Es noticia
Castellucci: "Los únicos lugares religiosos hoy son estadios, teatros y supermercados"
  1. Cultura
ENTREVISTA Al gran dramaturgo

Castellucci: "Los únicos lugares religiosos hoy son estadios, teatros y supermercados"

La religión, el arte y la radicalidad. El director italiano vuelve a España con 'Go Down, Moses', una vanguardista relectura del Éxodo en una sociedad esclava de cadenas invisibles

Foto: Romeo Castellucci en la presentación de 'Go down, Moses' (Efe)
Romeo Castellucci en la presentación de 'Go down, Moses' (Efe)

El teatro es para Romeo Castellucci (Cesena, Italia, 1960) radicalidad, violencia y religión. El italiano es uno de los dramaturgos y directores más rompedores del teatro europeo. Considerado uno de los maestros más vanguardistas de la escena, él se decanta, más que por las descripciones grandilocuentes, por defender a su teatro como continuador de la representación clásica. "Aun así también es verdad que el teatro debe ser radical y apuntar a lo más profundo posible del teatro mismo. Si el teatro no es radical, es mera ilustración, decoración o consuelo, y el teatro no está para consolar a nadie". Por eso, su teatro es visceral, abstracto e incómodo. Y polémico. No deja indiferente, como ocurrió el pasado mes de mayo tras presentar en el Teatro Real la ópera -con toro de 1.500 kilos incluido sobre el escenario- 'Moisés y Aarón'.

De ese viaje que hizo de la mano de Schönberg a través del Éxodo nace también su nuevo montaje teatral: 'Go Down, Moses' (en los Teatros de Canal hasta el 15 de octubre), con el que se inaugura el Festival de Otoño a Primavera. Una nueva y apabullante relectura del abandono de Moisés en el Nilo que se inspira en las noticias. "Imaginé la idea leyendo artículos de prensa sobre el abandono de niños por parte de madres jóvenes en lugares ocultos y perdidos de la ciudad. Son noticias que siempre me impactan por el dolor de estas mujeres, que sienten que tienen que abandonar a sus hijos y el dolor que ello les provoca", explica. Así nace este Moisés invisible, no presente aunque sí evocado, al que conocemos en un interrogatorio a una mujer de hoy en día que ha dado a luz a su hijo en un inhóspito baño y lo ha abandonado.

En este Éxodo matriarcal y femenino, Moisés vuelve a representar la liberación del pueblo y de cada individuo, la guía en el desierto del siglo XXI en el que todos andamos desorientados. "Aquí se trata de un desierto contemporáneo, que es la sociedad de la información no solo de Europa sino de todo el mundo, con un permanente ruido de fondo que desorienta y una falta de perspectiva y de escucha que hace que nos sintamos perdidos", reflexiona.

'Go Down, Moses', de Romeo Castellucci

Religión y arte, de nuevo, se funden en Castellucci para desnudar a esa sociedad actual perdida, ávida de respuestas y de ese Moisés que es el sentido de nuestras vidas frente la esclavitud a las que nos somete el nuevo faraón. ¿Quién es el nuevo tirano? "Es un faraón sin nombre, un faraón invisible con cadena invisibles. Vivimos una esclavitud dulce y cómoda, pero esclavitud. Esta madre denuncia esas cadenas invisibles. Cada uno puede entender de qué tipo de esclavitud estamos hablando, pero esta época es la del becerro de oro", responde en una entrevista con El Confidencial.

La religión está en el teatro

"Dios es, por definición, la gran ausencia", prosigue Castellucci. Quizás por ello los montajes de su Socìetas Raffaello Sanzio le interpelan desde nuestra sociedad moderna. El director ha visitado España en varias ocasiones con piezas nada complacientes como 'Génesis (desde el museo del sueño)', 'Sobre el concepto de la cara del hijo de Dios' o este 'Get Down, Moses'. "La verdad es que yo no soy religioso, pero considero que el teatro es religioso. La naturaleza del teatro es un gesto profundamente religioso. Mete a cientos de personas, los junta y une, y eso es la religión. Si miramos etimológicamente la palabra religión significa reunir. El acto de reunir es un acto religioso. Los únicos lugares que se pueden considerar ámbitos religiosos de nuestra sociedad son los estadios de fútbol, los teatros y los supermercados, ni mucho menos la Iglesia", analiza.

