¿Qué significa ser realmente 'adulto' en el mundo en el que vivimos?
Un nuevo estudio repasa los atributos por los que alguien se considera una persona madura, más allá de los requisitos de tener la suficiente edad, casarse o tener hijos
Dieciocho años. Una edad muy esperada por aquellos que siempre han querido votar, irse de viaje sin el permiso paterno, trabajar, conducir o comprar bebidas alcohólicas. Un número que significa la entrada en la vida adulta y en la juventud. Pero lo cierto es que, dependiendo del recorrido vital de cada uno, hay muchos adultos cuyo modo de vida y de pensar dista mucho de lo que entendemos por alguien maduro y "mayor"; y, a su vez, muchos jóvenes que han podido entrar o no en la mayoría de edad tienen aptitudes suficientes como para desenvolverse en el mundo real como una persona adulta.
De manera tradicional, la edad adulta se ha definido en función de dos hitos sociales bastante relevantes: el matrimonio o la paternidad/maternidad. Pero ahora las cosas han cambiado, puesto que el año en el que un hombre o una mujer tienen su primer hijo o deciden casarse se está atrasando mucho más que antes. En España, las mujeres son madres de media a los 32,61 años, según el INE. Si pudiéramos traer a una persona del pasado, tal vez de comienzos del siglo XX, y le dijéramos que esta es la edad a la que se tiene un primer hijo, probablemente se llevaría una gran sorpresa.
Ser adulto, en última instancia, significa poseer la suficiente autonomía económica como para formar una familia o, al menos, comprarte una casa para vivir de manera independiente. Y esta quizás sea, lamentablemente, una de las razones de peso por la que la juventud se alarga tanto, incluso la adolescencia. De ahí que autores como Ricardo Fandiño y Vanessa Rodríguez Pousada, especialistas en la educación con adolescentes, hablen de "adultescencias", como esa tendencia social imperante en la actualidad por la cual se retrasa muchísimo la madurez, hasta el punto de no verla como deseable, al contrario de la adolescencia y juventud, a la que se quiere volver de manera desesperada.
La independencia económica ante todo
Los atributos que definen a la adolescencia los tenemos muy claros y vienen englobados por ese término despectivo llamado "edad del pavo". Pero... ¿Qué sucede con la adultez? No podemos limitarnos a simplemente ver la madurez como lo opuesto a la juventud, en lo que respecta a mayores habilidades para desenvolverse en el mundo o el argumento tan recurrente de que, por fin, "uno sabe lo que quiere". ¿Qué es lo que define a una persona "adulta"? Esto es lo que se propusieron Sophie von Stumm y Megan Wright, dos investigadoras de la Universidad de York en el Reino Unido, a la hora de hacer un estudio científico que les permitiera conocer cuáles son los roles sociales actuales que definen la madurez en contraposición a los antiguos.
"Los menores de 30 años tenían opiniones más negativas sobre la edad adulta al tener que ser independientes y salir adelante"
Para realizar el estudio, que fue publicado en la revista PsyArXiv, encuestaron a 722 personas con edades comprendidas entre los 18 y 77 años de Reino Unido. El objetivo era evaluar cómo de adultos se sentían, y cómo se relacionaba eso con sus edades y circunstancias vitales. A partir de preguntas que en realidad eran afirmaciones como "Me siento adulto" u "otras personas me consideran un adulto", establecieron cómo se sentían de bien o mal respecto a esos atributos que ellos consideraban como "de jóvenes" o "de adultos".
"En primer lugar, nuestro análisis reveló que el grado en el que una persona se percibe adulta está asociado con su edad, su situación familiar, el estado civil y las actitudes hacia la propia edad adulta", asegura Wright, en un artículo reciente de Aeon que ha usado para presentar los resultados. Lógicamente, "los participantes más mayores, con hijos, casados o con una actitud positiva hacia la edad adulta, tendían a dar respuestas de que se sentían más adultos, en comparación con aquellos más jóvenes, sin hijos, solteros y con una actitud más negativa hacia la madurez".
"También descubrimos que los menores de 30 años tenían opiniones más negativas sobre la edad adulta", prosigue, lo cual resulta de lo más curioso y entronca con las teorías de Fandiño y Pousada. Sus razones era que entrar en la madurez les condenaba a vivir más pendientes de la economía para lograr cierta independencia y salir adelante. Aunque como señala Wright, "es posible que a medida que vayan cumpliendo años estas actitudes se vuelvan más positivas". Quizá porque no les queda remedio. Curiosamente, para la mayoría de los encuestados les definía como adultos tener un hijo o casarse, y mucho menos cumplir 18 años. "La mayoría eran más propensos a definir esta condición de madurez a partir de características psicológicas como 'asumir la responsabilidad de mis actos', o a partir de marcadores económicos como 'ser independiente económicamente de mis padres y pagar mis propios gastos'", sostiene la autora del estudio.
"Definir la edad adulta basándose en características psicológicas indica que muchas personas adoptan una visión bastante subjetiva de la misma", concluye Wright. En resumidas cuentas, ser adulto hoy en día está "abierto a la interpretación personal". Pero lo que sí que es cierto es que no lo define una edad o el hecho de formar una familia, sino más bien un sentido de autosuficiencia personal y económica, así como también emocional. De ahí que la variable "poder cuidar de mí mismo" fuera también una de las más atribuidas a ese período vital.
Dieciocho años. Una edad muy esperada por aquellos que siempre han querido votar, irse de viaje sin el permiso paterno, trabajar, conducir o comprar bebidas alcohólicas. Un número que significa la entrada en la vida adulta y en la juventud. Pero lo cierto es que, dependiendo del recorrido vital de cada uno, hay muchos adultos cuyo modo de vida y de pensar dista mucho de lo que entendemos por alguien maduro y "mayor"; y, a su vez, muchos jóvenes que han podido entrar o no en la mayoría de edad tienen aptitudes suficientes como para desenvolverse en el mundo real como una persona adulta.
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