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Esta es la única cosa que tienen en común los genios y los artistas
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PUBLICADO EN 'NATURE'

Esta es la única cosa que tienen en común los genios y los artistas

Un gran estudio resuelve que todo gran científico, artista pictórico o cineasta sigue un mismo proceso de creación para que su obra se convierta en inmortal

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Normalmente tendemos a creer que aquello que la cosa que tienen en común grandes genios y artistas viene a ser el hecho de haber pasado una vida repleta de penas y desgracias. Parece que las personas con capacidades artísticas extraordinarias están condenadas al fracaso vital. Desde Mariano José de Larra a Albert Einstein, las biografías están colmadas de pobreza, soledad, locura, intentos de suicidio o separaciones matrimoniales fatales. Pero, en realidad, lo que une a ambos no es precisamente el hecho de ser un tanto incapacitados para llevar una vida personal ordenada o mentalmente equilibrada, sino otra cosa mucho más obvia y natural: se trata de la facultad para experimentar sin cesar hasta dar con la tecla.

Así lo recoge un nuevo estudio publicado en la prestigiosa revista 'Nature' en el que se utilizó inteligencia artificial para analizar un gran conjunto de dato sobre las biografías de artistas, directores de cine y científicos revolucionarios para ver cuáles eran esos aspectos que tenían en común. Así, los investigadores dieron con un patrón que se repite en estos tres campos de pensamiento y creatividad: "los artistas experimentan con innumerables formatos, estilos e ideas durante meses", según asegura el estudio", a veces tanto que les puede llevar años antes de centrarse en una sola de estas ideas".

La época más prolífica de los artistas solo tiende a durar de 4 a 5 años y lo peor de todo es que en la mayoría solo se produce una vez en la vida

"Antes de una buena racha se dedican a explorar para luego pasar a una fase de concentración y explotación de la idea con la que se han quedado", asegura Dashun Wang, profesor de administración en la Kellogg School of Management de la Northwestern University, quien dirigió el estudio. En realidad, obras de arte como las de Jackson Pollock, las cuales a simple vista parecen muy intuitivas o en las que el artista directamente decidió estampar sus botes llenos de pintura contra una gran pared, están muy desarrolladas; no porque intentara definir una a una y con cuidado cada una de las manchas de color, sino por el desarrollo conceptual previo que le llevó a hacerlo.

Para comprender y dar con los resultados, Wang recurrieron a bases de datos sobre distintos cineastas, artistas y científicos. En el caso de los directores de cine, su herramienta mapeó y escaneó la Internet Movie Database (IMDb), la cual incluye conjuntos de datos sobre 79.000 películas de casi 4.500 directores. En el apartado de los científicos, rastreó más de 2.000 perfiles de Web of Science y el Google Scholar. Y, para los artistas, recopilaron nada menos que 800.000 imágenes artísticas de museos y galerías, las cuales cubrían la trayectoria profesional de más de 2.000 artistas. Luego, utilizaron inteligencia artificial y reconocimiento facial para conseguir extraer esas imágenes, identificar distintos estilos de arte y rastrear su evolución a lo largo del tiempo y las carreras de los artistas.

Dos fases

Los investigadores diferenciaron entre dos términos: la exploración (el período de tiempo, en la mayoría de los casos muy largo, que un artista pasa probando y experimentando distintas técnicas y estilos) y la explotación (el momento en el que decide abordar la obra que desea acometer, como a su vez el hecho de entrenar y perfeccionar su técnica).

Tendrás más posibilidades de triunfar como científico o artista si primero exploras y luego creas en vez de hacer solamente uno de los dos procesos

Ya en un estudio anterior del que se hace eco 'Fast & Company', Wang y su equipo descubrió que esa fase de explotación, lo que viene a ser la época más prolífica de un artista, tiende a durar de cuatro a cinco años, lo que sin duda resulta un período de tiempo muy corto en el cual el creador tiene que condensar todas las ideas y técnicas que ha aprendido y saberlas desarrollar. Lo más triste es que la inmensa mayoría de ellos solo disponen de una oportunidad, pues aunque hay algunos que pueden volver con algo nuevo y radicalmente diferente tras el paso de años, la mayor parte de ellos solo alcanzan ese periodo de lucidez y prolificidad una vez en la vida.

El estudio pone en énfasis la importancia de investigar y experimentar diferentes fórmulas antes de volcarse en la propia creación artística. Esto, obviamente, no concuerda en un mundo artístico y científico en el que hay una intensa carrera y competencia por ser el primero, lo que sin duda puede llegar a afectar a la calidad del proyecto o de la idea a desarrollar. Pero ese es otro debate más espinoso, lo que está claro es que, según Wang, tendrás más posibilidades de triunfar o de causar sensación si abordas la creación en estas dos fases (exploración y explotación), en vez de volcarte solo en una: si solo realizas la primera nunca llegarás a hacer nada porque no estás seguro, mientras que si no haces más que producir por producir, nunca podrás dar con la tecla. En resumen: las buenas obras llevan su tiempo, aunque parezcan improvisadas.

Foto: Retrato de Mariano José de Larra, héroe trágico español y uno de los padres del periodismo. (Wikipedia)

El estudio tiene la pretensión de "aumentar las probabilidades de éxito de los profesionales", tanto científicos como creativos. "Espero que esto proporcione algunas ideas sobre cómo crear un entorno positivo que facilite este período inusualmente exitoso para un individuo", refiriéndose a que sean capaces y puedan llegar a ese estado de creación total en el que por fin han pasado las dos fases y ya solo les queda definir y rematar su obra.

Normalmente tendemos a creer que aquello que la cosa que tienen en común grandes genios y artistas viene a ser el hecho de haber pasado una vida repleta de penas y desgracias. Parece que las personas con capacidades artísticas extraordinarias están condenadas al fracaso vital. Desde Mariano José de Larra a Albert Einstein, las biografías están colmadas de pobreza, soledad, locura, intentos de suicidio o separaciones matrimoniales fatales. Pero, en realidad, lo que une a ambos no es precisamente el hecho de ser un tanto incapacitados para llevar una vida personal ordenada o mentalmente equilibrada, sino otra cosa mucho más obvia y natural: se trata de la facultad para experimentar sin cesar hasta dar con la tecla.

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