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Fracasar es necesario para la creatividad, según la ciencia
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Para tirarse a la piscina

Fracasar es necesario para la creatividad, según la ciencia

Es la forma en que abordamos ese fracaso lo que determina si estamos fijos en nuestro pensamiento o listos para el crecimiento

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Con el comienzo del nuevo año llegan también nuevos propósitos, metas que queremos alcanzar y objetivos a cumplir. Te organizas, lanzas tu mirada hacia el futuro y visualizas la mejor manera de que, pasados los próximos doce meses, te sientas orgulloso u orgullosa de tus méritos. Pinta bonito, ilusionante, todo un año por delante para conseguirlo. Sin embargo, puede que no sea así. En un mundo hiperproductivista como este, el miedo al fracaso se ha convertido en una condición común que, como apunta Anthony D. Fredericks, con frecuencia detiene la creatividad y nos impide avanzar en nuestras vidas.

Este profesor de educación del York College of Pennsylvania, aunque ya retirado, sigue exponiendo su perspectiva acerca de la creatividad, y aunque por ahora creas que esta y el miedo al fracaso no tienen mucho que ver, o simplemente son dos cuestiones opuestas, Fredericks te explica por qué, en realidad, se sostienen una a otra.

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En el portal de 'Psychology Today', recuerda que no todo el mundo afronta ese miedo de la misma forma: "Algunas personas aceptan los desafíos y las decepciones como oportunidades para reorientar su pensamiento, estas son consideradas personas con 'mentalidad de crecimiento'. También hay otras personas que ven el fracaso como... bueno... como un completo fracaso. Creen que nunca tuvieron el talento o habilidad y que probablemente nunca lo tendrán. Estas son personas con una 'mentalidad fija'". Según Fredericks, estás en un grupo o en el otro.

Una condición inevitable

Para llegar a esta conclusión el profesor ha reunido una serie de estudios en torno a la psicología que envuelve la tarea de tirarse o no tirarse a la piscina. Por ejemplo, según apunta, una investigación llevada a cabo por la psicóloga Carol Dweck ofrece una evidencia clínica sobre la hipótesis de que la mayoría de las personas se colocan intencionalmente en uno de los dos grupos.

No obstante, el estudio va mucho más allá. Las implicaciones de su investigación significan que el fracaso es una condición inevitable de nuestra vida diaria (cosas tan cotidianas como todas esas propuestas que nos vamos fijando, pero que no se cumplen en la fecha en la que en principio prevemos, y no simplemente por no haberlas llevado a cabo, sino múltiples factores externos a nosotros).

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Es la forma en que abordamos ese fracaso lo que determina si estamos fijos en nuestro pensamiento o listos para algo de crecimiento. De esta manera, "las personas que creen que son miembros del grupo de 'crecimiento' tienden a generar ideas más creativas que las que se asignan a sí mismas al grupo 'fijo'", recuerda Fredericks.

Parte del proceso

Pero no te frustres por ubicarte en uno u otro, o por saberte ubicado en uno u otro, no se trata de la asignación científica a tu tendencia, sino de gestionarla de forma que entiendas el fracaso como parte de cualquier proceso hacia algo, como otra oportunidad entre todas las posibles (que rara vez suelen ser pocas).

Así mismo lo expresa el ex científico de cohetes Ozan Varol, mencionado por Fredericks en su artículo: "si no reconocemos que fallamos, si evitamos una verdadera estimación, no podemos aprender nada. De hecho, el fracaso puede empeorar las cosas si recibimos mensajes equivocados de él".

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Por ello es importantes contemplar hacia fuera, entenderse como parte de una infinidad de variables que influyen entre sí en cada cosa que hacemos, pero también analizarse hacia dentro, porque "cuando solo atribuimos nuestros fallos a factores externos se nos pierden las razones para cambiar de rumbo. Gastamos dinero bueno en lo malo, doblamos la apuesta en la misma estrategia, y esperamos que el viento sople en una mejor dirección".

Con el comienzo del nuevo año llegan también nuevos propósitos, metas que queremos alcanzar y objetivos a cumplir. Te organizas, lanzas tu mirada hacia el futuro y visualizas la mejor manera de que, pasados los próximos doce meses, te sientas orgulloso u orgullosa de tus méritos. Pinta bonito, ilusionante, todo un año por delante para conseguirlo. Sin embargo, puede que no sea así. En un mundo hiperproductivista como este, el miedo al fracaso se ha convertido en una condición común que, como apunta Anthony D. Fredericks, con frecuencia detiene la creatividad y nos impide avanzar en nuestras vidas.

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