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Los museos liberan su arte en la red
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amortizar o regalar, esa es la cuestión

Los museos liberan su arte en la red

El conocimiento no es preso del papel. Ha roto sus cadenas gracias a las nuevas tecnologías y a la voluntad de algunas instituciones, que han decidido

Foto: Un operario del Gran Teatro del Liceo muestra algunos de los más de 5.000 documentos digitalizados. (EFE)
Un operario del Gran Teatro del Liceo muestra algunos de los más de 5.000 documentos digitalizados. (EFE)

El conocimiento no es preso del papel. Ha roto sus cadenas gracias a las nuevas tecnologías y a la voluntad de algunas instituciones, que han decidido liberar sus contenidos, investigaciones y documentos en la web para formar parte de la formación del ciudadano. Cada vez son más los organismos que rescatan el conocimiento que han ido acumulando y se pudre en los sótanos a la espera de una reimpresión que no llega.

El próximo martes, la Fundación Juan March rescata las más de 27.000 páginas de todos los catálogos impresos y publicados desde 1973. Más de 400 autores e imágenes de 18.000 obras de cerca de 1.400 artistas. “No es un archivo de catálogos, sino un portal del conocimiento”, explica Manuel Fontán, el responsable de exposiciones de la Fundación Juan March, para aclarar que no es un simple cambio de archivo.

Gracias al trabajo que han realizado desde 2011, el visitante navegará por el contenido de los 182 catálogos, no por el soporte. La web responderá a la búsqueda de artistas y conceptos concretos: “No era una digitalización simple. No podíamos aplicar las nuevas tecnologías para cambiar de soporte simplemente. Estos catálogos tienen textos valiosos, catálogos históricos, agotados la inmensa mayoría”. Entre ellos hay joyas como el de la primera exposición de Bacon que se hizo en España.

Juan March, Biblioteca Nacional, Museo Nacional del Prado, Círculo de Bellas Artes apuestan por liberar sus contenidos; el Museo Reina Sofía mantiene otra política

Hasta la RAE (Real Academia Española) ha anunciado el ocaso del Diccionario en papel, que cada mes recibe 45 millones de visitas para aclarar dudas. Hay organizaciones sin ánimo de lucro que se dedican a rescatar el patrimonio. El MET (Metropolitan Museum of Art) de Nueva York ha dispuesto en abierto los textos de sus catálogos antiguos, no así las imágenes. La Biblioteca Nacional ha soltado en abierto cerca de 25.000.000 documentos digitalizados, entre ellos un maravilloso archivo de discos de pizarra.

José Luis Bueren, el jefe de servicio de la Biblioteca Digital de la Biblioteca Nacional, asegura que lo que se necesita son más patrocinadores que financien la digitalización de los fondos, para conservarlos y difundirlos en la web. En 2008 firmaron un acuerdo con Telefónica que les ha permitido trabajar hasta el momento. Este año ha finalizado el acuerdo y parece que volverá a repetir convenio, pero con una inversión inferior. La política es liberar obras sin dominio público de libros, manuscritos, partituras, dibujos, grabados, mapas, música, etc.

“La preservación y la difusión son los dos grandes motivos relacionados con una institución como esta, que debe aportar el crear conocimiento en la sociedad y que los ciudadanos saquen provecho de él”, explica. Bueren señala que desde la Comisión Europea se presta mucha atención a la reutilización del conocimiento público.

Orden contra acumulación

El reto que tiene la digitalización en estos momentos, aclara el responsable de la Biblioteca Nacional, es ordenar el contenido relevante que está en abierto. La orientación entre la marabunta de millones de documentos. Mucho contenido, poco orden. “El siguiente paso es ofrecer las herramientas oportunas para empezar a manejarlo correctamente; no basta con la mera acumulación. Debemos lograr que la búsqueda sea impecable”.

Las instituciones culturales tienen una obligación moral para poner al alcance del mayor número de personas todo lo que producen

Contra el miedo a los derechos y la pérdida de rentabilidad de la inversión hecha sobre la edición de catálogos, Carolina del Olmo, la directora de cultura del Círculo de Bellas Artes de Madrid, ha llevado a cabo una tarea determinante al liberar sin fianza los catálogos publicados desde 2005 y la revista Minerva, publicación oficial del centro. “Hoy se puede hacer porque las tecnologías lo permiten. La pregunta que se hacen muchos es si se debe hacer. En el CBBAA creemos que todas las instituciones que se dedican a la cultura tienen un evidente carácter público, por lo que hay una obligación moral para poner al alcance del mayor número de personas todo lo que se produzca. No es perjudicial para las instituciones ofrecer ese contenido gratis”. Del Olmo destaca la importancia de dar a conocer el contenido y confiar en que los de papel se sigan vendiendo.

