Qué debes leer | La cruda verdad sobre la ensaladilla rusa que no quieres conocer

¿Por qué comemos calçots sentados cuando se trata de una peculiar y deliciosa experiencia culinaria que debe disfrutarse SOLO de pie? ¿Por qué soportamos sin reproche alguno esa moderna tortura que es el menú degustación? ¿Por qué seguimos repitiendo el (falso) origen de los célebres huevos Benedict, la ensaladilla rusa o el solomillo Wellington? Y, sobre todo, lo más importante, ¿por qué tenemos que pensárnoslo mucho antes de decidirnos a nadar con atunes? Pasa unas chuletitas por la brasa, descorcha una botella de tinto, relájate y abre este libro.

'Nadar con atunes y otras aventuras gastronómicas que no siempre salen bien' (Debate), de ese genio de la buena comida y el mejor humor que es el escritor y periodista Pau Arenós, es un libro de anécdotas culinarias y a la vez NO solo es un libro de anécdotas culinarias. Decidido a contar sin censuras no solo los milagros sino también las miserias de la más altas y bajas cocinas, Arenós reúne un puñado de historias tan instructivas, sorprendentes y divertidas como nutritivas para el alma.

Tras un lúcido y valiente prólogo sobre el luctuoso futuro de la restauración en tiempos del covid-19 en los que tal vez los restaurantes estén quemando en la pira del delivery sus posibilidades de subsistencia futura, se despliegan toda clase de aventuras maravillosas, difíciles de creer, también inquietantes: el joven elaborador de dim sum que perdió a sus padres en un atentado aéreo, la mujer que inventó la alta cocina en Eslovenia, el intento de suicidio del cocinero japonés más influyente del mundo, el sándwich de 150 euros… o los mencionados peligros de la natación con atunes que no vamos a desvelar y que tendrás que descubrir en el libro.

Pero tal vez la parte más asombrosa del volumen sea la última en la que Pau Arenós desface entuertos, mitos y clichés de la gastronomía que perduran hoy. Porque debéis saber que de un tiempo a esta parte los cruasanes han perdido sus cuernos y deben ser recuperados. Que la carne madurada años no tiene por qué ser mejor y, de hecho, NO ES CARNE. Que los huevos Benedict tienen una historia más compleja de lo que parece aunque no por ello dejen de erigirse como el mejor remedio para la resaca. Que, en definitiva, la ensaladilla rusa NO LLEGÓ DE RUSIA.

"Este libro", adelanta Arenós, "quiere superar el lugar común y si aparecen triestrellados es en condiciones excepcionales. Me aburren esos textos que detallan los platos uno a uno con el ánimo de corregir o exaltar. Combino aquí los cocineros y las cocineras top con las carreteras secundarias, restaurantes que los críticos desprecian o infravaloran y que son, la mayoría de las veces, fenómenos sociales. Dolor, enfermedad, muerte; la vida es así. La gastronomía es así, plena de aciertos y de desastres, de viajes que acaban mal por los embustes de algunos chefs. A menudo, la mentira es otro plato del menú".