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El Estado del Bienestar tiene forma de supermercado
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en matadero madrid hasta el 5 de febrero

El Estado del Bienestar tiene forma de supermercado

La compañía gallega Chévere estrena en Madrid 'Eroski Paraíso', una obra que disecciona las promesas de la Transición y la evolución capitalista de nuestra sociedad en los últimos 30 años

Foto: Chévere trae a Madrid 'Eroski Paraíso' (Matteo Bertolino)
Chévere trae a Madrid 'Eroski Paraíso' (Matteo Bertolino)

Eran como Adán y Eva en el Paraíso. De fondo, la banda sonora la ponían Madonna, The Smiths, Alaska, Queen o, el exitazo del año, 'Time of my life'. Eran los ochenta y en la pequeña ciudad de la Costa da Morte de Muros, las noches, las relaciones, las futuras generaciones y los sueños se fabricaban en la sala de fiestas del pueblo. O Paraíso, que así se llamaba la discoteca que abrió en 1972, se convirtió de forma involuntaria en el símbolo de la libertad recién conquistada y de los nuevos tiempos. La diversión era sinónimo de esperanza y de un futuro nuevo que se podía tocar con la punta de los dedos.

En Muros eso que aún no se sabía qué era y que poco después se marcaría a fuego como el rimbombante pero alcanzable Estado del Bienestar era O Paraíso. Cada ciudad tenía su 'paraíso'. Podía ser una discoteca, una sala de baile, un cine o un destartalado escenario. Entonces, los años cayeron de golpe, la Transición se empezó a convertir en algo hueco, el capitalismo se comió al Estado del Bienestar y el sueño cambió. O Paraíso cerró en 1990 y se convirtió en un Eroski, al igual que fueron cerrando los cines para dejar paso a grandes tiendas de ropa o aquellos cafés centenarios de las tertulias. El sueño ya no era el ocio sino llenar el carro y la bolsa y vaciar la cartera. Así el Estado de Bienestar acabó teniendo forma de supermercado, de Zara, de H&M o de Starbucks.

En realidad, Muros podría ser cualquier ciudad de España porque su historia es demasiado conocida por todos. La compañía Chévere, ganadora del Premio Nacional de Teatro en 2014, estrena en las Naves del Matadero de Madrid (hasta el 5 de febrero) 'Eroski Paraíso', una obra que habla del desarraigo social y cultural provocado por aquellos sueños que se transformaron por el camino pero también de la emigración y la búsqueda de la identidad de los que han tenido que dejar sus paraísos de nacimiento. "Los gallegos siempre tenemos la maleta al lado de la puerta. Antes la maleta era más grande porque la ignorancia también lo era. Ahora dentro va con un ordenador", aseguran en la función.

Tras abordar la crisis política europea en 'Eurozone' y los clarosocuros de la biografía de Amancio Ortega en 'Citizen', Chévere celebra su 30 aniversario con esta obra al teatro documento pero con un tono mucho más poético e intimista. Planteada como si fuera una película documental, 'Eroski Paraíso' cuenta la historia de esta sala de fiesta a través de Álex, una joven que vive en Barcelona y vuelve a su pueblo para hacer una película sobre O Paraíso a través de la historia de sus padres y, de paso, reencontrar su identidad y sus raíces. Sus padres se conocieron en esa discoteca y concibieron esa misma noche a su hija en el cementerio cercano. Ambos, poco después, emigrarán a Canarias y Barcelona y se divorciarán, y ahora se reúnen de nuevo en Muros para reencontrarse con su historia, sus renuncias y sus elecciones.

A través de esta familia, "Eroski Paraíso' cuenta un historia muy próxima: "cómo ha cambiado y se ha transformado la sociedad de los ochenta hasta ahora. Los ochenta era la época de la ilusión y la esperanza, estábamos aprendiendo a hacer un mundo diferente tras la dictadura y queremos analizar si después de 30 años hemos llegado a ese lugar", explica Xesús Ron, director del montaje.

Por eso, decidieron posar su vista en Muros. Hablaron con sus vecinos, entre ellos el constructor, la familia promotora y el rotulista (hoy diseñador gráfico) del logotipo de O'Paraíso —que, por cierto, era una manzana mordida "antes que Apple", como nos recuerdan en el montaje—, con varias trabajadoras de Eroski que confesaron haber conocido a sus parejas en esa sala de fiestas y con los habitantes de los pueblos cercanos. No solo eso, sobre el escenario se puede ver parte del mobiliario de la discoteca. Con todo este material, parieron esta obra (en gallego y castellano) que "sirve para ver cómo esos espacios de socialización y diversión han pasado a ser espacios de consumo".

Protagonizada por Patricia de Lorenzo, Miguel de Lira, Cristina Iglesias y Fidel Vázquez, 'Eroski Paraíso' cuenta además con otra cosa novedosa y es la participación de un vecino de Madrid que interpreta al abuelo de esta joven, "el paparazzi oficial de O'Paraíso", cuya foto sirve de leitmotiv de la función. Tras hacer unos talleres en Madrid, eligieron a Ricardo Martínez para hacer el papel en Madrid. Una práctica que llevan replicando en todas las ciudades que han visitado desde su estreno el pasado mes de marzo y que forma parte de la identidad de esta compañía muy comprometida con vincular a las comunidades en las que trabajan con la acción teatral.

30 años de compromiso social

Los gallegos Chévere celebran este 2017 sus 30 años como compañía. Eso les ha llevado a dejar de lado a personajes que en los últimos años han sido los protagonistas de sus montajes como Hollande, Merkel, Rato o Amancio Ortega y posar su mirada en los ciudadanos anónimos "porque al final son las víctimas de la vida", puntualiza De Lira. "Nosotros entendemos el teatro como una herramienta que ayude a la transformación social, o al menos, que analice la sociedad".

Precisamente eso fue lo que destacó el jurado del Premio Nacional de Teatro, además de su vertiente humorística y participativa que también está muy presente en esta obra —ojo a la suculenta sorpresa del final—, ensalzó "su fuerte compromiso con el ámbito cultural gallego" y que sus montajes siempre están "conectados con la realidad social y económica". "Nos corresponde hacerlo como compañía y como ciudadanos. Es nuestro compromiso", subraya De Lorenzo.

Eran como Adán y Eva en el Paraíso. De fondo, la banda sonora la ponían Madonna, The Smiths, Alaska, Queen o, el exitazo del año, 'Time of my life'. Eran los ochenta y en la pequeña ciudad de la Costa da Morte de Muros, las noches, las relaciones, las futuras generaciones y los sueños se fabricaban en la sala de fiestas del pueblo. O Paraíso, que así se llamaba la discoteca que abrió en 1972, se convirtió de forma involuntaria en el símbolo de la libertad recién conquistada y de los nuevos tiempos. La diversión era sinónimo de esperanza y de un futuro nuevo que se podía tocar con la punta de los dedos.

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