M.I.A. publica el disco más polémico del año

Todo empezó con un perfil de The New York Times en el que aparecía retratada como una snob con tanto discurso político como afición por la buena vida. La estrella musical de M.I.A. brillaba desde hace algunos años con un halo de santidad gracias a unos trabajos perfectamente ejecutados a medio camino entre el pop y el rap, pero a partir de ese artículo la polémica sobre el personaje superó a la admiración por la artista.

 

El tercer trabajo discográfico de la artista británica de origen tamil era uno de los más esperados del año, sobre todo después de su exitoso single Paper Planes y su ya histórica actuación en una entrega de los Grammys embarazada de nueve meses y con los grandes nombres del rap acompañándola en el escenario. El problema es que los medios se han fijado más en la figura pública que en la artista y las críticas del álbum han mezclado ambos asuntos.

MAYA tiene los parámetros musicales que M.I.A. ya había explotado en sus anteriores discos, pero también explora nuevos caminos, como en It Takes a Muscle, muy cercano a la tradición afrocaribeña anglosajona (reggae) o Born Free.

El vídeo de este tema es uno de los problemas a los que se ha tenido que enfrentar: YouTube retiró el vídeo un día después de que fuera subido porque consideraba que algunos planos, en los que se veía a unos policías torturando con disparos o minas a unos jóvenes, violaban la política de la web sobre imágenes de violencia explícita. El trabajo había sido dirigido por Romain Gavras, hijo del cineasta Costa Gavras que ha trabajado con otras bandas como Simian Mobile Disco, Justice o The Last Shadow Puppets.

La música de M.I.A. puede resultar áspera, pero ¿acaso no lo son los tiempos que vivimos? La crítica no ha recibido con los brazos tan abiertos como antes su nuevo disco. La web Metacritic ha recopilado diversas críticas y le otorga como media un 68 sobre 100. Sin embargo, algunos medios más que influyentes no dejan en muy buen lugar al álbum. Pitchfork, la biblia de la música independiente, no llega a darle el aprobado con un 4,4 sobre 10, mientras que el diario británico The Guardian le da un aprobado raspado.