Influido profundamente por su educación católica "como todos, y esto contento porque me ha nutrido para todo", no es extraño que la religión inunde su obra. "La cultura católica es la cultura de la historia del arte. Todos los grandes pintores, inventores y revolucionarios de la imagen provienen de la cultura católica. Cuando era niño yo conocía la historia del arte en todas las pequeñas iglesias de provincia a través de los cuadros del Renacimiento con esos cuerpos desnudos, el primer desnudo que vi fue en una iglesia, y torturados. Esa es la cultura católica, y está marcada por el pecado", afirma el ganador del León de Oro de la Bienal de Venecia en 2013.

Al lado de la cultura católica, añade, la grecolatina imprime también el ADN de nuestro teatro. "Nuestros experimentos están necesariamente ligados a la cultura grecolatina y a la religión. Seas español o italiano es fundamental la cultura católica en lo bueno y en lo malo, mucho más en lo malo, lo sabemos, pero es nuestra realidad. Las imágenes y los fantasmas que tratamos proceden de unas fronteras culturales muy precisas, muy ricas y profundas", señala como puntos en común del llamado eje escénico del Mediterráneo. En frente, apunta, los países norte de Europa tienen un teatro más ligado a la literatura y al autor.

"Adiós a la crisis, volvamos a la esencia"

Decía Castellucci hace tres años en España que en tiempos de crisis su teatro había cambiado y mirado a lo esencial. Hoy sigue en ese punto porque, considera, "las crisis son momentos de gran excitación y de grandes oportunidades en el que hay que retornar a lo fundamental del hecho que haces". El considerado el gurú del teatro violento, ese que tiene que zarandear y conmocionar al espectador para que busque nuevos caminos y respuestas como sostenía Artaud, no defiende su tipo de teatro por encima del más superficial o comercial. "Son filosofías diversas. El teatro es interesante porque dentro hay filosofías totalmente diversas", sostiene.

Lo que sí tiene claro es que ahora vivimos el momento perfecto para "quitarnos el peso de esas crisis y volver a la esencia, a la base de lo que estamos haciendo. Por eso, considero la crisis un momento para reflexionar sobre nuestra actitud y nuestra vida, porque la crisis económica siempre lleva consigo una crisis espiritual. La crisis es el momento para repensar y resignificar lo que estás haciendo. No creo que sea justo llorar y quejarse. No creo en las lamentaciones sino que, personalmente, creo que hay ser vitales, reflexionar y llegar a la base". Y ejemplifica su argumento, como no podía ser de otra forma, con el teatro. La crisis, argumenta, está golpeando por igual al eje Mediterráneo como a los países del norte, pero "la dificultad económica, paradójicamente, no siempre es una desventaja. En ciertas ocasiones propicia una respuesta más vital, más urgente y más interesante. Basta con mirar a artistas que proceden de países menos ricos pero con propuestas de lo más interesantes".

El teatro es para Romeo Castellucci (Cesena, Italia, 1960) radicalidad, violencia y religión. El italiano es uno de los dramaturgos y directores más rompedores del teatro europeo. Considerado uno de los maestros más vanguardistas de la escena, él se decanta, más que por las descripciones grandilocuentes, por defender a su teatro como continuador de la representación clásica. "Aun así también es verdad que el teatro debe ser radical y apuntar a lo más profundo posible del teatro mismo. Si el teatro no es radical, es mera ilustración, decoración o consuelo, y el teatro no está para consolar a nadie". Por eso, su teatro es visceral, abstracto e incómodo. Y polémico. No deja indiferente, como ocurrió el pasado mes de mayo tras presentar en el Teatro Real la ópera -con toro de 1.500 kilos incluido sobre el escenario- 'Moisés y Aarón'.

El redactor recomienda