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Cómo recuperar, mantener o hacer nuevos amigos cuando ya eres adulto
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Cómo recuperar, mantener o hacer nuevos amigos cuando ya eres adulto

Las relaciones humanas se desgastan con el paso del tiempo y el peso de la rutina, pero eso no quiere decir que no se puedan sostener a medida que pasen los años

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Dicen que hay amistades que son para siempre, pero lo cierto es que con el paso del tiempo, el peso (valga la redundancia fonética) de la rutina y el deseo de construir una familia sólida de dos personas con hijos, este deseo de permanecer cerca puede llegar a decrecer, junto a la voluntad de querer seguir formando una parte activa del otro. La amistad, como todas las relaciones humanas, tienen su punto álgido y luego poco a poco mengua su intensidad. De nosotros depende, claro está, mantener el vínculo. Pero a veces las cosas no ocurren como a uno le gustaría, y no es que precisamente sea culpa de nadie: la vida es así.

Y, realmente, las relaciones de amistad son una fuente de riqueza espiritual, psicológica y social que atesorar. No cabría menospreciarlas frente a las familiares, que nos vienen dadas. Son los amigos aquellos que nos sostienen en las tempestades de la vida, y los mejores son los que tampoco buscan nada a cambio o puedes compartir momentos sin tener que realizar ninguna actividad concreta. Tan solo basta con estar ahí. En los momentos buenos y malos, que no en la salud y en la enfermedad (como se dice en tono grave de los que se casan).

Puede que tengáis un juego de mesa favorito al que hace mucho que no jugáis o un bar al que siempre ibais hace años

Las amistades fuertes no son solo buenas para la salud psicológica, sino para la salud física. De hecho, un estudio publicado en Plos One hace algunos años resolvió que estar conectado a un círculo social es tan beneficioso para la salud física como dejar de fumar o tan importante como hacer ejercicio y no padecer obesidad. Los momentos tanto profundos como triviales con amigos nos ayudan a atravesar épocas fáciles y difíciles, además de ser una fuente de humor, algo muy sano para afrontar las dificultades que se nos presentan.

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Ahora bien, ¿qué hacer para mantenerlos a tu lado y que las contingencias vitales no os separen? Podría ser tan sencillo como pensar en pasar más tiempo juntos. Pero el clásico "a ver cuándo nos tomamos un café" que viene a decir "ya, si eso, un día nos vemos", aquí no sirve. Ambos necesitan poner de su parte y en cierta medida esforzarse para que la relación no caduque por el paso del tiempo y las rutinas de cada uno. Andy Proctor, uno de los mayores expertos psicólogos especializados en el impacto que tiene las buenas amistades en la salud física y mental, ha publicado en Psychology Today una lista con los 'tips' más útiles de cara a mantener una amistad en tiempos de trabajos y rutinas infernales. Seguro que algunos de ellos te inspiran para retomar el contacto con alguien muy querido.

Mantén rituales

Seguro que hay alguna película o serie que os ha definido siempre, especialmente aquellas que forman una saga, como El Señor de los Anillos o Star Wars. Una de las mejores formas de hacer que una amistad no caduque es mantener los rituales que marcaron vuestra infancia o juventud. Y, en este sentido, esta clase de productos culturales siempre acaban lanzando nuevas entregas que disfrutar con aquellos que son tan fans como tú.

Piensa en el mejor recuerdo que tengáis juntos. Seguro que después sientes el deseo de saber cómo está

Puede que estas películas o series salgan cada cierto tiempo y os apetezca recuperar el tiempo perdido de otra forma más regular. Puede que tengáis un juego de mesa favorito al que hace mucho que no jugáis o un bar al que siempre ibais hace años. En caso de estar separados por distancias espaciales, podríais fijar un día a la semana para hablar por teléfono. O también hacer una videollamada, algo que hace no mucho tiempo practicábamos mucho. El caso es sentir cerca a la otra persona, y aunque no conviene caer en imperativos para mantener vuestra amistad a flote, si realmente te importa su compañía, el cuándo, el cómo y el dónde no tienen por qué importar.

Haz amigos más mayores que tú

Tendemos a pensar que es muy difícil estrechar lazos de confianza y amistad una vez nos hacemos mayores. En realidad, este es un prejuicio bastante negativo, ya que la amistad puede surgir entre cualquier persona, sea cual sea su situación o su edad. El caso es, como dice Proctor, dejarse inspirar por aquellos que tienen una perspectiva distinta a la tuya. Puede que no coincidáis a nivel generacional en muchas cosas y que eso sea una barrera, pero estrechar un vínculo amistoso intergeneracional es del todo inspirador, ya que te ayudará a reflexionar sobre lo que quieres en tu vida de ahora en adelante o directamente te puede servir de ejemplo a seguir.

Hazte amigo de un amigo del pasado

Si te conviertes en adulto y de pronto te ves sin amigos, una de las mejores tácticas para recuperar la vida social es intentar recuperar un vínculo del pasado. Con un simple mensaje de texto o una llamada por teléfono se puede reanudar un contacto ahí donde quedó encallado. "Piensa en el mejor recuerdo que tengáis juntos", asegura el psicólogo. Seguro que tras pensar en ello, sientes el deseo de saber cómo está, dónde vive, con quién o, en general, qué es de su vida. Lo único que tienes que tener en cuenta y que resulta un poco difícil de aceptar, es que seguramente haya cambiado, y por ello, ya no tenéis que tener la misma relación de antes. En ese caso, resultará más emocionante recuperarle, ya que será como si os estuvierais conociendo de nuevo desde cero.

Dicen que hay amistades que son para siempre, pero lo cierto es que con el paso del tiempo, el peso (valga la redundancia fonética) de la rutina y el deseo de construir una familia sólida de dos personas con hijos, este deseo de permanecer cerca puede llegar a decrecer, junto a la voluntad de querer seguir formando una parte activa del otro. La amistad, como todas las relaciones humanas, tienen su punto álgido y luego poco a poco mengua su intensidad. De nosotros depende, claro está, mantener el vínculo. Pero a veces las cosas no ocurren como a uno le gustaría, y no es que precisamente sea culpa de nadie: la vida es así.

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