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Cinco recetas de Hitler para gestionar el III Reich
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un libro analiza el 'management' del nazismo

Cinco recetas de Hitler para gestionar el III Reich

Javier Fernández Aguado analiza en 'El management' del III Reich' al líder nazi desde el punto de vista de la gestión de las organizaciones modernas actuales

Foto: Adolf hitler en 1932 (german federal archives)
Adolf hitler en 1932 (german federal archives)

El nazismo fue dirigido como un sistema feudal. Un sistema de clases establecidas dirigidas por una figura por encima de todos, la de Adolf Hitler. Una estructura y una forma de manejar el estado que muchas organizaciones, estados y empresas han mimetizado erróneamente en la actualidad.

No parece descabellado decir que tu jefe es un nazi, cuando probablemente esté (inconscientemente) cometiendo los mismos errores que el Führer cometió con su pueblo. Una tesis que analiza detalladamente el autor Javier Fernández Aguado en su libro El management del III Reich (Ediciones LID), en el que analiza a Hitler desde el punto de vista de la gestión de las organizaciones modernas llegando a una terrible conclusión: Hay innumerables directivos en el ámbito de la política y de las organizaciones públicas y privadas que han imitado patrones de comportamiento de aquel al que califican como asesino.

Un libro que intenta no caer en maniqueísmos, como explica su autor a El Confidencial: “Soy crudo y crítico con Hitler, fue un asesino. Pero fue un comunicador excepcional. De barbaridades, pero un gran comunicador. Algo parecido a lo que se puede decir de Fidel Castro”.

En la obra de Fernández Aguado se pueden encontrar las tácticas con las que el nazismo dirigió su imperio, y muchos directivos sus empresas.

Crear un líder:

El nazismo se asentaba sobre la figura totalitaria y central de Adolf Hitler. Alrededor de él giraba todo un estado y alrededor de sus teorías el mundo vivió un genocidio que lo marcó de por vida. Pero ¿Era Hitler un buen líder?.

Javier Fernández Aguado, establece que hay dos criterios que el dictador cumplía a la perfección: sus habilidades técnicas y sus habilidades directivas (entre las que destaca su oratoria, capaz de emocionar a un estado entero).

Aunque mucha gente crea que con estos dos elementos ya es suficiente para ser un buen líder, el autor de El management del III Reich considera que hay una tercera característica imprescindible para ser un líder: la ética.

“Hitler carecía de ética. Y alguien sin ética no puede ser un gran líder. Puede ser un gran manipulador, como lo fueron además de Hitler, Stalin, Chávez o Castro”, explica Fernández Aguado.

Tan importante como el concepto de liderazgo, es el de autoliderazgo. Algo que tiene mucho que ver con ser capaz de ver los errores propios, aparte de los ajenos. Para el autor de este libro la mejor forma de describirlo es como lo hacía Erasmo de Rotterdam, que decía que todos llevamos los defectos en dos alforjas, los de los demás en la de delante y los propios en la de detrás. “Yo añado bromeando que no usamos espejo retrovisor” explica Javier Fernández Aguado a este periódico.

Elegir subordinados torpes:

Una de las características más llamativas de Hitleres que, excepto Goebbles, ninguno de sus subordinados fueron talentos, sino gente mediocre: “Subordinados que fueran manipulables y torpes”, añade el autor del libro.

Pero, ¿se puede dirigir un país como si fuera una empresa? “No exactamente igual, pero sí que hay que tener técnica para dirigir un país. Aquí se echa en falta preparación en los políticos. No tienen preparación ni para dirigir una empresa de tres empleadosy, sin embargo, manejan presupuestos desorbitados. Tendría que haber un examen básico para llegar a político. A nadie se le asciende a Director Financiero en una empresa sin saber leer balances, pues con los políticos debería ser igual.

Convertir al líder en mito:

Los mitos y las metáforas movilizan voluntades. Todas las organizaciones lo saben, y Hitler y el nazismo también. Alemania necesitaba un redentor nacional, como había profetizado Dietrich Eckart en 1919, y el dictador fue esa figura.

“Todos buscamos mitos a los que seguir, el de Hitler es un mito errado pero en una Alemania deprimida, con una gran inflación, Hitler era el mito que necesitaban. Luego fue un fiasco y les llevó a un sitio peor en el que estaban”, apunta Javier Fernández Aguado.

Alemania era un pueblo en medio del desastre tras el final mal resuelto de la Primera Guerra Mundial. Como dice en un momento el libro, para los alemanes Hitler es la fe, igual que Steve Jobs es un mesías para Apple. La masa rechazará a quien disienta del pensamiento popular. Igual que en las empresas se mirará mal a aquellos que se atrevan a poner en duda al líder convertido en mito.

Mitos envueltos en un halo de religiosidad y mantenidos, como en el caso de Hitler, con mentiras hasta el día de su muerte.

Engañar con el lenguaje:

La importancia del lenguaje (y de la oratoria) es algo de lo que Hitler es uno de los mejores ejemplos. Un hombre menudo, de voz irritante y aspecto ridículo que tuvo a un país a sus pies y a todo el mundo atemorizado. Su mayor arma: su manipulación del lenguaje y sus grandes dotes de comunicación.

Una característica que, sin embargo, no parece ser muy valorada en la política española donde dar discursos leyendo papeles y sin estar preparados es el pan nuestro de cada día. Sin embargo, en los últimos años sí que hemos visto cómo los políticos recurrían a tergiversar las palabras como lo hacían los nazis. Ya no es una 'crisis', es una 'recesión económica', igual que Hitler dejó de utilizar'asesinato' e implantó la palabra'depuración'.

Como dice Javier Fernández Aguado en su libro: “El uso del lenguaje no es inocuo, crea realidad. Las palabras pueden curar o actuar como arsénico”.

El éxito lo cubre todo:

Esto ya lo decía Hitler en Mi lucha:"El éxito es el único juez terrenal del bien y del mal". En su caso, su leyenda militar creó un héroe que vio su figura engrandecida gracias al aparato propagandístico y a sus cualidades de convicción.

Esta máxima tiene un reverso peligroso, porque el éxito tan pronto viene como se va. Y el fracaso lo destapará todo.

El nazismo fue dirigido como un sistema feudal. Un sistema de clases establecidas dirigidas por una figura por encima de todos, la de Adolf Hitler. Una estructura y una forma de manejar el estado que muchas organizaciones, estados y empresas han mimetizado erróneamente en la actualidad.

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