La serie que debes ver | 'Curb Your Enthusiasm', de Larry David, en HBO

El sonido irritante de la mandolina ya avisa de que en 'El show de Larry David' —'Curb Your Enthusiasm' en su título original— su protagonista tiene como misión inconsciente sacar de quicio a todo aquel se cruce en su camino. A punto de estrenar en octubre su undécima temporada, no parece muy original recomendar esta serie creada por uno de los cerebros detrás de 'Seinfeld'. David escribe y se interpreta a sí mismo en una de las series más icónicas de la televisión estadounidense del nuevo milenio, que lleva emitiéndose desde el 2000. Y todas sus temporadas están disponibles en HBO.

En una versión exagerada de sí mismo, un David maniático, histriónico y socialmente inadecuado recorre la ciudad de Los Ángeles como una celebridad en horas bajas que se dedica a poco más que tomar café, hablar con su agente e importunar al resto del mundo. Cualquier situación cotidiana acaba derivando en un sinsentido que provoca tanto en el espectador como en su mujer, Cheryl (Cheryl Hines) una sensación de perpetua vergüenza ajena y catástrofe.

Siempre es un malentendido o una decisión desacertada lo que lleva al protagonista a terminar en las situaciones más delirantes. Cámara en mano y sin más baza que un guion trazado al milímetro, una autoparodia brillante y mucho sentido del humor, David desarrolló una de las primeras series en las que personaje real y personaje de ficción se entremezclaban hasta hacerse indistinguibles el uno del otro. Si en 'Seinfeld' el estilo sitcom alejaba la narración del realismo, en 'Larry David' la desnudez de la cámara y los decorados reales han conformado un lenguaje cercano al docu-reality. La serie ha sido la inspiración de otros formatos como 'Louie' y 'El fin de la comedia'.

Larry David —el personaje— es un compendio de todos los defectos de los protagonistas de 'Seinfeld'. Se conduce por la vida despreciando a los demás. Y cuando tiene la ocurrencia de hacer algo bueno por los demás, el cosmos se alinea para que acabe enfangado en la vergüenza ajena más dolorosa. El público le ama porque se siente virtuoso por comparativa, pero también porque compadece su existencia miserable.

A quien le guste el humor cáustico de Ricky Gervais, pero pasado por el tamiz norteamericano —algo más blanco, no tan político e hiriente— disfrutará acompañando a Larry David en sus diatribas incorrectas, en las que ningún colectivo queda a salvo. Una de las mejores comedias de la historia de la televisión.