Bush censura a Pilar Urbano
Lo ocurrido en el 11 de septiembre de 2001, el día que pasamos del siglo XX al XXI, es todavía objeto de apagón informativo. Así lo
Lo ocurrido en el 11 de septiembre de 2001, el día que pasamos del siglo XX al XXI, es todavía objeto de apagón informativo. Así lo subraya el lema Libro prohibido en EEUU que figura en la portada de la reedición de Jefe Atta (Ed. Planeta), la obra que Pilar Urbano dedicó al supuesto jefe de los terroristas responsables de los atentados del 11-S. Según la periodista, tenía el libro contratado con la filial española de Random House (aquí RH-Mondadori), siempre con vistas a su lanzamiento en Estados Unidos. Pero cuando, al final de la investigación, se supo su contenido, con sus críticas a la desorganización de la defensa estadounidense y a un presidente que, según Urbano, deambuló durante 12 horas por el aire sin saber bien qué hacer, o sus refutaciones a la versión oficial (el vuelo UA 93, por ejemplo, fue derribado por cazas estadounidenses –nada tuvo que ver una supuesta rebelión de los pasajeros; en el Pentágono no se estrelló ningún avión), la editorial decidió no publicarlo. ¿Censura? Sí, para Pilar Urbano; una actuación más de las encuadradas dentro de una política generalizada de desinformación acerca de esa fecha clave.
"El ocultar información comenzó antes del 11-S, con las operaciones bursátiles del día antes, con la retirada y venta de determinadas acciones, de las que hubo algunos beneficiados especiales”. Y el control se estableció del todo en cuanto los atentados se produjeron. “Condoleeza Rice estableció un pacto con los editores de las cadenas de televisión, radios y periódicos para que no dieran determinadas informaciones. El hecho no consistió tanto en el establecimiento de filtros previos como en la tendencia a autocensurarse de los propios medios de comunicación, que acabaron por ofrecer sólo información patriotera y fascismo informativo. Si alguien cuestionaba el papel de Occidente en estos atentados, si pensaba en voz alta “qué hemos hecho para que nos ataquen”, le llamaban traidor. Y si alguien se atrevía a cuestionar Afganistán o Irak, para qué hablar...”
Pero ese panorama no cedió en intensidad con el paso del tiempo. Urbano avisa de las diferentes versiones que han aparecido en los mismos periódicos. Así, lo que se publicó en algunos medios de comunicación no es lo mismo que hoy puede encontrarse en las hemerotecas. Habría diarios que, por ejemplo, ofrecieron una información concreta que hoy, en la versión de la hemeroteca, no aparece, habiendo sido sustituida por publicidad. “En los primeros momentos, la gente declaraba cosas que los periódicos recogían y que nos ofrecen testimonios valiosos. Pero hoy te encuentras con que esos testimonios ya no están. Yo los tengo porque los guardé. Desde luego, había un deseo de ocultar cosas”.
Por eso, insiste Urbano, escribió un libro que no ha podido leer el público para el que estaba destinado, el estadounidense. Para Urbano, el texto no se publicó allí a causa de esa misma política de apagón informativo. “Sólo fue distribuido, de un modo esnobista, entre unas cuantas personas que querían jugar a la travesura de “tengo un libro clandestino”. La reedición española no pretende solventar ese problema, sino reparar en todas las cuestiones que ha quedado sin respuesta. “Jefe Atta está escrito sin ánimo de injuria ni venganza. Lo único que pretendo es buscar una verdad que no nos han ofrecido.
Porque hay muchos cabos sueltos. Las cajas negras de los aviones no se han hecho públicas, los horarios de los aviones que el 11-S estaban en el aire no encajan, el Pentágono se acordonó y no se permitió a nadie acercarse mientras que en las Torres Gemelas pudieron ayudar todas las personas que se brindaron voluntarias, el fuego que arde en el Pentágono dura tres días, etc”. Y una de las cuestiones más peculiares por las que se pregunta Pilar Urbano es “¿quién hizo la primera foto del impacto del primer avión contra las Torres Gemelas? Qué raro que de una fotografía que es una gran exclusiva mundial, desconozcamos al autor”. Pero, si hay tantas dudas sobre la versión oficial, ¿por qué tampoco ningún gran medio de comunicación español ha querido indagar en el asunto? Pilar Urbano cree que “aquí eso no interesa. Cuando he ido a televisión y he empezado a hablar de ello, notaba que me ponían cara de “cambia de tema”. Pero porque aquí prefieren que hables de otros asuntos, ya que a la gente le aburre que trates temas que desconoce o que hables de personajes como Cheney o Rice de los que apenas sabe nada”.
