El romance secreto entre Iglesias y Sánchez y otros hitos del fandom político
Chicas jóvenes, redes sociales y mucha imaginación. Grupos de fans convierten las elecciones generales en una fantasía de alto voltaje. ¿Frivolidad o politización?
Siete de diciembre de 2015. En la televisión, Pedro Sánchez, Soraya Sáez de Santamaría, Albert Rivera y Pablo Iglesias se enfrentan en el debate a cuatro. Las redes sociales bullen con comentarios y chistes. En un momento de la discusión, Iglesias le espeta a Sánchez: “No te pongas nervioso, Pedro”. ¿Son los nervios del debate o ahí hay… algo más? ¿Puede ser que haya cierta tensión sexual no resuelta? Al poco surge en las redes sociales #Peblo (acrónimo de Pedro y Pablo), decenas de historias románticas y eróticas protagonizadas por los líderes de PSOE y Podemos.
En los siguientes días, los' ships' -término que viene del inglés 'relationship' y que consiste en imaginar una relación entre dos personajes-se multiplican, y aparecen Pablert (Pablo Iglesias y Albert Rivera), Garzíñigo (Alberto Garzón e Íñigo Errejón) o Pablerto (Iglesias y Garzón). Miles de memes, gifs, tuits humorísticos, viñetas e historias -también denominadas 'fics', del inglés fiction-acompañan a estos emparejamientos. Surgen numerosas cuentas que elogian las virtudes y el atractivo de los políticos, que se denominan garzoners, errejoners o riverers.
Hasta entonces, este tipo de prácticas eran comunes entre los aficionados a una serie, una película o un libro. Fans de 'Harry Potter', 'Crepúsculo' o 'Juego de Tronos' comentan cada nueva entrega, debaten sobre las tramas e imaginan otras nuevas. Ahora, del cruce entre la nueva política y las prácticas de las comunidades de fans nace el fandom político.
¿Por qué surge un fenómeno así? Elena Fraj, profesora de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, considera que es "una respuesta lógica al funcionamiento comunicativo de la política representativa". Para Fraj, los políticos "son personajes inscritos en una narrativa mediática. Así que la reacción es similar a la de los públicos de películas o cantantes, surgen fans que se apropian de las representaciones de estos personajes y construyen sus propias historias".
Por su parte, Nacho Moreno, profesor de Comunicación Política en la Universidad Complutense, opina que es "la concusión lógica de una serie de cambios en la comunicación política posmoderna, en la que las ideologías no tienen tanta importancia y donde la figura del político estrella, que interpreta los sentimientos de la comunidad, va ganando terreno".
¿Qué opinan las propias fans? A través de Twitter, contactamos con algunas de estas cuentas para preguntarles cómo entienden el fenómeno. "Para mí el fandom es una forma diferente de seguir la política: es más divertido ver un debate mientras comentas con alguien el zasca que le acaban de dar a fulanito, que hoy menganito ha hablado mucho mejor de lo que esperabas y que había dos que se miraban mucho. Y a la vez te vas enterando de lo que dicen”, explica @PoliticShipper, que tras seguir varias cuentas de fandom se creó la suya propia en febrero. Para @errehoney, que ha escrito un texto para explicar el fenómeno, es una mezcla de humor, atracción y política. @PaulAsChurches, con cuenta desde diciembre, lo ve "como una forma de criticar la situación política actual, pero en vez de desesperarnos, preferimos tomárnoslo con humor".
Al comentario político y el humor se añade una dimensión colectiva. Para @xiscally, que lleva tiempo participando en comunidades de fans de series, “tiene una parte de crear vínculos. Se hacen chats, conoces a otras con tus mismas aficiones, puedes hacer amigas”. Sus palabras aluden a una realidad importante: el fandom está compuesto en gran parte por una mayoría de chicas jóvenes.
Preguntadas sobre ello, las fans reflexionan sobre el peso de los roles de género. Algunas mencionan que a las mujeres se les ha educado para que expresen sus sentimientos y se les ha inculcado el imaginario romántico. ¿Son estos romances entre políticos sexualizados una forma de reforzar este imaginario o más bien de darle la vuelta? Algunas fans apuntan que el hecho de que la mayoría de los romances sean entre hombres incomoda a muchos chicos. @xiscally afirma: "Veo esta cosificación de los políticos como broma y como revancha". Aun así, la mayoría coincide en que hay chicos en el fandom, aunque suelen estar en la sombra: siguen las cuentas pero no producen su propio contenido.
Se trata de un fenómeno muy positivo que promueve el interés por la política entre sectores sociales que hasta ahora se mantenían al margen
"Se trata de un fenómeno muy positivo que promueve el interés por la política entre sectores sociales que hasta ahora se mantenían al margen", opina Guillermo Paños, responsable de las redes sociales de Íñigo Errejón. Su descripción coincide con lo que relatan las fans. "La política no me había interesado realmente hasta que surgió el fandom", explica @errehoney. A muchas de ellas el 15-M les pilló demasiado jóvenes como para participar en las plazas y no fue hasta que se anunciaron las elecciones del 20 de diciembre que empezaron a interesarse por la política. "Conforme se fueron acercando las elecciones del 20-D me fui interesando mucho más porque el Congreso iba a cambiar", apunta @PoliticShipper. "Ciudadanos y Podemos iban con fuerza y me interesaba saber cómo iba a acabar, pero ni se me ocurrió pensar que acabaría viendo los plenos".
