cosas tan bien como debían. "Un encargado de personal nos pidió que si venía alguien de inspección laboral dijéramos que no teníamos contrato porque éramos voluntarios", explican. El director de Marea Rock, Antonio López Viña, regenta dos locales en Alicante especializados en rock combativo, un bar de copas de barrio y una sala de conciertos en la exclusiva zona del puerto.

Foto: Público durante el concierto de Red Hot Chili Peppers en el FIB, celebrado la semana pasada (Efe)

Problemas y broncas

Viña atendió a las preguntas de El Confidencial por escrito. "Hemos visto que montar un festival es mucho lío. Resulta muy difícil controlar todo. Hay muchas empresas trabajando en el recinto. Por eso hemos puesto un comunicado en la web diciendo que no repetimos. Nosotros no vivimos del festival. Al final, organizarlo trae más problemas y broncas que otra cosa", apunta. Viña afirma que Marea Rock no cometió ninguna irregularidad. "No sé quiénes son tus fuentes, pero creo que las personas que inspección pillaron sin contrato fueron un chaval de una asociación que nos echa una mano y el batería de mi grupo, que se estaba dando una vuelta para ver qué se cocía en el recinto. Lo confundieron con un empleado", explica. También niega las jornadas de diez horas de limpieza. "Nunca pasaban de seis", responde. Los empleados consultados insisten en que no es verdad. "Yo hice 42 en cuatro días, otros compañeros más", lamentan.

"Mi suegro echa una mano"

placeholder Lendakaris Muertos en el Marea Rock (Facebook Marea Rock)
Lendakaris Muertos en el Marea Rock (Facebook Marea Rock)

A lo largo de septiembre, la empresa tendrá que demostrar que toda la plantilla estaba en regla. "En el 'backstage' había muchas personas que yo no conocía: asociaciones que colaboraban, gente de la universidad, de empresas distintas a nuestros trabajadores", sostiene Viña. Reconoce que Marea Rock trabaja con voluntarios. "Mi suegro, por ejemplo, es de esos que viene con los guantes puestos para ver qué hace falta". Tampoco oculta que los resultados empresariales no han sido óptimos. "Nos hemos dado una buen a hostia este año. Volveremos en 2018 con un evento de un día sin acampada para celebrar los 13 años y listo", anuncia.

Paradoja interesante: entre los empleados de barra y limpieza, incluso los que se identifican como "de izquierda", el festival más codiciado para trabajar es el BBK Live de Bilbao, patrocinado por la entidad bancaria vasca. También cotiza alto el Azkena Rock, que organiza la misma promotora, Last Tour International. "Ellos te tratan como a una persona: te pagan desplazamiento, alojamiento y unos 10 euros la hora. Además la comida es digna. Este año intenté ir, pero ya estaba todo cubierto", lamenta otra de las fuentes consultadas. En Levante, en cambio, son normales los siete euros la hora, con plantillas más escasas y cenas cuestionables.

Acabar con los abusos

Marea Rock ha tenido que lidiar con una de las escasas inspecciones de trabajo que han fiscalizado a los festivales españoles. Desde hace un par de años, han ido en aumento las denuncias de explotación en la prensa, desde el maltrato a los camareros de Benicássim, pasando por la dejadez de Mad Cool o las mezquinas condiciones de los jóvenes "jornaleros portugueses" que atienden barras en el Primavera Sound de Barcelona. Las tres organizaciones se han negado a responder a las denuncias. Solicitar un inspector es la vía más práctica para averiguar si las condiciones que los empresarios consideran normales cumplen la legalidad.

Elche. Finales de julio. Se celebra la duodécima edición del festival Marea Rock. El cartel, como es habitual, no puede estar más a la izquierda: Soziedad Alkohólika, Riot Propaganda y Lendakaris Muertos destacan entre la treintena de nombres invitados. La asistencia, según la organización, osciló entre las 3.000 y 4.000 personas por día. Sobre el escenario se escupen rimas críticas contra la explotación laboral, pero por debajo circulan currantes sin contrato, con retribuciones tirando a miserables, de siete euros la hora.

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