Guerra de ferias de arte en Madrid

La feria de arte más importante de España, ARCO abre hoy de nuevo sus puertas en Madrid. Y lo hace con ganas de que, aún en tiempos de crisis, las ventas sigan siendo importantes. Así se traduce en el hecho de que la organización haya seguido apostando por utilizar tres pabellones: el 6, 8 y 10 de IFEMA y que el número de galerías siga siendo importante: un total de 238 de 32 países.

 

Pero una edición más muchas galerías españolas se quedan fuera de la selección y no pocas apuntan a favoritismos a la hora de la selección. Desde El Confidencial nos hemos puesto en contacto con Gema Lazcano, la directora de Art Madrid, una de las tres ferias paralelas a ARCO –las otras dos son DEARTE y Flecha-. Lazcano quiere dejar claro desde un principio que “no estamos descontentos con ARCO, pero no entiende y recibió muy mal el nacimiento de Art Madrid. Nosotros no tenemos nada en contra de ARCO, habría que preguntarles a ellos que tiene en contra de Art Madrid”. Lazcano afirma además que la comunicación con ARCO “es cero” y se queja de que “que a diferencia de otras ferias como el Art Basel o la de Londres, el ayuntamiento no hace una promoción conjunta, combinada de las ferias”.

 

Lourdes Fernández, directora de ARCO, accedió también a contestarnos: “No tenemos ninguna relación, ni ellos con nosotros ni nosotros con ellos”. El problema, por tanto, resulta difícil de desentrañar, aunque, desde luego, parece haber algún tipo de respuesta a las anteriores quejas. Tal como nos confirma Fernández, este año se ofrece a los visitantes del evento “un plano que recoge un recorrido por todas las ferias de arte contemporáneo”. Suficiente. Quizás, no.

 

Los mismos días, diferente ubicación

 

Art Madrid se celebra los mismos días que ARCO, del 12 al 16 de febrero y presenta un total de 74 galerías dentro de las cuales 61 son españolas. Lazcano hace varias consideraciones que diferencian su propuesta: “Por tamaño, resulta mucho más visitable que ARCO; es eminentemente comercial, ya que la componen un 100% de galerías de arte; además la oferta es más completa ya que recoge no solo el trabajo artistas contemporáneos haciendo últimas tendencias, sino también el de otros que tienen que ver con las vanguardias históricas”.

 

De esta forma, Art Madrid se erige como nido de los rechazados por ARCO, algo de lo Lazcano se queja: “Los criterios de selección son absolutamente correctos, pero no los aplican en igualdad de condiciones, lo que hace que haya galerías que los cumplan y estén dentro y otras que también lo hacen se queden fuera”. Y es aquí donde el debate puede eternizarse pues entran en juego unos criterios totalmente subjetivos. Fernández nos resume que hay tres grupos de puntuación, y en ellos los criterios administrativos resultan impepinables, pero “no es una cuestión de cumplir solo con ellos”, ya que depende “de una calificación”. Según esa nota–elaborada por un comité asesor-, y teniendo en cuenta los metros cuadrados disponibles, se marca un tope que hace que unas galerías queden dentro y otras fuera.

 

La niña bonita del ente público

 

Pero llega la madre del cordero de las quejas que convierten a ARCO en la niña bonita: las instituciones públicas sólo compran en ARCO. ¿Qué tiene que decir a esto ARCO? Fernández es tajante: “Creo que todo el mundo puede comprar donde quiera”.

 

Así las cosas, lo cierto es que ARCO ha ido reduciendo la presencia española, por lo que, como en otras artes, surgen las quejas de que no se saben vender nuestros nuevos valores. Alberto Cornejo es propietario de la Galería madrileña Bat. Participó 10 años en la feria, pero se quedó fuera al igual que otras galerías por culpa de las reducciones de la organización. Otras tantas, como en el caso de las galerías andaluzas, se quejan de que sólo una haya sido seleccionada. Cornejo ve injusto el hecho de que sólo se compre en ARCO teniendo en cuenta la cantidad de artistas que no están representados porque tantas y tantas galerías de nuestro país quedan fuera. “Se puede gastar el dinero público de una forma equitativa”, afirma.

 

Queda ahí el debate. Visto lo visto, tendrán que ser nuestras instituciones las que recojan el testigo en una polémica a la que sólo ellos pueden poner solución.