Es noticia
El bar de la historia del pop. El Penta cumple 40 años
  1. Cultura
fiesta de aniversario

El bar de la historia del pop. El Penta cumple 40 años

El icónico bar de Malasaña donde se coció gran parte de la Movida madrileña celebra que ya es cuarentón con un concierto que reúne a los grupos de entonces y ahora

Foto: Antonio Vega en el Penta (El Penta)
Antonio Vega en el Penta (El Penta)

"Luego por la noche al Penta a escuchar canciones que consiguen que te pueda amar". Cada madrugada antes de cerrar sigue sonando la canción más famosa de Antonio Vega desde hace décadas. Para hablar del Penta hay que empezar tirando de tópico. El mítico bar de Malasaña es el bar de la 'Chica de ayer', de Nacha Pop y de Vega, pero también el bar de la Movida madrileña y de la historia del pop español. Porque el Pentagrama, o el Penta como ha pasado a la historia, era la parroquia donde se juntaban los músicos del momento y el lugar donde se ha fraguado mucha de la música de nuestro país. No solo fue la segunda casa de Vega sino que aquí Alaska y Ana Curra decidieron montar Kaka de Luxe, Los Secretos sonaron por primera vez, arrancaron Ilegales o Mamá Ladilla y Johnny Cifuentes, de Burning, fue uno de sus primeros 'pinchas', además de conocer allí a su mujer.

"De la Movida prácticamente o venían todos o se hicieron aquí de alguna forma. El Penta siempre ha sido muy importante para la música de aquella época y ahora también lo es porque se respira ese ambiente", dice Juanma Alonso, que junto a su cuñado Chema García, son la tercera generación de dueños del bar. Por eso, han decidido celebrar que el Penta ya es cuarentón con un concierto que reúne este miércoles 29 de marzo en el Wizink Center, el Palacio de Deportes (inicialmente iba a ser en la Riviera pero han tenido que buscar un nuevo espacio tras agotar entradas) 40 años de la historia de la música española con nombres como Ariel Rot, Johnny Cifuentes, Javier Ojeda de Danza Invisible, Jaime Urrutia, Emilio Sancho de Los Nikis, Bernardo Vázquez de The Refrescos, Pablo Carbonell de Toreros Muertos, Nacho Campillo de Tam Tam Go, Miguel Costas, a La Habitación Roja, Lori Meyers, Second, Zahara, Rubén Pozo de Pereza o Alberto Jiménez de Miss Caffeina.

El Penta abrió sus puertas en la esquina de la Corredera Baja de San Pablo con Palma en 1976 creando un concepto nuevo de garito en Madrid: bar y discoteca. Fueron tres trabajadoras del Sindicato Vertical las que aprovecharon su indemnización para montar lo que terminó siendo el bar de copas que hoy está en todos los rincones de España y uno de los primeros en los que se empezó a pinchar música. Cerca estaba el estudio de Onda Dos y las maquetas corrían de un lugar a otro. Durante un par de años fueron los únicos de un barrio poco nocturno que nada tiene que ver con lo fue y es Malasaña. Después, se unieron la Vía Láctea y la casa de las Costus (el primero exterior izquierda del 14 de la calle Palma). Y así se creó el primer triángulo de la Movida para nuevaolistas, punks, rockers, mods y modernos de todos los pelajes.

El Penta, uno de los míticos bares de la MovidaEl bar pasó después a otros dueños entre los que estaba el cuñado de Antonio Vega. Si ya era su casa cuando no era conocido, si mientras hacía la mili en Valencia decidió dedicarle al Penta un verso de la que sería su canción más mítica y si presentó aquí el primer disco de Nacha Pop, la relación se seguiría estrechando mucho más prácticamente hasta su muerte en 2009. "Al principio, en los ochenta, venía a las cinco o las seis de la tarde. Una vez contó que un día había una cola que llegaba hasta la que hoy es su plaza. Decía que con entrar ya se daba por satisfecho. Llegar a la barra era impensable", recuerda Juanma Alonso. Él y su socio fueron camareros del Penta a finales de los ochenta y en 1995 deciden quedarse con el bar tras conocer que querían traspasarlo y convertirlo en un rollo de minis para jovencitos. "Hemos luchado contra corriente", dice sobre lo significa que siga abierto 40 años después respetando su esencia. "Por un tema sentimental seguimos con el mismo estilo, pero es complicado porque nos comen las modas".

