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Correcto homenaje a Rojas Zorrilla
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Correcto homenaje a Rojas Zorrilla

Correcto homenaje por el cuarto centenario del nacimiento de Francisco de Rojas Zorrilla. No deja de ser buena noticia, sin embargo, que se vuelva a representar

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Correcto homenaje a Rojas Zorrilla

Correcto homenaje por el cuarto centenario del nacimiento de Francisco de Rojas Zorrilla. No deja de ser buena noticia, sin embargo, que se vuelva a representar este brillante drama que, con casi total seguridad, no fue escrito -al menos no totalmente-, por Rojas Zorrilla. Esta contradicción da el tono de lo que vamos a ver en el escenario del Teatro Pavón, contrastes y algunas inconsistencias, aunque bien es cierto que el barroco es el estilo del contraste y la inconsistencia. Si esta obra es o no de Rojas Zorrilla, es algo que habrá que dejar a los especialistas, que organizan divertidos congresos sobre este tipo de cuestiones que al espectador le importan poco. Según el gran especialista en el autor Raymond McCurdy, la presencia de abundantes metros inhabituales en las obras expresamente reconocidas por el autor indicaría que, cuando menos, hubo otra mano, siempre que el homenajeado Rojas hubiera tenido algo que ver.

Paradójicamente, esta es la obra elegida por la CNTC para celebrar el cuarto centenario de Rojas Zorrilla. Sea suya o no, Del rey abajo, ninguno es uno de los dramas mejor conseguidos de su época, rico, complejo, intenso y lleno de contrastes. García del Castañar tiene sangre real, pero vive disfrazado de labrador por motivos tanto políticos como emocionales, pues ama sus tierras más que cualquiér dádiva real y ama a su esposa Blanca, de quien no sospecha un origen similar al suyo. Su paz se ve perturbada cuando don Mendo, Caballero de la Banda, se enamora perdidamente de Blanca y García, que le confunde con el rey, no puede limpiar la mancha de su honor por trararse del rey, figura sagrada y clave de la sociedad del antiguo régimen.

La versión de Laila Ripoll es poco arriesgada e innovadora, pero muy fiel al texto. Si uno de los motivos que realzan el relato es el contraste entre la vida sencilla en el Castañar frente a la aparatosidad de la corte, la directora acentúa la antítesis mediante rústicos entremeses cantados de marcado carácter cómico -especialmente la mojiganga que sucede al descanso-, frente al intenso drama emocional que desarrolla el texto. Esto puede gustar o no, pero en la época era habitual y de gran importancia para el éxito de la obra mayor. Aunque se ha decidido sacrificar la originalidad, el montaje es correcto con un buen apartado artístico y una brillante dirección de actores.

Esto es, sin duda, lo mejor del montaje. Hay que destacar, por encima de todos, a un descomunal Joaquín Notario, que se enfrentaba a un personaje de inmensas hondura y complejidad. Con un fondo aristocrático y una vida villana, García es un sincero y profundo enamorado, el más honrado siervo de su rey, un furioso burlado, un asesino incapaz, gran guerrero y furia vengadora; todas esas emociones despliega el genial Notario con mesura y sentimiento. No peor está Juan Meseguer como el Conde de Orgaz, figura cuasimítica que Rojas incluyó en unos hechos posteriores a su muerte - falleció en 1323, cuando la conquista de Algeciras, hecho histórico sincrónico a la anécdota, ocurrió en 1344; muchas paradojas van ya-. El resto del reparto está bien, aunque el acento germano impostado por Ione Irazábal resulta algo discordante para María de Portugal, esposa de Alfonso XI -al parecer, Ripoll ha decidido que los reyes son Felipe IV y Mariana de Austria, contemporáneos de Rojas, otra paradoja que añadir al cesto-.

Correcto homenaje por el cuarto centenario del nacimiento de Francisco de Rojas Zorrilla. No deja de ser buena noticia, sin embargo, que se vuelva a representar este brillante drama que, con casi total seguridad, no fue escrito -al menos no totalmente-, por Rojas Zorrilla. Esta contradicción da el tono de lo que vamos a ver en el escenario del Teatro Pavón, contrastes y algunas inconsistencias, aunque bien es cierto que el barroco es el estilo del contraste y la inconsistencia. Si esta obra es o no de Rojas Zorrilla, es algo que habrá que dejar a los especialistas, que organizan divertidos congresos sobre este tipo de cuestiones que al espectador le importan poco. Según el gran especialista en el autor Raymond McCurdy, la presencia de abundantes metros inhabituales en las obras expresamente reconocidas por el autor indicaría que, cuando menos, hubo otra mano, siempre que el homenajeado Rojas hubiera tenido algo que ver.