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Cuando en Taiwán se hablaba español
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Una larga cuarentena

Cuando en Taiwán se hablaba español

A lo largo y ancho de este mundo siempre habrá algún lugar del que podremos decir: aquí estuvimos

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"El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en conocer nuevos paisajes, sino en tener una mirada nueva".

M. Proust.

Al noroeste de Taipéi, hoy capital de la disputada isla de Taiwán, donde los nacionalistas de Chiang Kai shek tuvieron que refugiarse ante la sostenida persecución de los correligionarios de Mao ze Dong; hay un hermoso lugar cuidado con esmero y que evoca la grandeza de lo que fuimos en una época fascinante e inolvidable.

El fuerte de Santo Domingo es una sólida construcción que en origen era como una gran atalaya de dos pisos con una excelente visibilidad de 180º que controlaba el flujo naval fluvial y marítimo de otras potencias, como lo era el caso de Portugal o la Compañía Holandesa de las Indias, instaladas en la costa oeste y sur respectivamente. Su función era estrictamente defensiva, pero tenía la alternativa adicional de albergar y proveer de aguada y alimentos frescos el paso del Galeón de Manila en el famoso tornaviaje inspirado en la hazaña del vasco Urdaneta.

Banderas correspondientes a los ocho países que tuvieron alguna presencia en el tiempo en la isla de Formosa están ordenadas, desde la de España a la de la República China

El distrito comercial y marítimo de Tamsui, un populoso barrio en la desembocadura del en parte navegable río homónimo, está abrazando uno de los edificios de mayor relevancia histórica y más visitados de toda la isla, que no es otro que la visita al antiguo fuerte español más tarde entregado a los holandeses en uno de esos extraños cambio de guardia que tiene la historia. El fuerte y sus espectaculares jardines cuidados con primor por las autoridades locales. Está rodeado por un césped natural raso que se marida con un bosque de Kawakamis y arboles de Papaya. Miles de pájaros de nombres impronunciables están instalados en las copas de los arboles dando la matraca con su divertida cacofonía.

En su fachada frontal, una serie de banderas correspondientes a los ocho países que tuvieron alguna presencia en el tiempo en la isla de Formosa están ordenadas de manera cronológica, desde la de España a la de la República China.

Ni siquiera la posterior ocupación holandesa mejoraría la obra hecha por aquellos españoles perdidos en medio de la nada

Todo empezó con las indicaciones imprecisas de unas cartas náuticas no muy contrastadas. El fuerte Santo Domingo es el principio de una historia que data de la primavera de 1626, cuando una flota española dobla el cabo Sandiaojiao, posteriormente llamado de Santiago. La fuerte presencia holandesa en el sur de la isla iba cobrando terrenos y España no podía permitirse el colapso o cortocircuito de sus mercados en el Pacifico, por lo que la expedición tenía como objetivo contrarrestar la presencia holandesa localizada en el sur de la isla.

Antonio Carreño Valdés, un marino de modales bruscos pero excelente piloto y mejor intérprete de cartas, instaló en lo más alto de una suave colina con un fuerte desmonte final, una primera fortificación llamada la Santísima Trinidad en lo que es hoy el enorme puerto comercial para portacontenedores de Keelung; simultáneamente y a marchas forzadas, al otro lado de la bahía, en la pequeña isla de Heping, consolidaron una posición sellada herméticamente allá donde dos ándanadas de tiro cruzados bloqueaban el acceso de cualquier nave. Trabajo e ingenio se aunaron.

La fortificación mixta de ladrillo y piedras de diferentes volúmenes nos recuerda no solo la presencia española en tan lejana latitud sino también, un tipo de baluarte de construcción infrecuente en lo tocante a la ingeniería militar de la época. Su perímetro interior tenía señorío y apariencia, era un lugar inusual para lo que se acepta como recomendable en lo tocante a lo que es una defensa de alto valor estratégico, apacible retiro en medio de una verde colina; pero la muralla exterior si tenía magnitudes más que disuasorias. Lamentablemente los lugareños entendieron que aquellas piedras podrían tener otra función algo más práctica, como así sería; de tal manera que acabarían desmontando aquella espectacular obra arquitectónica y de ingeniería.

Del conjunto arquitectónico restante, se sabe que, a través de las excavaciones realizadas a partir del año 2011, afloraron los restos de una iglesia construida por la Orden Dominica

Ni siquiera, la posterior ocupación holandesa, mejoraría la obra hecha por aquellos españoles perdidos en medio de la nada con una función más que testimonial, ya que, tras el descubrimiento de Urdaneta, el Galeón de Manila tenía una cita regular con aquellos olvidados. Aún hoy, aquella isla que está en unas coordenadas lejanas; presenta un difícil reto de imaginación sobre como discurriría el “tempo” de los navegantes de aquel tiempo emparedados entre aquellas inmensidades oceánicas y estelares.

placeholder Fuerte de Santo Domingo en Tamsui. (iStock)
Fuerte de Santo Domingo en Tamsui. (iStock)

Del conjunto arquitectónico restante, se sabe que, a través de las excavaciones realizadas a partir del año 2011, afloraron los restos de una iglesia construida por la Orden Dominica. Un convenio de colaboración entre entidades locales como la Universidad Nacional de Taiwán y miembros del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) colaboran de forma sostenida en busca de huellas de nuestro pasado en aquel momento del tiempo en la isla de Heping frente a la bocana de la actual capital, Taipéi.

En tiempos pretéritos hubo valientes y osados, un enorme imperio en el que nadie nos tuteaba hoy da la impresión de que tenemos el cerebro en cuarentena. Pero a lo largo y ancho de este mundo siempre habrá algún lugar del que podremos decir: aquí estuvimos.

"El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en conocer nuevos paisajes, sino en tener una mirada nueva".

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