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¿Podemos elegir creer en Dios?
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¿Podemos elegir creer en Dios?

El filósofo Blaise Pascal presentó una vez un argumento simple de por qué la gente debía ser religiosa, y en realidad tiene más sentido psicológico de lo que pensamos

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Muchas personas que no siguen ninguna fe alegan que una de las razones está marcada por el determinismo que supone nacer en un lugar u otro. Parece claro que, de la forma más naturalista posible, nuestro modo de ser y nuestras creencias están marcadas por la cultura en la que nos desenvolvemos, y la religión también forma parte de esta cultura. Una persona nacida en un país católico profesará probablemente esa fe desde pequeño, mientras que un budista es más plausible que haya nacido en Nepal, por poner un ejemplo.

Otra cuestión innegable es el hecho de que cada vez más, al menos en Occidente, las sociedades tienden a la secularización, y la mayor parte de la juventud es actualmente atea o agnóstica. Algunos ven en ello el declive de la sociedad occidental, apuntando que aquellos pueblos que no tienen espiritualidad carecen también de moral, creencias o esperanza. Por otro lado, otros opinan que la evolución irremediable y el avance de las tecnologías y la ciencia nos ha llevado a este punto de no retorno. Dios ha muerto, citando a Nietzsche.

Decía Pascal que si te rodeas de personas religiosas, te sumerges en los textos sagrados y vas a lugares de culto, finalmente la fe llegará por sí sola

El filósofo Blaise Pascal presentó una vez un argumento simple de por qué la gente debía creer en Dios (sin meterse en si Dios era real o no): si suponemos que Dios existe y recompensa a los creyentes con la vida eterna, entonces es favorable tener fe frente a no hacerlo. Sin embargo, si no existe, tampoco hay una gran diferencia entre hacerlo y no hacerlo. Pero, ya seas creyente o no, lo más probable es que pienses que es una cosa que no has elegido. Simplemente, tienes fe o no la tienes. ¿Cuánto de verdad hay en esta afirmación?

Foto: Tras las puertas de la percepción. (iStock)

Pascal llegó aún más lejos: la clave es seguir los pasos de los verdaderos creyentes. Si te rodeas de personas religiosas, te sumerges en los textos sagrados y vas a lugares de culto, finalmente la fe llegará por sí sola. Y no es tan descabellado, según el psicólogo Daniel Gibert de Harvard, informa 'Psychology Today', es perfectamente natural que las personas acepten, como verdadera, la información con la que se rodean.

Su punto de vista se basa en estudios que él y sus colegas comenzaron en 1990 sobre la naturaleza de la formación de creencias (Gilbert y compañía, 1990). En un estudio, hizo que los sujetos miraran una pantalla mientras él ocasionalmente mostraba mensajes falsos sobre el idioma Hopi, como "Un 'twyrin' es un médico". Luego se informó a los sujetos que aquella declaración era falsa, mientras estos se encontraban parcialmente distraídos con otra tarea.

Al final del estudio, les dio a los sujetos un cuestionario. Descubrió que las personas se inclinaban a creer cualquier cosa que se les presentara en la pantalla, incluso las declaraciones que se les decía explícitamente eran falsas. Varios otros estudios respaldan y amplían los resultados de Gilbert. Un estudio, dirigido por la psicóloga de Vanderbilt, Lisa Fazio, muestra que la mera repetición de información falsa tiende a promover la creencia. Otro estudio muestra que las creencias adquiridas de esta manera están bien integradas en nuestra vida mental y que sacaremos inferencias de ellas y actuaremos en consecuencia. La aceptación parece ser, por tanto, el estado predeterminado de la mente humana.

La mera repetición de información falsa tiende a promover que creamos algo

No todos los psicólogos aceptan esta visión pasiva de la mente, por otro lado. Otras teorías aseguran que las personas solo se inclinan a aceptar las afirmaciones como ciertas cuando esas afirmaciones les parecen intrínsecamente plausibles. Pero si, por ejemplo, te dicen que en Valladolid prohíben a las mujeres lanzarse en paracaídas los domingos, te resistirás a creer automáticamente algo así, pues no encaja en tus creencias existentes. Sin embargo, un estudio reciente sugiere que la mera repetición de afirmaciones incluso muy poco plausibles tiende a aumentar la creencia (una mentira repetida mil veces... de toda la vida). El debate entre los psicólogos continuará. Por ahora, en cualquier caso, la evidencia parece respaldar lo que conjeturó Pascal: si quieres ser un creyente religioso de pleno derecho, lo mejor que puedes hacer es comenzar a actuar como tal, por si las moscas.

Muchas personas que no siguen ninguna fe alegan que una de las razones está marcada por el determinismo que supone nacer en un lugar u otro. Parece claro que, de la forma más naturalista posible, nuestro modo de ser y nuestras creencias están marcadas por la cultura en la que nos desenvolvemos, y la religión también forma parte de esta cultura. Una persona nacida en un país católico profesará probablemente esa fe desde pequeño, mientras que un budista es más plausible que haya nacido en Nepal, por poner un ejemplo.

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