Socialismo o chufla
La pasión por los políticos se ha convertido para muchas en pasión por la política: además de memes y fics, las fans leen con fruición entrevistas y artículos, ven todos los plenos parlamentarios, comentan los debates y acuden a mítines. ¿Es el fandom político, por tanto, una consecuencia de la politización de la sociedad española desde la crisis económica y la irrupción del 15M?
La interpretación de este fenómeno genera polémica y hay quien se muestra más pesimista, que lo ve como una forma de fomentar la adulación acrítica hacia políticos estrella que no se basa en las ideas, sino en su atractivo como personaje. Nacho Moreno advierte de que este fenómeno puede derivar en una banalización de la política, “en la que la figura del representante estrella es también el último escalafón de domesticación de las organizaciones políticas y movimientos sociales”.
Es posible bromear y tomarse la política en serio al mismo tiempo
"Yo creo que es posible bromear y tomarse la política en serio al mismo tiempo”, responde @PaulAsChurches. “Mucha gente actúa como si el hecho de hacer un par de chistes o un meme fuese a hacer que suba el paro. Estamos informados de lo que ocurre en el Congreso, sabemos qué propuestas se plantean y cuáles se llevan adelante”.
El estereotipo de la fan loca y hormonada pesa sobre las cuentas del fandom, que al ser contactadas para este reportaje se muestran recelosas y preguntan siempre por el enfoque que se le va a dar. La mayoría están escaldadas de abordajes paternalistas. “Mucha gente solo se queda en la superficie: un grupo de jóvenes, mayormente mujeres, haciendo chistes de política”, añade @PaulAsChurches. “No se molestan en mirar si estamos interesados en política, simplemente nos insultan diciendo que no nos tomamos nada en serio”.
Se ha llegado a decir que vamos a destruir la política. Todo es una pataleta de militantes de izquierdas que piensan que reírse es burgués
"Pienso que esto les inquieta porque lo hacemos mujeres, y entonces tiene que ser una tontería que no conduce a nada", reflexiona @xiscally. "Se ha llegado a decir que ponemos en peligro la civilización occidental y que vamos a destruir la política. Todo es una pataleta de militantes de izquierdas que piensan que reírse es burgués y humoristas que temen que les coman la tostada".
Los partidos se suben a la ola
Por su parte, partidos políticos como IU o Podemos están usando ese mismo lenguaje y los códigos de la cultura popular para dirigirse a sus posibles votantes, especialmente en redes sociales. Memes de Alberto Garzón con gatitos, carteles de Manuela Carmena como Catwoman o cromos con los candidatos de Unidos Podemos.
"Política y cultura siempre han ido de la mano, y es natural que la comunicación política se adapte a las formas culturales de hoy", explica Guillermo Paños. "Es verdad que no todos los formatos permiten la reflexión que nos gustaría, pero el primer paso para permitir reflexiones más profundas es atraer la atención sobre la política".
En ningún spot electoral aparece una sola propuesta política, sino estados de ánimo, sentimientos, reacciones a flor de piel
Elena Fraj opina que "es lo que toca hacer en comunicación política, las campañas tradicionales funcionan menos. Es lógico que la propaganda política trate de insertarse en esas formas y canales". Pone el ejemplo del programa-catálogo de IKEA de Podemos, que "apela un sujeto de una clase social concreta pero no necesariamente politizado. Gente con poca pasta, vidas móviles y precarias, clases medias venidas a menos. Ésa es la gente que compra en IKEA y a la que quiere apelar Podemos".
Nacho Moreno critica que "en ningún spot de los partidos mayoritarios aparece una sola propuesta política sino que han puesto en escena estados de ánimo, sentimientos, reacciones a flor de piel". Este investigador considera que los distintos partidos han tenido que centrarse en “transmitir los sentimientos que representan ya que, quizás, una democracia de mercado dirigida desde Bruselas como la nuestra deja poco espacio para innovaciones a nivel de propuestas”.
En definitiva, estos cruces entre cultura popular y comunicación política dibujan un territorio conflictivo y contradictorio en el que conviven politización y espectáculo. Gatetes y discursos. ¿Qué podría fallar?
Siete de diciembre de 2015. En la televisión, Pedro Sánchez, Soraya Sáez de Santamaría, Albert Rivera y Pablo Iglesias se enfrentan en el debate a cuatro. Las redes sociales bullen con comentarios y chistes. En un momento de la discusión, Iglesias le espeta a Sánchez: “No te pongas nervioso, Pedro”. ¿Son los nervios del debate o ahí hay… algo más? ¿Puede ser que haya cierta tensión sexual no resuelta? Al poco surge en las redes sociales #Peblo (acrónimo de Pedro y Pablo), decenas de historias románticas y eróticas protagonizadas por los líderes de PSOE y Podemos.