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"Encorvado como un gato en Lombardía": las quejas de Miguel Ángel sobre la Capilla Sixtina
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"Mi pintura está muerta"

"Encorvado como un gato en Lombardía": las quejas de Miguel Ángel sobre la Capilla Sixtina

Pintar más de 3.600 metros cuadrados no fue nada fácil, y el artista quiso hacerlo saber (por si a alguien se le olvidaba) a través de un poema

Foto: Fuente: Wikipedia
Fuente: Wikipedia

Pintada entre 1508 y 1512 por Miguel Ángel, el techo de la bóveda de la Capilla Sixtina en la Ciudad del Vaticano y es una de las obras pictóricas más complejas de toda la historia del arte. Se trata de un fresco ubicado a 20 metros de altura donde el por entonces joven, pero ya reconocido escultor y pintor tuvo que subir. Para ello, diseñaron un andamio específico que facilitara el trazo del enorme proyecto que le había encargado el papa Julio II con el fin de sustituir la pintura que había en aquel momento: un fondo azul con estrellas doradas que había sido realizado Piermatteo d'Amelia, según la tradición de los templos paleocristianos.

Miguel Ángel se había hecho famoso como escultor, y aceptó la propuesta de pintar los más de 3.600 metros cuadrados de aquel techo. Estaba dispuesto, por supuesto, pero la ansiedad artística le causaba una angustia considerable, apunta Jake Rossen en 'Mental Floss', que añade que "incluso se aseguró de que la primera parte del techo estuviera escondida y fuera de la vista en caso de que la estropeara".

Foto: El rostro del genio. (Wikipedia)

A día de hoy este conjunto de escenas bíblicas sigue dejando estupefacto a todo aquel que se sitúa bajo él y lo mira, aunque no solo con el ojo del público, también los expertos en arte encuentran en la pintura una base de estudio inacabable.

Cuatro años de "tortura"

Después de cuatro años de esfuerzo diario, desde 1508 hasta 1512, los músculos del artista parecían suplicarle un descanso, pero ni los ecos del templo le hicieron parar.

Para aliviar su estado mental de tensión constante que llevaba a su cuerpo a ir debilitándose conforme avanzaba en la minuciosa tarea, Miguel Ángel probó con la poesía. Si no podía desahogarse con el pincel atado a lo sagrado podría hacerlo con la palabra.

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Fuente: Wikipedia

Así, en 1509 escribió un soneto italiano donde plasmó toda su frustración por abordar un proyecto de semejante envergadura. La obra, enviada a su amigo Giovanni da Pistoia, dice:

"Ya me ha dejado bocio por esta tortura,
encorvado aquí como un gato en Lombardía
(o en cualquier otro lugar donde el agua estancada sea veneno).
Mi estómago está aplastado bajo mi barbilla, mi barba
apunta al cielo, mi cerebro está aplastado en un ataúd,
mi pecho se retuerce como el de una arpía. ¡Mi pincel
encima de mí todo el tiempo, gotea pintura
para que mi cara haga un piso fino para los excrementos!

Mis ancas se mueven contra mis entrañas,
mi pobre trasero se esfuerza por funcionar como contrapeso,
cada gesto que hago es ciego y sin rumbo.
Mi piel cuelga suelta debajo de mí, mi columna está
anudada por doblarse sobre sí misma.
Estoy tan tenso como un arco sirio.

Como estoy así, mis pensamientos
son tonterías pérfidas y locas:
cualquiera dispara mal por una cerbatana torcida.

Mi pintura está muerta.
Defiéndelo por mí, Giovanni, protege mi honor.
No estoy en el lugar correcto, no soy pintor".

Más de 500 años después se recuerda a la figura, a la pintura que su puño hizo posible, como una hazaña artística que hay quien asegura que jamás se repetirá. Sin embargo, su esfuerzo ha quedado eclipsado por los colores, aquella "tortura".

Pintada entre 1508 y 1512 por Miguel Ángel, el techo de la bóveda de la Capilla Sixtina en la Ciudad del Vaticano y es una de las obras pictóricas más complejas de toda la historia del arte. Se trata de un fresco ubicado a 20 metros de altura donde el por entonces joven, pero ya reconocido escultor y pintor tuvo que subir. Para ello, diseñaron un andamio específico que facilitara el trazo del enorme proyecto que le había encargado el papa Julio II con el fin de sustituir la pintura que había en aquel momento: un fondo azul con estrellas doradas que había sido realizado Piermatteo d'Amelia, según la tradición de los templos paleocristianos.

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