Compra una langosta viva en un restaurante solo para devolverla al mar

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Todos los días se ven situaciones de lo más curiosas e inesperadas en el mundo, y recientemente ha tenido lugar una de ellas en Italia. Para sorpresa de todos los presentes, una mujer que estaba cenando en un restaurante de lujo se gastó 200 euros en una langosta viva, pero no para comérsela, sino que su propósito era liberarla en el mar.

Los hechos ocurrieron en un restaurante especializado en pescado y marisco de la zona portuaria de Gallura (en la isla italiana de Cerdeña), donde una turista suiza cenaba con su marido. Es tradición en este establecimiento que las langostas, consideradas un producto premium, se expongan vivas en peceras, y tras ser elegidas por los comensales se cocinen y preparen. Al verlas así expuestas, la mujer tuvo la idea de salvar a una de las criaturas, aunque no iba a ser barato.

Tras elegir una y señalársela al camarero, este preguntó cómo querían que la sirviesen. En ese momento, la turista planteó una petición que sorprendió al trabajador: quería que la trajesen aún viva, y dentro de un envase. Pese a lo inusual de estas instrucciones, el camarero y sus compañeros hicieron lo que pedía esta mujer, y fue entonces cuando ocurrió el momento que se ha hecho viral: la turista suiza se acercó al mar, sacó la langosta del envase con sus propias manos, la acarició y la lanzó al agua. La agencia de noticias italiana ANSA ha publicado un vídeo del momento, que fue grabado por el propio marido de la mujer con su móvil.

Las redes opinan sobre este gesto

Esta acción está siendo muy difundida en redes sociales, y ha generado debate entre quienes la apoyan y quienes la cuestionan. Muchos aplauden a la mujer por su gesto, y la felicitan por realizar y difundir una acción en la que pone de su parte para salvar una vida.

Por otra parte, están quienes creen que la langosta no debió vivir mucho tiempo en el agua del puerto, señalando que muy posiblemente no era un ecosistema apropiado para su superviviencia. Además, un usuario reflexiona sobre la estrategia de la mujer, que pese a ser bien intencionada cree que no sirve para que en el restaurante sigan vendiendo este tipo de producto: "lo que hay que hacer es no comprar, al del restaurante lo que le interesa es vender y mientras lo venda poco le importa lo que hacen con la langosta", opina.

En cualquier caso, como mínimo es una acción que ha generado un debate y un intercambio de ideas sobre esta cuestión.