Es noticia
¿Era Napoleón un "chorizo" o lo siguiente?
  1. Alma, Corazón, Vida
El saqueo del Museo Josefino

¿Era Napoleón un "chorizo" o lo siguiente?

Con la idea de 'crear' un museo para su hermano Pepe Botella, el conquistador francés arrampló con una sustancial e importante parte del patrimonio nacional

Foto: Recreación de Napoleón con conejos. (Inciclopedia, libre de derechos)
Recreación de Napoleón con conejos. (Inciclopedia, libre de derechos)

La guerra es la presencia abrumadora del vacío moral absoluto.

ZenKa.

Durante el tiempo del mal llamado Pepe Botella, abstemio contumaz sí, pero cómplice del expolio sinfín del arte patrio, sucedieron algunos acontecimientos más que lamentables. Francia y sus próceres tenían la mano bastante larga y pocos escrúpulos. Es mas que probable por cuestiones de espacio y tiempo que no conocieran al inspector Gadget, detective despistado y torpe donde los haya, pero si es factible que inspirara a los autores de esta famosa serie; la verdad, es que no era necesario copiar a nadie pues estos hermanos (los Bonaparte), se bastaban a sí mismos en el viejo arte del levantamiento de bienes ajenos.

En este ascético páramo de memoria cada dia más atomizado por intereses divergentes, se hace necesario recordar lo que fuimos y lo que aconteció cuando bajamos la guardia. Unas cosas llevan a las otras.

Se hace necesario recordar lo que fuimos y lo que aconteció cuando bajamos la guardia. Unas cosas llevan a las otras

Hacia finales del año 1819, abría sus puertas en Madrid el altamente recomendable Museo del Prado, en principo llamado por circunstancias, Museo Josefino. Inicialmente asociado al casco urbano de la época, pero a su vez, distante del macro espacio verde de El Retiro, parque que durante la Guerra de la Independencia sería ocupado por las tropas francesa en su acampada. Ocurrió, que con el espurio pretexto de reunir el arte de España en un gran espacio en el que las gentes pudieran disfrutar su vasto acumulado de arte pictórico patrio, lo que en realidad se cocía era algo tan evidente para unos pocos con sentido común, como el hecho de lo que más tarde sucedería; que la obra de Murillo, Velázquez, Tiziano, Zurbarán, etc. tenía alas.

Foto: Así es la increíble novedad el Museo del Prado con la que puedes oler una escena de 1551. (TikTok)

España se enfrentó a las tropas de Napoleón en la Guerra de la Independencia (1808-1814), y dentro del acatamiento ante los hechos consumados de una invasión no declarada, enfrentó en paralelo el conflicto bélico y otras derivadas como el expolio de su patrimonio artístico. Una sibilina maniobra del contumaz hombre de la mano en el píloro, de la que cabe la posibilidad no estuviera advertido su hermano hasta antes de la derrota francesa, sería la incautación encubierta de obras de una envergadura tal, que convertirían a los futuros nazis en alumnos de parvulitos, expolio a su vez por el que llevan pataleando nuestros vecinos desde in illo tempore.

Bajo el pretexto de crear un Museo Josefino en honor a su hermano, arrampló con una sustancial e importante parte del patrimonio nacional ya fuera en manos del clero o privadas

Bajo el pretexto de crear un Museo Josefino en honor a su hermano, arrampló con una sustancial e importante parte del patrimonio nacional ya fuera en manos del clero o privadas. En Sevilla por poner un ejemplo, se despachó a gusto con incautaciones que sonrojarían a un pelirrojo. Pero la cosa no acaba ahí. El anhelo depredador de este ¿héroe? de Francia rozaba directamente la grosería más obscena; su inercia afanadora no reparaba en medios. No solo coleccionistas privados fueron despojados de sus posesiones, todos los monasterios se vieron desnudos de la guarda de obras de arte (retablos, casullas, cálices, cuadros, etc.) sino que además dejaron el patrimonio eclesial – el tangible– con una tiritera de aquí te espero.

placeholder José Bonaparte retratado por François Gérard.
José Bonaparte retratado por François Gérard.

Una vez conducida esa ingente obra a Madrid, el referente de la gestión del expolio, un tal Frédéric Quilliet, se dejó querer por los cantos de sirena de una corrupción rampante en la que intervino una enorme cadena de beneficiados. La venta de dichas obras, muchísimas de ellas sin catalogar, era cobrada en derivados del oro y piedras preciosas u objetos de valor portables; nada de chucherías. Pero mientras el responsable de la “conservación” y custodia de aquel colosal botín se ponía las botas; por obra de gracia apareció Goya en escena. Ante la situación tan burda de despojo de nuestro patrimonio, José Bonaparte siempre al amparo de las decisiones de su ajetreado hermanito y viendo lo oscuro del proceso, tomó la decisión de involucrar al genial pintor en la cogestión del despropósito. El aragonés hizo todo lo que pudo para evitar esa sangría hasta que se desmarcó de aquel atentado.

