"Me encantaría tener una fórmula para escribir más rápido"

Si un niño crece rodeado de símbolos religiosos y matemáticos, y para abrir los regalos de Navidad le obligan a descifrar códigos, no es de extrañar que de mayor se convierta en un escritor obsesionado con las conspiraciones que redacta cuatro páginas para explicar una idea que puede resumirse en una sola. Ese es Dan Brown, el autor que vapuleó las ventas de libros con El código Da Vinci (2003) y que vuelve ahora la carga con una historia inspirada en el oscuro poema épico de Dante Alighieri, Infierno, incluido en la famosa obra del florentino, La Divina Comedia.

El estadounidense se ha aprendido al dedillo la fórmula para arrancar sus novelas y enganchar al público, que espera que “siempre funcione”, según contó este jueves en la rueda de prensa de presentación del libro, en la sede de la Biblioteca Nacional en Madrid. Inferno (Planeta) lleva al lector de Dan Brown hasta Florencia. El profesor Robert Langdon reaparece por cuarta vez como protagonista junto a una joven inteligente, Sienna Brooks, que le ayuda a encauzar su vida y a iniciar la resolución del gran misterio que se le presenta. Brown repite el mismo esquema que en las anteriores aventuras del profesor, siempre con una mujer joven a su lado y siempre un gran asunto que resolver producto de confabulaciones y vinculado a obras de arte. 

Aún así, ha querido dejar caer un cierto halo de modestia afirmando que esa parte “es la más fácil”, y que le “encantaría tener una fórmula para escribir más rápido”, porque en realidad le "cuesta mucho."

El mismo Brown ha reconocido que su editor ha dejado casi una cuarta parte de las páginas entregadas para Inferno, una novela que la editorial presenta como “la más ambiciosa” del escritor, porque viene a revolucionar los números de las ventas del mundo editorial. El libro sale con una primera tirada de un millón de ejemplares, con la expectativa de llegar a las ventas de El Código Da Vinci (80 millones de libros vendidos).

El gran problema de la humanidad 

La palabra bestseller ha salido enseguida a la palestra, relacionada con la crisis del mundo editorial, una pregunta que Brown ha resuelto asegurando que lo que más le gusta de ser un superventas es que “permite a las editoriales dar voz a otros autores”, ya que gracias al éxito de este se pueden permitir publicar otras obras que tienen más dificultades para vender. 

Con Inferno, sus seguidores se enfrentan al Brown, nunca mejor dicho, más dantesco. El libro plantea una solución terrorífica, o no, según se mire –ese el objetivo de Brown, sembrar la duda, dijo- a unos de los mayores problemas que rigen la actualidad, y no es la crisis económica, sino la superpoblación. Al escritor le gustan los secretos y por eso no ha querido resolver cuál es la solución que habría dar a esa cuestión. Aunque sí ha dejado caer que ese “es el problema del futuro”, tan grave que va requerir “soluciones graves”. Da miedo pensar qué se le estaba pasando por la cabeza a Brown.

A pesar de sus novelas, el estadounidense ha aclarado que es “más escéptico que de conspiraciones”, pero que en el mundo actual “el poder se está concentrando cada vez en menos manos”. Sin querer lanzar lemas políticos afirma, “porque ya lo hice una vez y no me salió bien”, ha dicho que “este no es un libro activista, pero me preocupa el futuro del mundo. Seamos novelista o periodistas, cuando tenemos un podio desde el que podemos hablar, creo que tenemos el deber”.

Sin embargo, sus novelas alimentan la creencia en los misterios y las confabulaciones. ¿Por qué le gusta tanto a la gente leer sobre conjuras? Porque el ser humano es así, sin más, explica Brown: “No nos gusta pensar que la vida es aleatoria, cuando hay una desgracia preferimos creer que hay algo detrás”. ¿Qué habrá detrás de Brown? Un montón de ideas para seguir dando vida a Langdon, asegura, a quien no pretender a abandonar porque más de 50 editoriales "podrían entrar en pánico" ha comentado entre risas.