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Joseph Conrad, 150 años bajo la mirada de occidente
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Joseph Conrad, 150 años bajo la mirada de occidente

Ya en su brillante Historia secreta de Costaguana, Juan Gabriel Vásquez se refería a Joseph Conrad como “el Gran Novelista de la lengua inglesa, polaco

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Joseph Conrad, 150 años bajo la mirada de occidente

Ya en su brillante Historia secreta de Costaguana, Juan Gabriel Vásquez se refería a Joseph Conrad como “el Gran Novelista de la lengua inglesa, polaco de nacimiento y marinero antes que escritor que pasó de suicida fracasado a clásico vivo, de vulgar contrabandista de armas a Joya de la Corona británica”. Ahora que se cumpen 150 años de su nacimiento, y bajo el sello de Belacqua, presenta esta breve biografía que es el desarrollo de esa frase puesta en boca de José Altamirano, desde la perspectiva del desarraigo, de donde surge el subtítulo de El hombre de ninguna parte (comprar libro).

Su naturaleza de expatriado o desarraigado la reveló explícitamente en la Nota que redactó para la edición de 1919 de Crónica personal: “de no haber escrito en inglés, nunca habría escrito ni una sola palabra”. Tal actitud le valió severas críticas por parte de algunos patriotas polacos, como Eliza Orzeniowska, quien le acusó de haber olvidado su patria y su lengua y haber escrito, en la lengua del Imperio, “novelas muy leídas y que le generan grandes ganancias”. Para Conrad, que descendía de familias polacas muy comprometidas con la causa nacional, la puya era especialmente dolorosa porque, además, sus agobios económicos eran proverbiales.

Eterno desarraigado

La biografía de Vásquez es, esencialmente, el “largo inventario de incomodidades, de descontentos y, por lo tanto, de rupturas” que fue la vida de Conrad. A su condición de eterno desarraigado, al humillado amor por el mar -el océano sí le gratificaba su amor, no así la carrera naval-, a las penurias económicas que le asolaron siempre, se une el insatisfactorio reconocimiento literario en vida. Pues, aunque durante sus últimos años le llegaron los homenajes y la holgura pecuniaria, su máxima aspiración era obtener el Nobel que definitivamente le consagrara. Su patológica inseguridad, amén de hacerle huraño, le llevaba a buscar este tipo de reconocimientos al tiempo que rechazaba otro tipo de honores, como el de caballero del Imperio. Para más inri, en el año de su muerte le fue concedido a un polaco que escribía en polaco, Wladislaw Reymont.

Esta inseguridad fue alimentada, durante años, por una desafortunada carrera naval. Aunque su ascenso hasta primer oficial fue rápido y recibió elogios de muchos de sus capitanes, a partir de ese momento vio dañado su orgullo numerosas veces, al tener que aceptar trabajos de inferior categoría a lo indicado en su certificado -siendo capitán se vio obligado a firmar como segundo oficial-. Aunque su desgraciada carrera como capitán de la marina mercante le dio argumentos para novelas de tanto fuste como La línea de sombra o El corazón de las tinieblas, sus ganas de dejar el mar se fueron haciendo cada vez más fuertes, y su pasión marítima se recondujo hacia la escritura. En tierra mantuvo una constante batalla por mantenerse a flote, escribiendo y endeudándose, rebajando muchas veces su escritura para cubrir deudas pero aspirando, de manera constante, a un estilo más depurado, hasta que en 1910 sufrió una aguda crisis de estrés de la que nunca llegaría a recuperarse del todo.

Sus penurias físicas y económicas llenan las páginas de ésta biografía, que deja lamentablemente de lado la metodología estilística de Conrad, que fue lo que, 150 años después de haber nacido en la estepa ucraniana, le ha llevado a ser uno de los referentes de la literatura en lengua inglesa del siglo XX y de la narrativa marítima mundial. Resume en trazos gruesos su vida, pero para entender al personaje sigue siendo ineludible la lectura de El espejo del mar. Ágil y sencilla, es más un reportaje largo o semblanza que una biografía propiamente dicha, que no termina de cerrar el enfoque sobre el desarraigo, que está acertadamente señalado como una de las fuentes literarias de Conrad -y en general, de gran parte de la literatura, desde La odisea a Harry Potter-.

Ya en su brillante Historia secreta de Costaguana, Juan Gabriel Vásquez se refería a Joseph Conrad como “el Gran Novelista de la lengua inglesa, polaco de nacimiento y marinero antes que escritor que pasó de suicida fracasado a clásico vivo, de vulgar contrabandista de armas a Joya de la Corona británica”. Ahora que se cumpen 150 años de su nacimiento, y bajo el sello de Belacqua, presenta esta breve biografía que es el desarrollo de esa frase puesta en boca de José Altamirano, desde la perspectiva del desarraigo, de donde surge el subtítulo de El hombre de ninguna parte (comprar libro).