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Carta de un simpatizante de Cs, por C. Romero Arrechea
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Carta de un simpatizante de Cs, por C. Romero Arrechea

¿Por qué la desbandada tan sangrante de militantes y cargos electos? ¿Por qué el ataque tan feroz de exmilitantes y antiguos diputados del partido?

Foto: Imagen: Rocío Márquez.
Imagen: Rocío Márquez.

Estimado Director,

Asisto estos días, como todo España, a la conversión del escenario político del país a un escenario mas propio de series de televisión. Y no es mi intención en esta situación defender el papel que ha jugado Ciudadanos, quizá como acelerador o detonante de los hechos, ni atacar la de otros partidos políticos. Solo quiero preguntar, a todos y a nadie (porque no me lo explico) y quizá otros simpatizantes del partido compartan mi duda: ¿Por qué la desbandada tan sangrante de militantes y cargos electos? ¿Por qué el ataque tan feroz de exmilitantes y antiguos diputados del partido?

Seguro que hay muchas cosas que los simples simpatizantes ni vemos ni sabemos, que hacen tomar posición por la tesis oficial del partido o tomar una posición crítica. Pero yo no puedo parar de preguntarme ¿por qué casi siempre la discrepancia en Ciudadanos acaba significando el abandono primero y el ataque furibundo después?

Yo creo que es debido a que la principal virtud de Ciudadanos es su principal debilidad: en Ciudadanos, por lo menos en su cara más visible, hay profesionales que se dedican a la política, y no 'políticos profesionales'. (Lo entrecomillo porque no existe tal cosa como político profesional formado para tal efecto. Sino gente que solo se sabe dedicar a medrar en la política).

La mayoría las figuras que han destacado en Ciudadanos tienen una carrera profesional previa a la política. Albert Rivera, Inés Arrimadas, Luis Garicano, Toni Roldán, Begoña Villacís, Jose Manuel Villegas, Toni Cantó, Edmundo Bal, Ignacio Aguado, Marcos de Quinto... Abogados, economistas, abogados del estado, marketeros, incluso actores. En general, venían de lugares donde se ganaban la vida a meterse en política por unos ideales. Y cuando no comulgan 100% con la estrategia de este partido, retoman su camino. Lo dicho, una virtud y un problema. Qué orgullo ser votante y qué tristeza a la vez.

Abandonan porque no hay cultura de partido. Eso, como simpatizante, me parece una maravilla en cuanto a la integridad de las personas que lo forman. Pero tiene como consecuencia la ausencia total de cintura. ¿Es que no se puede discrepar desde dentro, intentando mantener esa opción ideológica viva? Envidio a los del PP y PSOE de toda la vida por esa cultura de partido. O a los nuevos por su forofismo casi religioso de Vox y Podemos. Corrupción interna, externa, batacazos electorales, repuntes, escándalos personales, públicos, salidas de tono, ataques desmedidos…. Y, oye, ni media baja. Los discrepantes famosos ahí siguen por muy mal que se lleven con la dirección o muy alejados que estén de la estrategia. Los Cayetana y Susana Diaz. Los Feijóo y García Page. Y claro, lo mismo pasa en general con los votantes de Cs. No hay forofos y en cuanto se desvía el partido una micra de 'mi Ciudadanos ideal' que tenía en mente, ya no es mi Ciudadanos. Y no lo voto más.

¿Hay que ser un partido de toda la vida, arraigado y mezclado, casi contaminando la sociedad de forma crónica para no ser tan volátil?

Se puede entender que, al estar formado en su mayoría por profesionales, quieran retomar su camino. Lleguen a un punto donde piensen un 'no está hecho para mí seguir las directrices políticas tradicionales'. Pero ¿por qué el ataque virulento? Entiendo desilusión, y marcharse de manera elegante (grande Albert), pero ¿por qué el ser destructivo? Ciudadanos sigue siendo un partido liberal en lo económico, relativamente progresista en asuntos sociales, amantes de la cultura española que trata de alejarse del cainismo, defensor de lo común, antipopulista, europeísta y que quiere hacer a la población mas libre y justa. ¿Qué se ha traicionado de forma tan imperdonable? Sigue estando en el centro de las posiciones (será mas discutible o no que sea el centro político, pero el centro de lo que hay ahora, sin duda). Sigue apoyando a diferentes opciones políticas por el funcionamiento de las instituciones y, para alguien que no esté fanatizado, sigue siendo necesario. Sobre todo, porque por lo menos propone y no solo disputa.

Es triste (aunque tácticamente comprensible) el ansia del centro derecha de toda la vida en hacerlo desaparecer ahora que está débil. Como anteriormente lo intentó el centro izquierda. Pero es incomprensible que los que comulgan con los principios básicos de Ciudadanos empujen a una opción siempre ilusionante para los amantes de la tercera España para que se vaya por el sumidero de lo que pudimos ser.

Yo seguiré siendo simpatizante, como mínimo. Hasta que me quede huérfano de papeleta.

Curro Romero Arrechea

Estimado Director,

Ciudadanos
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