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El documental que debes ver | Apocalipsis: la Primera Guerra Mundial en Movistar
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El documental que debes ver | Apocalipsis: la Primera Guerra Mundial en Movistar

Este documental, en color y con el sonido remasterizado, compone uno de los documentos audiovisuales más importantes de las primeras décadas del siglo XX

Foto: Imagen: Rocío Márquez
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En sus últimas imágenes con vida, el archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa bajaban aquel 28 de junio de 1914 las escaleras del Ayuntamiento de Sarajevo en dirección a su lujoso Gräf & Stift. Ella, ataviada con un vestido blanco y vaporoso, se apoya en un paraguas de encaje para bajar las escaleras. Él, con su uniforme azul de caballería, su mostacho poblado y su sombrero general y guillotina verde. Acababan de sufrir un atentado y pararon en el consistorio para presentar sus quejas, pero, a su salida, el joven nacionalista bosnio Gavrilo Philip se lio a tiros contra el heredero del trono austrohúngaro. Los periódicos del día siguiente informaron del magnicidio como una noticia menor sin saber que la muerte del archiduque provocaría el conflicto armado más grande (hasta entonces) de la historia, con más de 10 millones de soldados muertos (entre balas, bombas, hambrunas y enfermedades) y otros 20 millones de soldados heridos.

Vestido blanco, uniforme azul, sombrero verde. Porque las imágenes de los últimos momentos de la pareja imperial se pueden disfrutar ahora coloreadas y ambientadas con un montaje sonoro que acercan emocionalmente la Gran Guerra hasta hoy gracias al documental ‘Apocalipsis: la Primera Guerra Mundial’ (2014), creada por los documentalistas franceses Isabelle Clarke y Daniel Costelle para la televisión pública francesa y que ahora está disponible en España en Movistar+.

Foto: Imagen: Irene Gamella

Sobrecogen las imágenes de la población vienesa en el verano de 1914, sonrientes en la cafetería, vestidas ellas con corsé, ellos con traje y sobrero, ajenos al conflicto bélico que estallaría solo unas semanas después. Ver moverse a un Káiser Guillermo II, bajito, rechoncho y mostachudo, pasando revista a un grupo de ‘Pickelhauben’; o el increíble parecido físico entre Jorge V del Reino Unido y Nicolás II de Rusia, que eran primos directos -en realidad, en esa Europa imperial todos eran sobrinos de la reina Victoria-; y, sobre todo, el restallar de las bombas en el campo de batalla, adentrarse en las trincheras, contemplar los rostros de los soldados -algunos desfigurados por la metralla- y conocer los diarios de muchos de los combatientes que pasaron su juventud en el frente y sobrevivieron.

En apenas cinco capítulos de alrededor de hora y veinte de duración, ‘Apocalipsis: la Primera Guerra Mundial’ es un ejercicio de rigor y contextualización de un conflicto al que los libros de historia de los planes de estudio de instituto tampoco dedican demasiado espacio. Este es uno de esos casos en los que más valdría quemar el libro en la pira y que los alumnos ‘disfrutasen’ de casi siete horas de imágenes impactantes y una locución meticulosa e imparcial para repasar las razones reales de este enfrentamiento de rivalidades enquistadas, aspiraciones expansivas, deseos nacionalistas y lucha de clases que explica muchas de las tensiones internas que todavía hoy subyacen en la idea de una Europa unida.

Son casi siete horas de imágenes impactantes con una locución meticulosa e imparcial

En el primer capítulo, ‘Furia’, Clarke y Costelle reivindican, por ejemplo, el papel del socialista pacifista francés Jean Jaurès, que murió asesinado apenas un mes después que el archiduque por proponer que los obreros se rebelasen contra una guerra azuzada para aplastar las demandas sindicales. Jaurès sabía que “las élites europeas hablaban de una guerra para poner fin las exigencias del movimiento obrero”. Además, la carrera armamentística se había demostrado como un revitalizante de la industria pesada en un momento en el que habían pasado más de 50 años del último gran conflicto bélico europeo y cuando la expansión colonial estaba en horas bajas.

La anexión de Alsacia y Lorena al Imperio Alemán, las tiranteces nacionalistas dentro del Imperio Austrohúngaro -confeccionado a partir de pequeñas naciones- que acababa de adherirse Bosnia en contra de la voluntad de los serbios, el Imperio Otomano empujando desde el sur, el desafecto del pueblo ruso frente a su zar… la serie insiste en todos aquellos factores que empujaron al desastre. Pero lo más sobrecogedor son las imágenes en el campo de batalla. El cine, recordemos, apenas tenía 20 años de vida cuando estalló el conflicto. Nunca antes había podido registrarse tan cerca un suceso de tamañas proporciones y destrucción. Gracias al montaje de sonido, el espectador culebrea por las trincheras y puede sentir las condiciones desesperadas de chavales que apenas habían cumplido la treintena.

Apocalipsis es el documento audiovisual más completo de las primeras décadas del siglo XX

El escritor francés Jean Giono, enviado al frente de Verdún, escribió en sus diarios: “Somos nueve en este agujero. Nada va a hacernos salir de aquí. Pero hemos comido y tenemos que aliviarnos. Uno de nosotros ha salido de la zanja. Ya lleva ahí dos días, a cinco metros, muerto, con los pantalones bajados. Defecamos en un papel y lo tiramos fuera. Cuando no queda más papel, lo hacemos en las mochilas. La batalla de Verdún continúa. Lo hacemos en las manos, pero por culpa de la disentería se nos escapa entre los dedos. Terminamos defecando sangre”.

‘Apocalipsis: la Primera Guerra Mundial’ no es solo una colección de imágenes de archivo de un valor incalculable, sino que su narración, su cuidado, su trabajo de restauración y de sonorización la convierten en el documento audiovisual más completo e importante de las primeras décadas del siglo XX, una empresa de documentación de años y años que solo podría haber llevado a cabo la televisión y los archivos públicos -debería invitarnos a la reflexión sobre la necesidad de cuidar y financiar estos registros estatales, ahora en horas bajas por falta de presupuesto en muchos países-. Una muestra que es, realmente, patrimonio de la historia europea.

En sus últimas imágenes con vida, el archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa bajaban aquel 28 de junio de 1914 las escaleras del Ayuntamiento de Sarajevo en dirección a su lujoso Gräf & Stift. Ella, ataviada con un vestido blanco y vaporoso, se apoya en un paraguas de encaje para bajar las escaleras. Él, con su uniforme azul de caballería, su mostacho poblado y su sombrero general y guillotina verde. Acababan de sufrir un atentado y pararon en el consistorio para presentar sus quejas, pero, a su salida, el joven nacionalista bosnio Gavrilo Philip se lio a tiros contra el heredero del trono austrohúngaro. Los periódicos del día siguiente informaron del magnicidio como una noticia menor sin saber que la muerte del archiduque provocaría el conflicto armado más grande (hasta entonces) de la historia, con más de 10 millones de soldados muertos (entre balas, bombas, hambrunas y enfermedades) y otros 20 millones de soldados heridos.

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