Pero el segundo objetivo de Pilar Urbano para impulsar la reedición es insistir en un problema candente, el del terrorismo suicida vinculado a la religión, que parece ser el primer peligro para el Occidente del siglo XXI. “El libro está de actualidad, puede decirse que todavía huele a sangre y metralla, porque ese terrorismo ya ocurre en todas partes y parece que seguimos sin poder encontrarle explicaciones. Y una de las cosas que menos se comprenden es por qué son precisamente las clases medias de las que se nutren los terroristas; por qué sus filas se nutren de profesionales bien formados, que conocen Occidente y que tienen un nivel de vida medio-alto. Según Urbano, es porque nos hallamos ante “un movimiento que no busca pan ni territorios. Quieren, como decía, Bin Laden, poner al Islam en el centro de la discusión, “tenemos que ser el centro del mundo”. Y, sobre todo, se explicaría porque es un movimiento de reacción frente a la humillación. Se sienten maltratados y despreciados por Occidente. El terrorista islámico no quiere ganarse el paraíso sino generar respeto”. Y España está en lugar principal en su punto de mira: “Si un musulmán se compra un apartamento en Granada eso no es noticia en Granada pero sí en los periódicos de El Cairo, por ejemplo, porque es señal de que eso se ha convertido en tierra del Islam, Y no digamos si encima ese piso es sede de una célula”.
En ese terreno, sus líderes son especialmente importantes porque “nos encontramos con elementos muy carismáticos, como Atta o Bin Laden. Los dos tienen atractivo bisexual, son fuertes pero se dejan querer, aman y odian, con capaces de las mayores audacias y al mismo tiempo muestran una tierna suavidad. En los dos, hay un trauma humano, hay un desarraigo, que conforma un biotipo de persona que es capaz de enajenar a otros, de captar y de seducir a los demás con total facilidad”. Y más una vez convertidos en emblema, según Urbano. “Cuando Bin Laden llegaba a un campamento y se fijaba en uno de ellos y le decía “tú puedes ser un mártir”, éste sentía que Dios le había tocado”.
La única forma de luchar contra este terrorismo es mediante la infiltración, mediante los servicios de inteligencia. “Con esto no se acaba – asegura Pilar Urbano- reuniéndose en las Azores, sino introduciéndose en sus comunidades de convivencia. Al igual que hay quien se infiltra en las herriko tabernas, hay que captar información recogida en las casas de té o en las mezquitas. Y eso EEUU no sabe hacerlo y nosotros sí”.
Lo ocurrido en el 11 de septiembre de 2001, el día que pasamos del siglo XX al XXI, es todavía objeto de apagón informativo. Así lo subraya el lema Libro prohibido en EEUU que figura en la portada de la reedición de Jefe Atta (Ed. Planeta), la obra que Pilar Urbano dedicó al supuesto jefe de los terroristas responsables de los atentados del 11-S. Según la periodista, tenía el libro contratado con la filial española de Random House (aquí RH-Mondadori), siempre con vistas a su lanzamiento en Estados Unidos. Pero cuando, al final de la investigación, se supo su contenido, con sus críticas a la desorganización de la defensa estadounidense y a un presidente que, según Urbano, deambuló durante 12 horas por el aire sin saber bien qué hacer, o sus refutaciones a la versión oficial (el vuelo UA 93, por ejemplo, fue derribado por cazas estadounidenses –nada tuvo que ver una supuesta rebelión de los pasajeros; en el Pentágono no se estrelló ningún avión), la editorial decidió no publicarlo. ¿Censura? Sí, para Pilar Urbano; una actuación más de las encuadradas dentro de una política generalizada de desinformación acerca de esa fecha clave.