El rojo domina ahora unas paredes que eran azules cuando Tierno Galván llamaba a la juventud a colocarse y Malasaña se convertía en uno de los epicentros de la creatividad juvenil desbordada. "La gente es más o menos igual que entonces, solo llevan otros peinados y otras ropas. El cambio más importante ha sido el móvil. La gente era antes más abierta, venía al Penta porque sabía que aquí iba a encontrar a sus amigos y salía con un único objetivo: divertirse. Ahora ya vienen los grupos y se sale con un fin ya sea ligar o emborracharse", analiza Alonso.

"Lo conocí porque, de repente, aquel tren que recorría la ciudad en los ochenta me trajo a este local. Yo siempre he sido amigo de los taberneros y he bebido en sitios con escenario. He cambiado gritos por copas", recuerda entre risas Pablo Carbonell (Toreros Muertos) sus primeras horas en el Penta y la noche madrileña a partir del 85, cuando empezó a cantar por el Dame Juana o el Agapo. "La Movida yo la tuve mitificada cuando no la viví. Cuando escuché sus ecos en la lejana Huelva donde vivía, me pareció súper divertida y, de hecho, creo que vine a Madrid por ello... y por una novia. Fue un efecto llamada", dice.

El líder de Tam Tam Go, Nacho Campillo, en aquella época acababa de llegar de Londres y se convirtió en el DJ de la Vía Láctea. "Cuando acabábamos, muchas veces íbamos a tomar la última al Penta. Era uno de los templos de la Movida", rememora. "Seré de los primeros que pinchó a Elvis Costello o The Record", añade sobre la necesidad entonces de escuchar a nuevas bandas extranjeras y del tráfico de maquetas de las nacionales. "El primer single de Mecano, 'Hoy no me puedo levantar', lo pinché yo porque vinieron Ana y Nacho con la maqueta y la puse en la Vía. Y creo que también 'El Pistolero' de Pistones y, claro, Tam Tam Go. De hecho, la gente pensaba que era un grupo guiri. Les seguimos la broma y dijimos que eran australianos", cuenta divertido.

Ambos coinciden en que musicalmente había de todo, pero si algo marcó a esa generación fue la creatividad y el riesgo. "Más que ahora", puntualiza Carbonell, que está mezclando el nuevo disco de Toreros Muertos, el primero con nuevo material en dos décadas, que será una revision de las canciones de Javier Krahe en estilos como el funky, el rock o el twist y que, además, está de gira con su obra de teatro 'El mundo de la tarántula' (en julio, en Madrid). "Ser un tipo diferente era un valor. Ahora hay que ser convencional para gustar a la masa, que se ha demostrado que es acéfala. ¿Cómo iban a ganar si no algunos partidos dos veces las elecciones o El Tekila Got Talent?", añade.

Para Campillo, más allá de nostálgicos y detractores, los ochenta fueron una época en la que hubo "talento y muy buenas canciones". De ahí, la actualidad de muchos de esos temas que se han convertido en auténticos himnos. "Temas míos como 'Espaldas mojadas' o 'Manuel Raquel' siguen siendo vigentes. El mundo no cambia tanto, cambiamos nosotros pero tenemos los mismos problemas desgraciadamente. También pasa si escuchas Radio Futura o Golpes Bajos", dice inmerso en el lanzamiento en junio de su nuevo trabajo, 'Pacífico 360', que será un compendio de sus tres décadas en la música. "Me sorprende que muchas canciones pervivan y me pasa, lo primero, con las mías. El sentido del humor de algunas de mis canciones es lo que las ha mantenido vivas. Es fascinante porque en general la juventud es iconoclasta, le gusta lo de su momento. Ahora, el reggaeton, que para mí es muy macarra. Creo que nuestra música formaba en valores", agrega Carbonell.

