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La magia está en los libros
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La magia está en los libros

La ilusión de todo padre es aparecerse como un mago ante sus hijos. Eso, al menos hasta cierta edad, no es difícil porque desean ser crédulos.

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La magia está en los libros

La ilusión de todo padre es aparecerse como un mago ante sus hijos. Eso, al menos hasta cierta edad, no es difícil porque desean ser crédulos. Y, mientras eso dure, su entorno es para ellos un mundo mágico. Ir hasta el parque es una excursión, a la playa un viaje alucinante. Una simple sábana entre dos sillas, un palacio encantado. Pero la magia real ayuda mucho. La posesión de objetos mágicos es un punto a favor de los padres, que ayuda a dar consistencia a esa mirada infantil. Y nada hay más mágico que un libro, pues en ellos reside toda la magia del mundo. No nos referimos a un libro de hechizos, sino a un libro hechizado, hechizado con el embrujo más poderoso: el del ingenio humano.

 

El mágico libro de los infinitos cuentos se presenta con múltiples advertencias y un candado. La primera es que sólo lo pueden manipular los padres, o perdería sus poderes. El candado, claro, es para garantizar que ningún niño curioso pueda romper el encantamiento. Es cierto que los cuentos no son infinitos, pero casi: el libro puede contar 3373 historias. Son muchos ceros para ponerlos aquí. El libro es el legado de un viejo contador de cuentos que tuvo como último deseo que todos los niños del mundo pudieran maravillarse con el hechizo que él descubrió. Sólo hay que decir, todos juntos, las palabras mágicas: “Mágico libro de la ilusión, que un nuevo y feliz cuento surja ahora de tu interior”. Y verán, maravillados, que se obra el sortilegio.

Ahora, que el libro sea mágico no quiere decir que los padres no tengan que poner de su parte. No es el libro de hechizos de Kika Superbruja, desgraciadamente. Estas historias deben ser leídas con atención, porque no todas encajan perfectamente. Es lógico, con tantos caminos distintos, que el libro se extravíe y el conejito del comienzo se convierta en niño algo más allá. Por tanto, el lector debe saber perdonar los descuidos del libro y ajustar la narración por sí mismo. A parte de eso, el libro garantiza cincuenta o sesenta lecturas absolutamente fascinantes para el niño, cuya lógica casa bien con la del libro. A partir de ese momento, el libro se cansa un poco y puede que cuente historias diferentes, pero similares a las primeras. Y es que, como en todo encantamiento, no es conveniente abusar de la magia. Un buen mago sabe que no debe hacerlo. Y, ahora, gracias al viejo cuentacuentos, los magos son ustedes.

Libros que son también juguetes

Cada vez nos damos más cuenta de que  no se puede ir por ahí sin un buen tratado de dragonología. ¿Cómo hemos de comportarnos, sin acabar asados, si nos topamos con un dragón Wybern? Montena edita la guía Dragones del mundo, del doctor Ernest Drake, uno de los mayores expertos mundiales en dragones. Con él se resolverán todas nuestras dudas sobre estas misteriosas y malhumoradas criaturas. Además, incluye doce maquetas de dragones para que nos habituemos a su serpentina silueta y no confundamos al dragón chino con el tibetano, por ejemplo. Otros seres mágicos son las hadas, cuyos enjambres resultan tan molestos la noche de San Juan. En La feria de las hadas (Louise Bateson y Louise Comfort, SM) podremos acompañarlas al típico parque de atracciones al que suelen acudir, y que aparece con desplegables y troquelados en donde jugar con Pétalo, Amapola, Rosa y Violeta. Ahora, contra funestos dragones y molestas hadas, lo mejor será entrenarse con Libro de magia. Guía práctica, del brujo Ed Masessa (Alfaguara). El libro incluye todo lo necesario para construirse su propia varita y dotarla de suficientes poderes mágicos como para darle envidia al mismísimo Harry Potter.

La ilusión de todo padre es aparecerse como un mago ante sus hijos. Eso, al menos hasta cierta edad, no es difícil porque desean ser crédulos. Y, mientras eso dure, su entorno es para ellos un mundo mágico. Ir hasta el parque es una excursión, a la playa un viaje alucinante. Una simple sábana entre dos sillas, un palacio encantado. Pero la magia real ayuda mucho. La posesión de objetos mágicos es un punto a favor de los padres, que ayuda a dar consistencia a esa mirada infantil. Y nada hay más mágico que un libro, pues en ellos reside toda la magia del mundo. No nos referimos a un libro de hechizos, sino a un libro hechizado, hechizado con el embrujo más poderoso: el del ingenio humano.