Es noticia
'Música de otros' muestra la labor de Juan Ramón Jiménez como traductor
  1. Cultura

'Música de otros' muestra la labor de Juan Ramón Jiménez como traductor

A lo largo de su vida, Juan Ramón Jiménez tradujo a decenas de poetas de otras latitudes, desde Yeats a Pound, de Shakespeare a Goethe, Leopardi

A lo largo de su vida, Juan Ramón Jiménez tradujo a decenas de poetas de otras latitudes, desde Yeats a Pound, de Shakespeare a Goethe, Leopardi o Mallarmé, no tanto por difundir su obra como por reconocerles el magisterio que ejercieron en la suya. Música de otros reúne ahora todas esas versiones, unas cien. Se trata de trabajos que el poeta de Moguer consideraba parte de su propia obra, desde el momento en que la traducción es también creación, y más aún en poesía, y porque él se lanzaba a la empresa de una forma "muy personal, buscando lo que llamaba 'el acento del poema', aquello que lo hace único y que está más allá de las palabras", como explicó Soledad González Rodenas.

"Más que traducir, interpretaba el texto, que le había tenido que llamar la atención por algo muy especial y que estaba siempre relacionado con su propio 'yo' o con su obra", añadió en una entrevista con la agencia Efe González Ródenas, responsable de la selección de los textos y del prólogo y las notas de este volumen, que aparecerá en Galaxia Gutenberg en octubre y un mes más tarde en Círculo de Lectores.

Entre estas traducciones "las hay espléndidas y las hay que van a resultar llamativas y a ser cuestionadas por los especialistas en tal o cual poeta", pues Juan Ramón "era un traductor irregular", para González Ródenas, que hizo su tesis sobre la biblioteca del poeta y lleva quince años investigando.

De los cien textos traducidos, treinta son aún inéditos en lengua española, como La condesa Catalina, de Yeats, El olvido imposible, del japonés Oki Kasi, El secreto del amor, de Blake, y otros poemas de Elisabeth Browning, Emil Lowell, George W.Russell, etcétera.

Durante largos años, Juan Ramón y su esposa, Zenobia Camprubí, fueron los únicos responsables de que en España se empezara a conocer al poeta indio Rabindranah Tagore -no incluido en esta antología universal tan personal-, pero, en general, su faceta de traductor, como pasó con su obra de los últimos años, es todavía "muy mal conocida en España", afirmó la experta en el poeta andaluz.

Un proyecto siempre presente

El tuvo siempre el proyecto -lo inició hasta en seis ocasiones- de incluir sus traducciones entre sus Obras Completas, como hizo Valente con las suyas en Cuaderno de versiones u Octavio Paz en Versiones y versiones, y González Ródenas lo ha materializado en Música de otros, nombre pensado por el propio poeta, haciendo "un resumen, una conjunción de esos seis proyectos".

Deja fuera a Tagore porque Juan Ramón, uno de los máximos poetas españoles de todos los tiempos, solía decir que sus traducciones eran suyas y de Zenobia salvo en el caso del poeta indio, que, a la inversa, consideraba obra de Zenobia y suya.

"Unas las trabajó más, como en el caso de Verlaine -fue su primer traductor en España- y otras son sólo borradores, como ocurre con Shakespeare, y así queda avisado en el texto", explicó la artífice del libro.

Ordenarlo cronológicamente ha sido uno de los trabajos que más tiempo le han llevado, pero lo ha hecho para que puedan seguirse los cambios en la trayectoria y los gustos de Juan Ramón, que sabía muy bien francés y bastante bien inglés, más leído que hablado o escrito y en el que no le faltó nunca la ayuda de Zenobia.

Pero el autor de Diario de un poeta recién casado se atrevió también con muchos autores cuyas lenguas no conocía y a los que leía con ayuda de algún colaborador -a los que siempre quiso citar, como hace, siempre que es posible, González Ródenas- o a través del francés o el inglés. Fue el caso de la gallega Rosalía de Castro, de Goethe, Ibsen, Oki Kassi, Leopardi o Ibn Tomaymam.

A lo largo de su vida, Juan Ramón Jiménez tradujo a decenas de poetas de otras latitudes, desde Yeats a Pound, de Shakespeare a Goethe, Leopardi o Mallarmé, no tanto por difundir su obra como por reconocerles el magisterio que ejercieron en la suya. Música de otros reúne ahora todas esas versiones, unas cien. Se trata de trabajos que el poeta de Moguer consideraba parte de su propia obra, desde el momento en que la traducción es también creación, y más aún en poesía, y porque él se lanzaba a la empresa de una forma "muy personal, buscando lo que llamaba 'el acento del poema', aquello que lo hace único y que está más allá de las palabras", como explicó Soledad González Rodenas.