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La razón por la que nunca olvidamos montar en bicicleta, según la ciencia
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La razón por la que nunca olvidamos montar en bicicleta, según la ciencia

Da igual que creas tener una memoria pésima en tu día a día, que esta haya ido perdiendo fuelle, que no seas capaz de recordar bien lo que hiciste ayer mismo... Lo de darle a los pedales puede con todo eso

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El verano está para las bicicletas. Bien lo sabían Quique, Javi, Pancho, Bea, Desi, Tito y Piraña en 1981. Puede que con los años, esta sea tu medio de transporte favorito, después de lo que te costó aprender a llevarla (heridas por todas partes incluidas) como para ser menos. No obstante, puede que, precisamente con los años, hayas abandonado los pedales. Tal vez no por mero gusto, sino porque crees que tu memoria ha suprimido aquel equilibrio que un día conseguiste con euforia. Si es así, que sepas que, por parte de tu cerebro, del sillín de una bicicleta nadie te moverá.

Según determina la ciencia, casi nadie olvida cómo manejar una bicicleta. Sí, da igual que tengas una memoria pésima en tu día a día, que esta haya ido perdiendo fuelle, que no seas capaz de recordar bien lo que hiciste ayer mismo. Pero, ¿cómo puede ser?

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Lo primero que tienes que saber es que las personas tenemos dos tipos diferentes de memoria a largo plazo: la declarativa y la procedimental, explica el neuropsicólogo Boris Suchan explica en un artículo para 'Scientific American'. Asimismo, dentro de la memoria declarativa existen dos subtipos importantes para esta tarea (quédate con sus nombres): la memoria episódica y la semántica.

Los rincones del cerebro

Pues bien, es en la memoria episódica donde se conserva el recuerdo de un evento significativo en tu vida, como ir a un concierto o conocer a alguien. Por su parte, la memoria semántica, también conocida como memoria fáctica, recoge conocimientos generales como que la Segunda Guerra Mundial terminó en 1945.

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Sin embargo, adquirir una habilidad forma parte de otra memoria, la procedimental. Es decir, nuestro manejo de la bicicleta se almacena en otra parte del cerebro distinta a las demás. De esta forma, aseguran los expertos, es posible que una lesión cerebral sufrida elimine los eventos importantes y los conocimientos generales, pero no las habilidades aprendidas.

Pero, ¿por qué la memoria procedimental es tan obstinada? Una de las razones, escribe Suchan, es que las regiones del cerebro donde se forman los patrones de movimiento experimentan menos renovación de las células nerviosas, lo que ayuda a preservar el recuerdo de esas acciones.

El truco del movimiento ordinario

"¿Es entonces el conocimiento procedimental fundamentalmente más estable que el conocimiento explícito?", se pregunta este experto. Resulta que el primero es más resistente tanto a la pérdida como al trauma. "Incluso con una lesión cerebral traumática, el sistema de memoria procesal casi nunca se ve comprometido. Eso se debe a que los ganglios basales, estructuras responsables del procesamiento de la memoria no declarativa, están relativamente protegidos en el centro del cerebro, debajo de la corteza cerebral". Si estos ganglios basales no han sufrido daños, adelante, prueba a coger una bicicleta y verás. ¿A qué esperas?

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Desde la década de 1950, los científicos conocen estas diferencias cerebrales, pero fue en 2016 cuando neurocientíficos de la Universidad de Aberdeen trasladaron los datos a la actividad en bicicleta. Describieron lo encontrado de manera mucho más comprensible (para que el lenguaje académico no te aleje de la confianza).

El truco, decían, es que en lugar de sentirlos como recuerdos reales, las cosas que están almacenadas en la memoria de procedimiento parecen movimientos ordinarios, como atarse los zapatos. "Este tipo de recuerdos se almacenan principalmente en el subconsciente, por lo que no eres consciente de saber andar en bicicleta, sino que es algo que tu cerebro guarda en un archivo para cuando lo necesites".

El verano está para las bicicletas. Bien lo sabían Quique, Javi, Pancho, Bea, Desi, Tito y Piraña en 1981. Puede que con los años, esta sea tu medio de transporte favorito, después de lo que te costó aprender a llevarla (heridas por todas partes incluidas) como para ser menos. No obstante, puede que, precisamente con los años, hayas abandonado los pedales. Tal vez no por mero gusto, sino porque crees que tu memoria ha suprimido aquel equilibrio que un día conseguiste con euforia. Si es así, que sepas que, por parte de tu cerebro, del sillín de una bicicleta nadie te moverá.

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