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Marilena Ferrari: “El arte contemporáneo tiene mucho de superficial”
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Marilena Ferrari: “El arte contemporáneo tiene mucho de superficial”

La energía que transmite en cada palabra es contagiosa. Marilena Ferrari, presidenta del grupo editorial FMR, tiene entre sus manos la edición de libros que son

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Marilena Ferrari: “El arte contemporáneo tiene mucho de superficial”

Estamos en una época hipertecnológica. ¿Por qué hay que volver al libro?

 

Porque sea cual sea la época histórica, el libro siempre ha sido un microcosmos sobre el que se ha erigido la cultura, la civilización humana. Hay que defender su papel como depositario de la belleza. No se trata de una operación contra las nuevas tecnologías; Internet y el libro no están contrapuestos. Cuando nació el libro era un objeto como los que nosotros hacemos, bello por fuera y por dentro. La belleza del papel, la manufactura... eran signos de la belleza del contenido. A principios del siglo XIX surge el proceso de industrialización de la imprenta y entonces el libro se convierte en un vehículo de contenido. La difusión era cada vez mayor y eso está bien, pero en este punto hay que volver al origen del libro.

 

¿Y qué futuro le espera?

 

Yo estoy convencida de que el libro siempre será el libro. Conozco muy bien la materia y nunca se podrá sustituir la felicidad que da el cuerpo del libro. Tener uno entre las manos y leerlo es muy diferente a ver una pantalla. No hay competencia, el libro tiene un sentido matérico del que carece Internet. ¡Siempre tendremos uno en la mesilla de noche!

 

Su fundación se inspira en el Renacimiento. ¿Estamos hoy en un momento muy alejado de aquella época?

 

Este no es en absoluto un momento renacentista. Yo auspicio un nuevo Renacimiento, no sus efectos sino la causa que lo provocó: un modo de pensar diferente. El momento de belleza del Renacimiento es consecuencia de una manera diferente de pensar. Yo quiero actualizar tres características de aquel tiempo: la unidad entre el pensamiento y la acción, el ejercicio intelectual que se convierte en cultura material y la voluntad común de emprender un proyecto común. Estos valores podrían ser muy útiles hoy. Vivimos una época en la que pensar y razonar es muchas veces un fin en sí mismo, pero yo creo en un pensamiento que se convierte en acción y que de algún mejora la vida. Hoy hay de todo menos Renacimiento.

 

¿El mundo que rodea al arte se ha convertido en algo snob, superficial?    

 

Sí, totalmente, el arte contemporáneo tiene mucho de superficial. El arte nace como medio de comunicación, pero el contemporáneo se ha convertido en muchas ocasiones en una expresión que habla consigo misma sobre sí misma. Entran en juego las leyes del mercado, porque parece que lo que no se entiende es mejor. Por eso es elitista y se parece al mundo de la moda.

 

Priman más las reglas comerciales que las estéticas...

 

Sí. El momento en el que el el arte dice que está más desvinculado de los valores comerciales es cuando más cerca está de ellos.

 

¿Qué lujo no es un arte y qué arte no es un lujo?

 

Es una pregunta interesante. El arte no es un bien de lujo, pero tiene un valor intrínseco. Un cuadro cuesta mucho dinero, pero ¿cómo hacemos para que llegue a todos? La posesión del arte no puede prescindir del lujo. Lo que yo siempre he tenido presente es que el privilegio de su posesión, este lujo, genera la responsabilidad de compartir. Es importante distinguir la posesión del contacto vital con la obra. Muchos museos son gratuitos y aun así la gente no va: no es un problema de gratuidad, sino de formar a las generaciones para que sean capaces de entender y valorar el arte.

 

¿Y cómo nos podemos formar para distinguir el arte de ese artificio autorreferente del que hablaba antes?

 

Para una persona normal es bastante difícil. Uno solo, sin apoyo, lo tiene complicado para discernir. Por ejemplo, recuerdo una exposición de arte contemporáneo en Turín en la que una señora de la limpieza se dejó olvidada la escoba y la gente se acercaba tratando de comprender en qué consistía esta 'obra de arte'. A los niños, sin embargo, no les pasa eso. Ellos, sobre todo los pequeños, tienen un acercamiento mucho más justo al arte contemporáneo, posiblemente porque no tienen superestructuras. Saben hasta cuál es la distancia justa para observar una pintura, mientras que los adultos nos movemos adelante, atrás, leyendo el cartel...

 

¿Qué podemos hacer los adultos?

 

¡Ser niños! Tener un poco de ironía. El arte y la cultura son muy divertidos. La primera cosa que perdemos al crecer es el gusto por jugar y el arte tiene algo de juego.

 

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Estamos en un momento complicado económicamente. ¿Es un buen momento para este negocio?

 

Nunca es un buen momento. A los seis meses de crear mi primera sociedad, en 2002, la lira fue devaluada. En 2000 empezamos a cotizar en Bolsa y un año después llegaron la caída de las Torres Gemelas y la burbuja de Internet. Ahora tenemos la crisis mundial... A pesar de todas las dificultades en los momentos de crisis es cuando hay que lanzar el corazón mucho más lejos. Yo soy una defensora de la esperanza, no como palabra sino como virtud: nadie me ha podido demostrar en mi vida qué es lo que produce el pesimismo. Yo creo en el ser humano y estoy convencida de que las crisis se superan. Por ejemplo, nosotros este año estamos contratando personal y no despidiendo.

 

¿O sea, que no siente la crisis?

 

No, yo no la siento mucho. En este mercado no nos basamos en la adquisición espontánea. No hay nadie que se levante por la mañana diciendo ‘Hoy voy a comprar un libro bellísimo sobre San Francisco o sobre Dante o Petrarca’. Con crisis o sin ella, yo siempre he tenido que luchar para llevar el producto fuera. Ahora en las empresas se dice que no llegan los pedidos: ¡a nosotros nunca nos llegaron! Siempre hemos tenido que ir a buscarlos. Sólo una vez nos ha lamado un cliente que venía desde el este de Europa a Bolonia para comprar un ejemplar de Michelangelo. ¡Un milagro! Ni nos llamaban antes, ni nos llaman ahora, ni nos llamarán. Aunque es mejor que no haya crisis, claro.

Lujo