Ubuntu: la filosofía sudafricana que todos deberíamos aprender
No es ni un dogma político ni una religión, se trata de una regla ética mundial que se enfoca en la lealtad de las personas y las relaciones entre estas
Un hombre miraba continuamente al pasado, sentado en el porche de su casa, sumido continuamente en los recuerdos e hilvanando la memoria que ya se había extinguido tiempo atrás. Su hija le observaba continuamente, hasta que un día se atrevió a preguntarle: "Papá, ¿por qué siempre estás recordando el pasado?". Entonces, el padre la miró y contestó: "Porque en el pasado se encuentran todas las respuestas del futuro".
Pues eso es Ubuntu, una filosofía antigua que, sin embargo, como tantas otras cosas en este mundo postpandémico y desquiciado, ha vuelto a saltar a la palestra.
Según cuenta el profesor James Ogude, de la Universidad de Pretoria, en 'BBC': "La palabra Ubuntu viene a significar algo así como 'soy porque tú eres. Eres porque somos'". Es decir, por citar a aquel, nadie es en completo una isla, sino que todos formamos parte del continente. Pero Ubuntu no es ni un dogma político ni una religión, se trata de una regla ética mundial que se originó en Sudáfrica y se enfoca en la lealtad de las personas y las relaciones entre estas. La palabra proviene de las lenguas zulú y xhosa. Ubuntu es visto como un concepto africano tradicional.
La palabra Ubuntu viene a significar algo así como "soy porque tú eres. Eres porque somos"
Es la conciencia de que tenemos responsabilidad sobre los demás, especialmente sobre los vulnerables, y también sobre el medioambiente. "Si destruyes a las abejas tienes que entender que en última instancia te estás destruyendo a ti mismo", indica el profesor. Los preceptos más comunes de la filosofía Ubuntu vienen a decir que hay que tener humanidad hacia los demás, que si todos ganan tú también ganas, y que la humildad y la empatía son fundamentales para conseguir el bien común que al final también es el bien propio. Una persona se hace humana a través de las otras personas.
Y basándose en este apoyo mutuo, Nelson Mandela en 1990, tras 27 años de cautiverio, decidió comenzar una nueva era presidida por la filosofía Ubuntu. Su intención era poner en valor la capacidad de perdonar, tan necesaria en la sociedad sudafricana, así como la empatía para poder cohesionar a un grupo que antes eran individuos o clanes enfrentados por el odio o el resentimiento, algo fundamental no solo en aquel país sino en muchas otras zonas de África que requieren en la actualidad una reconciliación.
Nelson Mandela en 1990, tras 27 años de cautiverio, decidió comenzar una nueva era presidida por la filosofía Ubuntu
Lo cierto es que esta idea de apoyo mutuo no solo viene de África, sino que tiene paralelismos en otros pueblos que buscan la ayuda comunitaria. El concepto de Rohayhu, guaraní, se traduciría como "la vida de la tribu y su voluntad de vivir, la solidaridad entre iguales". De la misma manera, el Ayni es un principio precolombino de los pueblos andinos que se basa en la solidaridad económica y social entre las comunidades.
Todo ello puede resultar confuso en las sociedades occidentales, tan centradas en el individualismo. Como explica el profesor Ogude: "Siempre me gusta hacer una distinción entre individualidad, que se basaría en la libertad y la independencia, e individualismo, que se basa en el egoísmo puro. Perteneces a una familia y a una comunidad, así como al mundo, y, por lo tanto, tienes una responsabilidad con él". Insiste en que para reimaginar una sociedad del futuro uno puede basarse en preceptos y enseñanzas, como en el caso de Ubuntu, que al final no se debe centrar solo en la cooperación entre humanos sino también con las otras criaturas que pueblan el mundo.
El concepto puede extrapolarse a otros ámbitos como el deporte o incluso la empresa
En el marco de las sociedades africanas y su pasado de represión, Ubuntu parece una filosofía necesaria. Pero es algo que no solo se queda ahí, sino del que podemos aprender nosotros como sociedad occidental. El concepto puede extrapolarse a otros ámbitos como el deporte o incluso la empresa, pues al final lo que se busca es remar en una dirección mediante la cooperación para conseguir, en definitiva, el bien común.
Un hombre miraba continuamente al pasado, sentado en el porche de su casa, sumido continuamente en los recuerdos e hilvanando la memoria que ya se había extinguido tiempo atrás. Su hija le observaba continuamente, hasta que un día se atrevió a preguntarle: "Papá, ¿por qué siempre estás recordando el pasado?". Entonces, el padre la miró y contestó: "Porque en el pasado se encuentran todas las respuestas del futuro".