Fontán cuenta que en la herramienta de consulta que acaban de crear todas las imágenes están embargadas con una línea de crédito y no en altísima resolución. Además, han firmado un convenio con VEGAP. “Es un portal de conocimiento gratuito, no hay pretensión de hacer dinero”, dice. En ese sentido, Carolina del Olmo se pregunta qué sentido tiene un contenido amortizado y olvidado en archivos. “Además, el mercado no llega a todo lo que se necesita. Hay contenido cultural que se rechaza, pero que los usuarios necesitan”. Ese es el sentido de una biblioteca.

Instituciones tradicionales, reflejos lentos

Desde el Museo Nacional del Prado, su subdirector, Gabriele Finaldi, reconoce que han cubierto el primer paso de su plan de digitalización: todos los catálogos de la colección, desde 1819 a 1926. Pero les queda por delante colocar en abierto 23 catálogos de otras colecciones de los fondos del museo y, por último, la digitalización de los catálogos de exposiciones. Pero explica que todavía no se ha hecho nada en este sentido porque no ha habido una decisión al respecto. “Es un experimento y tenemos que ver si caminamos hacia una solución híbrida en la que conviven papel y digital”, dice.

Por eso, la Fundación Juan March analizó y estudió cerca de 300 instituciones de todo el mundo para ver qué pasos han dado. Fontán se atreve con prudencia a anunciar que “algo tan integrado como la herramienta que ponemos en marcha es complicado encontrarlo aquí y fuera”.

Las bibliotecas se mueven a los ordenadores personales para llevar el conocimiento hasta casa. Finaldi destaca esto como una aportación esencial de la digitalización y la liberación del contenido. Aunque no tiene una previsión de cuándo estarán disponibles los catálogos ni cuál es el presupuesto que dedicarán a ello, asegura que el deseo del Prado es difundir el trabajo de investigación que desarrolla el museo. Las publicaciones descatalogadas juegan un papel importante en ese aspecto y así lo reconoce el subdirector de la pinacoteca.

El Museo Reina Sofía no colgará los contenidos de la institución para ser descargados libremente desde internet, sino desde la Biblioteca del Museo

En el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía se ha empezado a digitalizar el contenido de la Biblioteca y del centro de Documentación, informan a El Confidencial desde el museo. Reconocen que están en una primera fase del proyecto de digitalización, esperan completarlo “con el desarrollo de un sistema informático que permita la búsqueda y consulta de todo este material a los usuarios de la Biblioteca”. Es decir, sólo será accesible desde el punto de lectura de la instalación del museo. “Por el momento no se plantea la posibilidad de colgar los contenidos para ser descargados libremente desde internet”, aseguran. La decisión aleja al museo de arte contemporáneo de la difusión y divulgación de sus investigaciones. Sí se puede descargar libremente las revistas del centro, Carta y Desacuerdos.

El departamento de publicaciones tiene un presupuesto de 450.000 euros (incluyendo catálogos, folletos, cuadernillos, invitaciones, tarjetones, etc). Desde el Reina Sofía comentan que a la vista del elevado coste de digitalización se ha decidido no asumir la iniciativa, “por el momento”: “La digitalización de los catálogos para el libre acceso del usuario plantea una serie de problemas centrados en dos cuestiones: se requieren importantes recursos de personal y económicos. En el actual escenario presupuestario no resulta viable abordar la comunicación pública libre en internet de todo el fondo de catálogos del Museo”, una situación en las antípodas de la Fundación Juan March. La solución del MET evita el escollo de los derechos eliminando las imágenes; la March, protegiéndolas.

El conocimiento no es preso del papel. Ha roto sus cadenas gracias a las nuevas tecnologías y a la voluntad de algunas instituciones, que han decidido liberar sus contenidos, investigaciones y documentos en la web para formar parte de la formación del ciudadano. Cada vez son más los organismos que rescatan el conocimiento que han ido acumulando y se pudre en los sótanos a la espera de una reimpresión que no llega.