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¿Por qué recordamos mejor las experiencias estresantes? Un nuevo estudio lo aclara
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¿Por qué recordamos mejor las experiencias estresantes? Un nuevo estudio lo aclara

Para averiguarlo, un grupo de investigadores analizaron la actividad cerebral expuesta al estrés y las podrían estar en la amígdala

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¿No recuerdas bien lo que hiciste la tarde del lunes pasado, pero no te olvidas de algo que te sucedió una tarde de hace años? Tranquilo, no eres tú, somos todos. Este carácter selectivo de la memoria es tan habitual como natural, parece, según desvelan los resultados de un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Ruhr de Bochum, en Alemania, publicados recientemente en la revista 'Current Biology'.

Esta nueva investigación ha probado por qué recordamos con mayor facilidad las experiencias estresantes que las más comunes o neutrales poniendo a un grupo de personas en situaciones estresantes durante entrevistas de trabajo simuladas. A continuación, registraron su memoria de los objetos que se encontraban en la estancia donde se realizaron estas entrevistas. Utilizando imágenes de resonancia magnética funcional, analizaron la actividad cerebral mientras los participantes volvían a ver dichos objetos. Sus reacciones ponían sobre la mesa una idea: que los recuerdos de objetos de situaciones estresantes parecen depender de una actividad cerebral similar a la que se desencadenan los recuerdos del estrés.

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"Por lo general, tenemos en nuestra mente imágenes detalladas de experiencias estresantes, como las que nos recuerdan el examen de conducir, incluso después de muchos años, mientras que un paseo por el parque el mismo día se olvida rápidamente", apunta el profesor Oliver Wolf, uno de los autores del estudio junto a Anne Bierbrauer, directora del mismo, y Nikolai Axmacher, también profesor del Instituto RUB de Neurociencia Cognitiva.

La fuerza del estrés en los recuerdos

A diferencia de estudios de laboratorio anteriores, estos investigadores se propusieron registrar el rastro de memoria de un evento real, utilizando el llamado Test de Estrés Social de Trier. Esta prueba requiere que los participantes hablen frente a un comité que les evalúa. Entre los miembros de tal comité existe una lo que se conoce como expresión neutral, y ninguno ofrece comentarios positivos a los participantes, lo que provoca rápidamente estrés en los mismos.

Según explica Bierbrauer, los estudios anteriores y consideraciones teóricas acerca de esta cuestión ya habían introducido diferentes predicciones: "Una era que representaciones en la memoria de cosas muy diferentes a las cotidianas podrían haber sido la clave para generar recuerdos más poderosos; por otro lado, había indicios de que el estrés provoca que los recuerdos se parezcan y refuercen más entre sí". Precisamente esta última es la que evidencia el estudio actual.

Durante la simulación de la entrevista de trabajo con los participantes, el comité utilizó varios objetos cotidianos; por ejemplo, uno de los miembros tomó un sorbo de una taza de café. Así, todos presenciaron acciones con los mismos objetos (o su mera presencia), pero no fueron sometidos a ningún estrés. Al día siguiente, los investigadores mostraron los objetos a los participantes de los dos grupos, mientras registraban la actividad cerebral en un escáner de imágenes por resonancia magnética. Los participantes que se habían estresado ​​recordaban los objetos mejor que los miembros del grupo de control.

​El camino para comprender mejor los recuerdos

Según recoge 'Science Daily', los investigadores analizaron principalmente la actividad cerebral en la amígdala, una región cuyas principales funciones incluyen el aprendizaje emocional. Compararon los rastros neuronales de los objetos que habían sido utilizados por los miembros del comité en la situación de estrés con los de los objetos que no habían sido utilizados. Comprobaron que los rastros de memoria de los objetos que se habían utilizado se parecían más entre sí que los de los objetos que no se habían utilizado. Este no fue el caso en el grupo de control. En otras palabras, las representaciones cerebrales de los objetos de las situaciones estresantes estaban estrechamente vinculadas y, por lo tanto, estaban claramente diferenciadas de otras experiencias.

Más tarde, los investigadores mostraron a los participantes no solo fotografías de los objetos de la entrevista de trabajo, sino también fotografías de los miembros del comité. Los participantes recordaban mejor aquellos objetos en los que la actividad cerebral era similar a la actividad desencadenada por la presentación de los miembros del comité, o lo que es lo mismo: los vinculaban al estrés que sintieron antes estas personas. "Los miembros del comité desencadenaron el estrés en la situación de la entrevista. En consecuencia, parece que el vínculo entre los objetos y los desencadenantes del estrés fue crucial para sostenerlo en la memoria", sostiene Axmacher al respecto.

Por su parte, Bierbrauer, apunta que "este resultado podría ser un componente importante para comprender mejor los recuerdos emocionales y traumáticos", entendiendo que el mecanismo que refuerza los recuerdos emocionales puede tener sus raíces en el hecho de que los aspectos importantes del episodio recordado están vinculados a nivel neuronal y se relacionan más estrechamente con el desencadenante del estrés que produciría en la persona.

¿No recuerdas bien lo que hiciste la tarde del lunes pasado, pero no te olvidas de algo que te sucedió una tarde de hace años? Tranquilo, no eres tú, somos todos. Este carácter selectivo de la memoria es tan habitual como natural, parece, según desvelan los resultados de un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Ruhr de Bochum, en Alemania, publicados recientemente en la revista 'Current Biology'.

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