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El concierto demoledor de los Swans tapa a Blur
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LA NOSTALGIA PROGRAMA LA SEGUNDA JORNADA DEL PRIMAVERA SOUND

El concierto demoledor de los Swans tapa a Blur

En el negocio del rock del siglo XX los grupos eran tan buenos como su último álbum. Luego los promotores de conciertos descubrieron la nostalgia y

Foto: El concierto demoledor de los Swans tapa a Blur
El concierto demoledor de los Swans tapa a Blur

En el negocio del rock del siglo XX los grupos eran tan buenos como su último álbum. Luego los promotores de conciertos descubrieron la nostalgia y la cosa cambió completamente: pasaron a ser tan buenos como su mejor obra. La confirmación de la tendencia llegó con la moda de “tal grupo mítico toca su obra magna”, de la que pocas noches realmente memorables han salido. En cierto modo, es imposible hacer una crítica de estas ceremonias porque la intensidad depende de los recuerdos, la compañía y el número de copas ingeridas.

En todo caso, hay bandas que lo ponen muy sencillo. Por ejemplo, The Breeders, roqueras con toque arty que tuvieron su destello de gloria comercial en 1993. Nunca fueron buenas sobre un escenario y tampoco lo son ahora. Quitando tres singles con gancho (Cannonball, No Aloha, Divine Hammer) su repertorio ha envejecido de pena, como ya quedó claro en su concierto sorpresa del pasado miércoles en la sala Apolo. Seguramente uno de los regresos más flojos de todos los que llevamos. El problema de The Jesus And Mary Chain, maestros del ruido melódico, es otro bien distinto: sus canciones hablan de las sensaciones extremas de la juventud y ellos han pasado los cincuenta.

La cosa pierde convicción y hay que poner de tu parte. Cuando Jim Reid cantaba en Far gone and out sobre tener “un ataque al corazón” se refería a la sobredosis emocional de intentar vivir al límite. Ahora seguramente pasa por su cabeza la posibilidad literal de que esto ocurra. Dos sensaciones muy distintas. Dilemas parecidos sobrevuelan el regreso de Blur. ¿Realmente pueden meterse con convicción en letras tan evidentemente juveniles? Si no hubiera un cheque de por medio, es dudoso que tuvieran la inclinación. Quizá los promotores de conciertos del futuro puedan resolver todo esto proyectando hologramas de los artistas en la edad ideal para interpretar su repertorio.

Alérgicos al envejecimiento

Los Swans de Mike Gira dieron el concierto más demoledor del viernes. Con un pie en el rock ancestral y otro en el pulso industrial, desplegaron un cancionero afilado que trata  la necesidad de liberarnos de nuestras cadenas. No hablamos de terapia new age, sino de un llamamiento a la revolución social por los medios que sean necesarios. 

Gira terminó el recital gritando el nombre de Touissant Loverture, líder de la única revolución de esclavos que ha triunfado en la historia. Hacía gestos de cortar cabezas e imitaba el sonido de la sangre al resbalar por la pechera. Realmente transmite la presión de los oprimidos en el momento de dejar de serlo. Toda una invitación a volver a la lógica emancipadora de tiempos de la Revolución Francesa.

Su rock suena áspero, catártico y lleno de matices. Sin duda uno de los mejores grupos que ha dado el rock underground en Estados Unidos. Y cero nostalgia: su disco The Seer (2012) se come con patatas cualquier propuesta de un veinteañero.

Impresionantes sonaron Neurosis, grupo de metal oscuro de alta densidad. Su talón de Aquiles  es que confían demasiado en trucos muy vistos, como ese sube-y-baja de volumen en las guitarras. A la media hora se vuelven previsibles aunque pasables.

La lección de sutileza corrió de parte del etíope Mulatu Astatke, que hipnotizó al auditorio a primera hora de la tarde. El creador del etiojazz derrochó elegancia y ganó pegada en la media hora final, más percusiva y punzante.  Los tuaregs Tinariwen dejaron alguna duda en la cabeza: a ratos, enganchan con sus mantras hipnóticos, otros asoma la sensación de que hay mucho más teatro que sustancia musical en su propuesta.

Empezamos diciendo que el Primavera Sound arrastra el pegajoso aroma de la nostalgia. También hay que señalar otra disfunción: los programadores parecen tener claro que cuentan con dos públicos, uno es turrón blando popero (Blur) y otro turrón duro extremo (Swans). Los horarios se confeccionan para que ambos puedan disfrutar por separado de sus respectivos grupos (The Jesus and Mary Chain sería el punto de confluencia).

Lo malo es que a partir de las dos y media solo se atiende al sector poppy de la audiencia, con DJs y grupos que nadie del sector oscuro podría aguantar. Especialmente los noruegos The Knife, propuesta simplona y sonrojante que parece un mal show del Circo del Sol basado en la electrónica fashion. La noche se cerró con otra mala noticia: los roqueros Band Of Horses (que ya suenan hasta en los anuncios de la serie Cuéntame) cancelan su actuación del sábado por culpa de los tornados de Oklahoma, en Estados Unidos. 

En el negocio del rock del siglo XX los grupos eran tan buenos como su último álbum. Luego los promotores de conciertos descubrieron la nostalgia y la cosa cambió completamente: pasaron a ser tan buenos como su mejor obra. La confirmación de la tendencia llegó con la moda de “tal grupo mítico toca su obra magna”, de la que pocas noches realmente memorables han salido. En cierto modo, es imposible hacer una crítica de estas ceremonias porque la intensidad depende de los recuerdos, la compañía y el número de copas ingeridas.