"Cosí fan tutte" se estrenó en Londres sin la presencia de Kiarostami

Joaquín Rábago Londres, 31 may (EFE).- Abbas Kiarostami se ha sumado a la serie de realizadores cinematográficos tentados por el mundo de la ópera como Ingmar Bergman, Joseph Losey, Visconti y más recientemente Anthony Minghella, entre otros.

El director iraní no ha podido, sin embargo, supervisar directamente los ensayos londinenses de su puesta en escena de "Cosi fan tutte", la deliciosa ópera de Mozart, en la English National Opera, que se estrenó ya el año pasado en el festival de Aix-en-Provence.

Los problemas burocráticos con que se topó tras solicitar el correspondiente visado de trabajo en el Reino Unido en la embajada de este país en Teherán, le hicieron desistir en el último momento.

Tuvo que ser Elaine Tyler-Hall, que colaboró ya con él en el festival francés quien se encargase de la tarea en ausencia del iraní, profundamente deplorada en círculos artísticos británicos, que no aciertan a entender cómo un artista de la talla de Kiarostami, ganador de la Palma de Oro en Cannes con su filme "El Sabor de las Cerezas", puso ser sometido a semejante humillación.

En su montaje tradicional y muy fiel al libreto de la ópera buffa de Mozart y Lorenzo da Ponte, una coproducción con Aix-en-Provence y el Grand Théâtre de Luxembourg, que podrá verse hasta el 5 de julio aunque en días diferentes en el coliseo londinense, Kiarostami utiliza proyecciones cinematográficas como fondo de la acción que se desarrolla en el escenario.

Así, en la primera escena, se nos muestra en sepia, como en una vieja fotografía, la terraza de un café de la actualidad en la que clientes y camareros observan, como si fueran parte del público, a los protagonistas masculinos, el cínico e intrigante filósofo Don Alfonso y los dos oficiales Guglielmo y Ferrando, hacer una apuesta sobre la fidelidad de las enamoradas de estos últimos.

Para las escenas siguientes, en las que Don Alfonso pone en práctica su plan, consistente en engañar a las dos muchachas, Fiordiligi y Dorabella, haciéndolas creer que sus amantes han sido llamados al servicio activo, Kiarostami ha filmado una bellísima bahía, junto a un imponente acantilado.

En la lejanía aparece un buque de vela, que se va acercando lenta y casi imperceptiblemente hasta atracar en el muelle junto al jardín de la casa de las dos jóvenes para llevarse supuestamente al frente de guerra a los dos militares.

En la última escena, la del descubrimiento del engaño del que han sido objeto las dos jóvenes por sus propios enamorados con la complicidad de su sirvienta, Despina, el realizador iraní ha filmado a la orquesta con su director en primer plano, ejecutando los mismos movimientos que en el foso.

Kiarostami yuxtapone dos planos temporales, el actual- en las filmaciones del café y de la orquesta- y el de la propia acción, que, sin tomarse las libertades de otros directores como el norteamericano Peter Sellars, el realizador iraní sitúa en la época de Mozart.

En declaraciones a la prensa británica antes del estreno, Kiarostami explicó que con esas proyecciones cinematográficas intenta recordarles a los espectadores su propia presencia en el espectáculo, que no deben olvidarse de sí mismos al "relacionarse con las emociones" expresadas por la música de Mozart y las palabras de Da Ponte.

Cantada en inglés, como todas las óperas que se representan en este coliseo londinense, "Così fan tutte" es en cualquier caso una auténtica y doble delicia para la vista y el oído.

El alemán Stefan Klingele, un especialista en la obra de Mozart, hace vibrar su música en todo momento. Susan Gritton borda su Fiordiligi, Fiona Murphy convence como Dorabella mientras que Thomas Glenn (Ferrando), Liam Bonner (Guglielmo), Steven Page (Don Alfonso) y Sophie Bevan (Despina) están a la altura que requieren sus personajes tanto desde el punto de vista vocal como cómico. EFE jr/mcd (foto)