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Cómo transformar el arrepentimiento en algo provechoso para tu vida
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PSICOLOGÍA HUMANA

Cómo transformar el arrepentimiento en algo provechoso para tu vida

Si tienes remordimientos por algo que hiciste o no hiciste en su día, aquí va un manual psicológico para aceptarlo y después encarar lo que venga con ganas y actitud

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Lo que debiste hacer y no hiciste, lo que pudiste y no pudiste realizar, el tiempo no atendido, las palabras nunca dichas... A lo largo de nuestra vida se suelen multiplicar los deberes que teníamos que cumplir y no lo hicimos. Las culpas se transforman en sufrimiento a medida que pasa el tiempo y no hay una forma de arreglar lo que estropeamos. Sin embargo, también se puede aprender de ellas.

Un estudio de la Universidad de Northwestern y de la Illinois halló que los arrepentimientos más comunes son de carácter amoroso (un 18%), seguido de temas familiares (16%), por no haber estudiado lo que de verdad queríamos o era más apropiado (un 13%), haber acabado en trabajos que no eran para nosotros o tomar malas decisiones profesionales (un 12%), así como haber gastado más dinero del que debíamos (un 10%). Los resultados, publicados en la revista 'Social Psychological & Personality Science', reflejan que lo que más nos duele a la hora de sentir culpas tiene que ver con la pareja y los romances, a la par que todo lo que concierte a las relaciones familiares.

"El dolor por el sentimiento de culpa es algo intrínseco, pero una vida sin remordimientos es imposible y eliminaría cualquier emoción"

Curiosamente, las mujeres eran mucho más propensas que los hombres a arrepentirse en cuanto a estos temas, un 44% frente al 19% de los hombres. En lo referente a las culpas en el ámbito laboral, la mayoría trataban de haber desaprovechado oportunidades. Curiosamente, en general los arrepentimientos a corto plazo demostraron ser los de por comisión (es decir, cosas que los sujetos no debieron hacer), mientras que los de a largo plazo fueron más por omisión, es decir, por asuntos que debieron realizar pero no hicieron. Esto refleja una curiosa estampa psicológica del arrepentimiento: nos culpamos más o durante más tiempo de cosas que no hicimos que de las que hemos hecho recientemente y están mal.

Cómo perdonarse a uno mismo

¿Se puede de alguna forma aprovechar estos pensamientos desagradables para al menos aprender de nuestros errores y no regodearnos en nuestro pesar? Lo primero, obviamente, pasa por intentar perdonarse a uno mismo, aunque sea difícil. Si no puedes hacerlo, lo cual también puede ser lógico, tan solo debes reparar y analizar tu parte de responsabilidad en ese caso concreto. Para ello, deberás entender quién eras en aquel tiempo, pues tus acciones se traducen a partir de lo que pensabas que era lo correcto, lo cual dista mucho de lo que harías ahora, ya que has cambiado.

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"Las personas que se arrepienten en exceso del pasado lejano tienden a suspirar por cosas que deberían haber hecho", observa Michelle P. Maidenberg, psicóloga, en un artículo de 'Psychology Today'. "Los más recientes tienden a girar en torno a cosas que hicimos pero que desearíamos no haber hecho, por lo que comprender mejor tus valores fundamentales te brinda una dirección clara sobre aquellos fundamentos que pudiste pasar por alto y que evocaron esas consecuencias". Y, a su vez, "entender a qué valores debes prestar atención ahora mismo y de cara al futuro".

Por otro lado, como decíamos, los errores muchas veces son la mejor forma de aprendizaje vital. El conocimiento sobre lo que hicimos bien y mal solo se adquiere cuando lo experimentamos y nos arriesgamos. "Tenemos que mostrarnos abiertos a la vida y tener curiosidad para recopilar tanta información como podamos", asevera la psicóloga. "El dolor por el sentimiento de culpa es algo intrínseco, pero una vida sin remordimientos no solo es algo imposible, sino que eliminaría cualquier emoción que te impulsa a ti y a los demás para evitar futuros errores".

"Permanecer atrapado en el pasado provocará más ira, ansiedad, vergüenza y decepción"

Hay que tener en cuenta que "todo en la vida es transitorio y no existen garantías". De ahí que muchas veces sintamos una falta de control en lo que sucede que solo se revierte "si esperamos adversidades y desafíos". Esto requiere que pongamos en marcha nuestras "habilidades de afrontamiento para encontrar formas productivas de adaptarnos al cambio y hacer frente a lo que se nos presente, sea positivo o negativo". Aprender de los errores o examinarlos bien puede fortalecer tus relaciones del presente y, a su vez, dejar a un lado aquellas que no te aportan. "Piensa en cómo lo que hiciste te afectó a ti y a tu entorno", señala Maidenberg. "Y luego medita sobre las maneras de reparar esas relaciones para decidir cómo quieres comportarte en el futuro". Esto conllevará, por tanto, "vivir en el presente y no quedarse atascado en el arrepentimiento", ya que esto nos empujará a la falta de autoestima o la sensación de que hemos fracasado y no hay vuelta de hoja.

Mostrar gratitud, incluso por los errores

"Permanecer atrapado en el pasado inevitablemente provocará más ira, ansiedad, vergüenza y decepción", prosigue la experta. "Tienes que tomar la decisión de estar en el aquí y en el ahora, incluso si tu mente está en otra parte". Por último, el punto no está en olvidar el pasado y seguir adelante como si nada. Hay que aceptar lo que sucedió en aquel momento sin esperar o intentar verlo de manera diferente, ya que no se puede retroceder en el tiempo y lo hecho, hecho está. Por ello, hay que terminar aceptándolo.

"La variedad de sentimientos que afloran, como la ansiedad, la culpa o la angustia cumplen una función integral para que se contemplen, procesen y sean conducidos a tomar diferentes y mejores decisiones de futuro", concluye Maidenberg. "La aceptación es un proceso activo y no depende de querer, gustar, tolerar o alentar ese arrepentimiento, sino dar las gracias por su crecimiento personal y archivar el error como parte de la historia de uno, en lugar de ser definido por él o que se convierta en una parte central de su identidad".

Lo que debiste hacer y no hiciste, lo que pudiste y no pudiste realizar, el tiempo no atendido, las palabras nunca dichas... A lo largo de nuestra vida se suelen multiplicar los deberes que teníamos que cumplir y no lo hicimos. Las culpas se transforman en sufrimiento a medida que pasa el tiempo y no hay una forma de arreglar lo que estropeamos. Sin embargo, también se puede aprender de ellas.

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