El músico, cómico y actor será el maestro de ceremonias del concierto de aniversario del Penta y ya va avanzando algunas de las pullas que dejará caer. Entre carcajadas reconoce que "la incursión de Bernardo [The Refrescos] es lamentable a todas luces. Le quiero mucho, pero su 'Aquí no hay playa' provocó en la escena lo mismo que 'Tiburón' en Hollywood. Fue la muerte del hippismo. El boom de esa canción le dio demasiada fuerza a la industria". Una industria, zanja Campillo, que nació con su generación. "La industria la creamos nosotros. Los que apostaron en los setenta por la canción ligera, lo hicieron después por estos grupos que nacieron por una necesidad, de la Transición, por la incertidumbre existente y de esa espontaneidad".

"Puente intergeneracional"

Junto a estas bandas icónicas de los ochenta, en el escenario también estarán las formadas por aquellos que eran niños en esa década. Alfredo Núñez, baterista de Lori Meyers, habla de ilusión por formar parte de un proyecto que, en el fondo, esteblece un imprescindible "puente entre distintas generaciones de bandas". "Es necesario que recordemos de dónde venimos y la cultura de este país", asegura. Y la Movida se caracterizó, en su opinión, "por la pérdida de prejuicios", algo común con la época actual. "Lo bonito es que la cultura de este país del pop y de la música independiente es que sigue vigente y el testigo sigue pasando entre generaciones. Lo triste sería que un sitio así tuviera que cerrar porque la cultura parece con el IVA y demás un producto de lujo".

Alberto Jiménez, de Miss Caffeina, insiste en la misma idea. "Este concierto es una celebración de la música de antes y ahora". "Nosotros somos unos recién llegados, pero es inevitable no tener influencias de los grupos de aquella época como Radio Futura o Dinarama, por ejemplo. Y de un sitio como el Penta, de donde ha salido una cantidad mítica de música y que lleva 40 años abierto, algo hoy prácticamente imposible". "Que un bar haya apoyado a la música de forma incondicional durante tantos años es de alabar. Fue el punto de unión como para nosotros en Granada era El ruido rosa, que era el 'meeting point' de los músicos", añade Alfredo.

¿Está La Movida mitificada?

"Un bar siempre es nuevo cuando abre sus puertas", reflexiona en este sentido Carbonell. "No sé qué cantidad de gente viene ahora, pero a mí la música de esa época me gusta y me hace libre, veo felicidad, ilusión y magia. Una canción como 'Una décima de segundo' [de Nacha Pop] sería imposible que hoy llegara a ningún sitio. O 'La estatua del jardín botánico' [de Radio Futura]. Son canciones hermosísimamente crípticas pero llenas de emoción. Son voladuras de cabeza". De hecho, las nuevas generaciones de músicos españoles son firmes defensoras de ese legado.

"Está mitificada sí y no. Sí porque se ha revisitado tanto que a veces se puede convertir en una caricatura, pero si indagas es una época muy interesante porque los músicos se atrevían a hacer cosas nuevas", dice Jiménez. ¿Y hoy? "Hubo una época con mucho menos riesgo, ahora quizás haya más. No hay miedo a no sonar a..., pero hay otros miedos porque se sabe qué va a funcionar y antes no. Ahora todo está más meditado", responde. Lo interesante, remata Alfredo, es que los ochenta "han vuelto a vivir una segunda época de magia, tanto reflexiva como de mentalidad". "Lo que ha cambiado ha sido la industria, pero no la música en sí. Por eso este concierto es tan buena idea. No es un 'revival', cada uno va a tocar sus canciones, sino un repaso por la música española", termina el líder de Miss Caffeina.

"Luego por la noche al Penta a escuchar canciones que consiguen que te pueda amar". Cada madrugada antes de cerrar sigue sonando la canción más famosa de Antonio Vega desde hace décadas. Para hablar del Penta hay que empezar tirando de tópico. El mítico bar de Malasaña es el bar de la 'Chica de ayer', de Nacha Pop y de Vega, pero también el bar de la Movida madrileña y de la historia del pop español. Porque el Pentagrama, o el Penta como ha pasado a la historia, era la parroquia donde se juntaban los músicos del momento y el lugar donde se ha fraguado mucha de la música de nuestro país. No solo fue la segunda casa de Vega sino que aquí Alaska y Ana Curra decidieron montar Kaka de Luxe, Los Secretos sonaron por primera vez, arrancaron Ilegales o Mamá Ladilla y Johnny Cifuentes, de Burning, fue uno de sus primeros 'pinchas', además de conocer allí a su mujer.

Música
El redactor recomienda