Cuando ya la Grande Armée-estaba sufriendo un correctivo modelo granizada King Size canalizado por más de un centenar de grupos de guerrilleros, un ejército recuperado y el sempiterno y oportuno apoyo de los británicos para desestabilizar a un tercer oponente y que todo siguiera igual; la barbarie de nuestros hoy socios en el proyecto de la Unión Europea sería penalizada de forma contundente.

Cerca de 3000 cuadros y no 1500 como se venía sosteniendo hasta hace poco, comenzaron a evaporarse de forma discreta

Coincidiendo con la reacción de un pueblo alzado en armas, un conspicuo elemento venido exprofeso para rematar la gestión del expolio, un tal Dominique Vivant, a la sazón director del Museo del Louvre, se hizo cargo de la operación “Remate de Cabeza”; que no era ni más ni menos que trasladar de lugar (es una acepción valida para el hecho de robar), la ingente cantidad de obras de arte sujetas a la avaricia de los galos. Cerca de 3000 cuadros y no 1500 como se venía sosteniendo hasta hace poco, comenzaron a evaporarse de forma discreta al principio, indisimulada algo más tarde cuando ya la huida se había convertido directamente en estampida.

No se puede valorar objetivamente el destrozo causado por este tropel de chorizos que al amparo de la guerra hicieron su agosto. Monasterios, abadías, iglesias, colecciones privadas, particulares; padecieron la codicia de unos invasores que con un argumento banal y bajo el reinado de dos ineptos, acabaron metiéndose hasta la cocina. En el paroxismo de aquel atropello, estuvieron a punto de volar La Alhambra cuando llegó el airado mariscal Soult tras expoliar Sevilla; como no podía desmontarla para llevársela a Paris, la barrenaron íntegramente. Gracias a la decidida intervención de un suboficial del ejército, José García, la mecha asesina declinó en su intención.

El impresentable de Quilliet vendió la Venus del espejo de Velázquez a un marchante llamado George Wallis

Caso sangrante es el de La Venus del Espejo de Velázquez. Este añorado cuadro, es habitante de la National Gallery de Londres. La increíble obra de arte del pintor sevillano en principio reposaba en la casa del valido de turno para uso y disfrute personal, Godoy, parte de la poblada galería de oscuros personajes que este pais tuvo que asimilar. Ocurrió que el impresentable de Quilliet vendió la obra a un marchante llamado George Wallis a su vez componente de un conglomerado de expoliadores profesionales que seguían al ejército francés a todos lados como buitres a la carroña.

Pero la cosa no queda ahí

Wellington, el general británico que aplicaría a Napoleón una severa derrota en Waterloo, incautó cerca de Vitoria durante la retirada francesa, un carruaje con más dos centenares de las obras robadas, que en primera instancia envío a Inglaterra. Pero este general era de una escuela de caballeros al estilo “Nelson Touch”, rara avis en el teatro de la guerra y en la especie inglesa. Al terminar el conflicto, sabedor de la valía de aquella incautación redactó un cortes correo dirigido al perjudicado Fernando VII; la idea era devolver todos y cada uno de los cuadros. Pero ¡Oh sorpresa!, el atontolinado le respondió al honrado general que se los podía quedar pues habían llegado a él por medios justos y honorables. Para mear y no echar gota.

Tras un pasmoso inventario en el Museo del Louvre, más de 5.000 cuadros requisados por toda Europa emergieron a la luz

En el Louvre quedan reposando de manera infame ocho cuadros de Murillo que jamás han sido devueltos al pueblo español. Las derrotas de Napoleón acabaron en el Congreso de Viena (1814-1815). Francia debía devolver todo lo expoliado a España. Tras un pasmoso inventario en el Museo del Louvre, más de 5.000 cuadros requisados por toda Europa emergieron a la luz. El general Miguel Ricardo de Álava lograría recuperar 284 pinturas y un centenar de objetos de menor entidad. La cifra de pérdidas ocasionadas por la artera invasión napoleónica en puridad, es astronómica. El elaborado, metódico y exhaustivo Diccionario histórico de las Bellas Artes en España del entregado político Cea Bermúdez, quedaría desnudo tras el ingente trabajo de este admirable prócer.

Francia y su grandeur mezclada con savoir faire.

La guerra es la presencia abrumadora del vacío moral absoluto.

Historia de España
El redactor recomienda