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Psicología y arquitectura: todo lo que tu habitación refleja de tu salud mental
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Psicología y arquitectura: todo lo que tu habitación refleja de tu salud mental

Un estudio reciente ha descubierto que existen tres variables por las que nos guiamos para crear nuestros espacios de vida, y tienen mucho que ver con nuestros aspectos psicológicos

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¿Te ha pasado que la casa de tu mejor amiga no tiene nada que ver con la tuya? ¿Has estado en casas muy distintas a la tuya y, pese a ello, en unas te has sentido, nunca mejor dicho, como en casa y en otras no? Ir a casas ajenas es toda una experiencia de inmersión en otro mundo de formas, olores y colores dispuestos de una manera concreta. Cada hogar suele reflejar bien todo aquello que nos hace diferentes a las personas. Por muy mejor amiga que sea, seguro que no habrías puesto aquella lámpara de pie como ella en su habitación.

En los lugares donde pasamos (o invertimos) mucho tiempo hay infinidad de pistas sobre las diferencias individuales, porque esas diferencias, es decir, nuestra propia personalidad, condicionan las decisiones que tomamos sobre nuestros entornos. De forma que, si eres una persona con algún tipo de trastorno mental como ansiedad, depresión, TDAH o autismo entre otros, es posible que lo estés narrando a través de los interiores que habitas, pero también si no sufres ninguno de estos.

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Así lo apuntan Anjan Chatterjee y Oshin Vartanian en el portal de 'Psychology Today'. Estos señalan que “cada vez hay más evidencia que sugiere que las preferencias de las personas en cuanto a la arquitectura o los espacios construidos están determinadas por tres dimensiones básicas: coherencia (es decir, la facilidad para organizar y comprender un espacio), fascinación (la riqueza informativa de una escena que genera interés), y la sensación de sentirse en casa (el grado de confianza que un espacio genera)”.

Un cerebro sensible al espacio que le rodea

Estos expertos se basan en un estudio reciente, publicado en 2020, para el que un grupo de investigadores recopiló datos de grandes muestras en línea con imágenes del interior de habitaciones a partir de numerosos factores psicológicos relacionados con la personalidad y la apariencia física. Las clasificaciones finales fueron sometidas a métodos cuantitativos de análisis que dio lugar a un modelo tridimensional de preferencia por los espacios interiores es decir, una manera simplificada de explicar por qué tu habitación no es como la de tu mejor amiga.

Según la teoría, los resultados revelaron a sus autores que las regiones disociables dentro de la corteza visual eran muy sensibles a cada dimensión espacial externa, lo que sugiere que las estructuras neurológicas están en sintonía con el espacio que nos rodea. Pero estos profesionales han querido ir más allá, y se preguntan en su artículo si las tres variables que los investigadores han podido relacionar funcionan de igual manera en todas las personas.

La respuesta no. Para explicarlo, Chatterjee y Vartanian se apoyan en los expertos que añaden que, por ejemplo, las personas con trastorno del espectro autista “diferirían con respecto a esos factores de otros participantes (del estudio) neurotípicos en virtud de exhibir variación en el procesamiento afectivo y sensorial”.

Los autistas buscan sentirse en casa

Asimismo, en una comparación entre participantes neurotípicos y un grupo de estudiantes universitarios de diseño industrial comprobaron que “el patrón típicamente observado de preferencia por el diseño curvilíneo disminuyó en personas con trastorno del espectro autista y que los estudiantes prefirieron el diseño rectilíneo sobre el curvilíneo”.

No obstante, ¿cuál es la medida en que la coherencia, la fascinación, y el sentirse en casa que podrían estar dictando las preferencias difieren entre estos grupos, es decir, personas con trastorno del espectro autista, estudiantes universitarios de diseño industrial y participantes neurotípicos? Según la propia formación académica en arquitectura y diseño, “la coherencia influiría en los estudiantes universitarios de diseño industrial porque su trabajo depende de la organización estructural de los espacios”, apuntan los autores. En este caso, la coherencia puede entenderse como un factor más desvinculado del apego a los espacios, por el que arquitectos y diseñadores darían forma a estos de manera cognitiva y sensorial más que emocional.

"En estudiantes de diseño era la coherencia la que impulsaba sus decisiones, mientras que para las personas con trastorno del espectro autista, lo hacían a la par la coherencia y el sentirse en casa"

Esta observación sugiere además que las personas con trastorno del espectro autista tienen un sentido relativamente pequeño del espacio personal y físico, por lo que el factor de sentirse en casa sería el más relevante para ellos. Los resultados así lo reflejaron: “solo en estudiantes de diseño era la coherencia la que impulsaba sus decisiones, mientras que para las personas con trastorno del espectro autista, lo hacían a la par la coherencia y el sentirse en casa, y en los neurotípicos, por su parte, influían la coherencia y fascinación”.

Para los expertos que han llevado a cabo la investigación, se trata de algo revelador para el futuro, ya que, según sostienen, “no todas las dimensiones psicológicas son igualmente importantes para todos los grupos. Comprender esta variabilidad nos permitirá considerar la optimización de los espacios de vida y trabajo para diferentes grupos de personas”.

¿Te ha pasado que la casa de tu mejor amiga no tiene nada que ver con la tuya? ¿Has estado en casas muy distintas a la tuya y, pese a ello, en unas te has sentido, nunca mejor dicho, como en casa y en otras no? Ir a casas ajenas es toda una experiencia de inmersión en otro mundo de formas, olores y colores dispuestos de una manera concreta. Cada hogar suele reflejar bien todo aquello que nos hace diferentes a las personas. Por muy mejor amiga que sea, seguro que no habrías puesto aquella lámpara de pie como ella en su habitación.

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