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Jackson y Presley, dos reyes y un destino
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Jackson y Presley, dos reyes y un destino

Fueron reyes coronados y ascendidos con todos los honores al trono de la música. Elvis Presley y Michael Jackson sufrieron vidas diferentes pero con puntos convergentes

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Jackson y Presley, dos reyes y un destino

Fueron reyes coronados y ascendidos con todos los honores al trono de la música. Elvis Presley y Michael Jackson sufrieron vidas diferentes pero con puntos convergentes marcadas primero por la incomprensión de los más cercanos, luego por la explotación de su imagen y finalmente por una trágica muerte. Al fin y al cabo, uno era el rey del rock y el otro, del pop. La muerte del creador del Moonwalker eleva su figura a la categoría de leyenda, la misma en la que lleva Presley desde hace décadas.

Los dos son perfectos paradigmas de las luces y las sombras de una industria, la musical, que a lo largo de su historia ha dado buenos ejemplos de ser experta en usar y luego deshacerse de una persona sin importar cuáles son sus circunstancias. Y no haría falta mirar al pasado para seguir encontrando ejemplos, ¿verdad, Amy Winehouse?

Uno era hijo del norte industrial; el otro, del profundo sur. Aun así Michael Joseph Jackson y Elvis Aaron Presley tuvieron un origen común: ambos nacieron en la pobreza. A lo largo de su carrera los dos traspasaron sin miedo las fronteras raciales en momentos en los que la cuestión centraba los debates sociales en Estados Unidos: Presley era un blanco que cantaba y se movía como un negro cuando estos aún tenían que ceder el asiento en los autobuses y vivían completamente discriminados.


Jackson, por su parte, fue el primer personaje afroamericano admirado por igual por todas las personas sin importar su color. Su canción Black or White así lo demostraba: I’m not gonna spend my life being a color, decía una de sus estrofas. Tanto uno como otro, además, cultivaron un peculiar sentido de la estética que marcó época y ambas megalomanías tienen pocos pares en la historia de la música popular.

 

Encumbrados en la cima del éxito los dos se retiraron a sus exclusivos ranchos y finalmente acabaron sus días solos. Por si todos estos paralelismos fueran pocos, la casualidad o el amor hicieron que Jackson estuviera casado durante meses con la hija de Elvis, Lisa Marie Presley.

 

Elvis Presley, el hombre que ofreció el primer concierto por satélite de la historia, era un personaje habituado a los records, igual que Jackson, que se va a la tumba con el honor de haber vendido más discos que nadie (750 millones de ejemplares) y después de haber innovado en asuntos tan importantes en la música contemporánea como el aspecto audiovisual. El trabajo de los videoclips de Jackson marcó en los 80 la pauta del género. Por desgracia, al igual que ha ocurrido con otros muchos asuntos relacionados con su persona éste también ha sido polémico hasta el último minuto: el director de Thriller, John Landis, le denunció el año pasado por deudas relacionadas con los royalties del que ha sido considerado por muchos no sin razón el mejor vídeo musical de la historia.

 

Los dos fueron ascendidos al trono y sufrieron a muchos republicanos musicales incapaces de entender que el artista es una cosa y su obra, otra. En el caso de Jackson, que vivió expuesto a los medios de comunicación desde la infancia, la situación fue especialmente dolorosa. Los rumores sobre su vida privada fueron una constante que sólo sirvieron para dañar aun más la débil personalidad de alguien que creció sin infancia, maltratado por el mismo padre que lo explotaba para ganar más dinero y carente de cualquier tipo de autoestima que no tuviera que ver con su actividad artística. Los problemas legales tras las acusaciones de abuso de menores, de las que fue declarado absuelto, sólo terminaron de acorralar a la estrella en su universo personal. En cualquier caso Jackson fue rey aunque muchos se asombren de que un monarca pudiera ser en realidad una persona tan enfermiza y complicada como él. ¡Como si los otros reyes, los que firman leyes y billetes, fueran ejemplos de rectitud en sus vidas privadas!

 

Como afirmaba este viernes en El País el maestro Diego A. Manrique Michael Jackson no fue quien acabó con el comunismo, aunque él llegara a creerlo así. Sin embargo no se puede negar su capacidad como icono de lo estadounidense. En muchos lugares Jacko era la pura encarnación del diablo americano, ejemplo de la imposición de una hegemonía cultural que llegaba a través del satélite por la se imponía al ritmo de la MTV. Las declaraciones de Hugo Chávez tras su muerte no hacen sino abundar en esta teoría.

 

De los dos nos quedan sus temas, convertidos ya en el zeitgeist musical de los últimos sesenta años, canciones como ésta. A comienzos de los 90 Jackson dedicó el tema Gone Too Soon a Ryan White, un joven víctima del sida. Como último homenaje están sus palabras, ahora más cargadas de sentido que nunca: Like a castle built upon a sandy beach, gone too soon (Como un castillo construido en una playa de arena, se ha ido demasiado pronto).