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Meditaciones trascendentales en punta
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Meditaciones trascendentales en punta

Victor Ullate aprovecha toda su madurez profesional para hacer a su público partícipe de una madurez también personal forjada en su progresivo conocimiento de la religiosidad

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Meditaciones trascendentales en punta

Victor Ullate aprovecha toda su madurez profesional para hacer a su público partícipe de una madurez también personal forjada en su progresivo conocimiento de la religiosidad oriental, centrada sobre todo en el budismo, hinduismo y sintoísmo. De todo ello surge este Samsara que vuelve a la cartelera madrileña después de algo más de un año. Un trabajo realizado con su compañía, que es también la de la Comunidad de Madrid, en la que está al frente desde hace casi 20 años y que en su última época cuenta con la estimable dirección artística de Eduardo Lao.

Samsara -una palabra que en el budismo designa a la creencia de poder encontrar algún placer duradero y evitar el dolor- es un deleite para el espectador que enseguida queda atrapado por las figuras inspiradas en danzas ancestrales por estos bailarines moviéndose al son de músicas provenientes de la India, Pakistán, Nepal, Irán, China, Japón y otros tantos lugares de Oriente. En las coreografías se puede apreciar ese aire Maurice Bejart que Ullate, que fue alumno suyo, no puede evitar y utiliza como una especie de homenaje al maestro que cumplió recientemente 50 años con su compañía. Sin grandes individualidades, destacan especialmente las piezas en grupo, especialmente la última, de aire chino, en las que se luce especialmente esa capacidad de crear buenos movimientos en el aire y la preparación tan multidisciplinar que reciben estos bailarines.

Pero en ese despliegue colectivo no hay que dejar de destacar ese bellísimo paso a dos que realizan dos bailarines en unos instantes en los que se quiere hacer una denuncia de la persecución de la homosexualidad. Tanto en otros dúos como en números individuales destaca la fuerza de las bailarinas, de femineidad más rotunda que ligera y evanescente.

Al comienzo se proyectan sobre un lienzo semitransparente terribles imágenes de dolor: el holocausto, la invasión de Nepal por parte de China, Hiroshima y otros tantos dramas desgarradores que ponen unos sentimientos a flor de piel, preparando así al espectador para la delicadeza de lo que viene después: una serie de coreografías antecedidas por frases meditativas del Dalai Lama y otros muchos. Son momentos que quizá sobren debido a la relativa relación con las piezas coreográficas que las acompañan.

La escenografía resulta un verdadero acierto con ese gran ojo cerrado que solo se abrirá al final, momento en el que este puñado de enseñanzas metafísicas nos haya quizá cambiado un poco y, como tan bien describieran autores como T. Lobsang Rampa, nos permitan abrir ese tercer ojo en el que creen los budistas. No tan acertada está la iluminación en ese momento en el un pequeño grupo de bailarinas visten ropajes de luto y hacen a sus manos protagonistas de la coreografía. Podría haber resultado mucho más contundente con un mayor énfasis de la luz en sus palmas, mostradas pausadamente y llevadas a la cara con dolor.

Pero una de las mayores pegas de este espectáculo es el haber privado al espectador de la visión de los pies de los bailarines. Una barra negra situada en el suelo -luego utilizada para esa especie rito final con flores blancas-, obstaculiza la apreciación de la destreza de los ejecutantes, que sin duda proviene de la forma en que se aterriza sobre las tablas. Aunque quizá se pueda ver esta aparente limitación como una forma de dotar de una mayor ligereza y sinuosidad a las coreografías. Quién sabe.

En cartel en Madrid:

EL FLORIDO PENSIL

LA MUJER DE NEGRO

HIJOS DE SU MADRE

LAS AMARGAS LÁGRIMAS DE PETRA VON KANT

MADRUGADA DE COBARDES

Victor Ullate aprovecha toda su madurez profesional para hacer a su público partícipe de una madurez también personal forjada en su progresivo conocimiento de la religiosidad oriental, centrada sobre todo en el budismo, hinduismo y sintoísmo. De todo ello surge este Samsara que vuelve a la cartelera madrileña después de algo más de un año. Un trabajo realizado con su compañía, que es también la de la Comunidad de Madrid, en la que está al frente desde hace casi 20 años y que en su última época cuenta con la estimable dirección artística de Eduardo Lao.